Emma, la caída de un ángel

0.2

Daide

Moví mi mano nerviosa en mi regazo.

— Daide. — llamó la doctora que me atendía.

— ¿Sí? — dije más nerviosa que antes.

— Daide, ¿usaste protección? — dijo mirando su tabla en las manos.

Oh dios, esto era sumamente vergonzoso.

— No. — dije tímidamente.

— ¿Tomaste alguna pastilla anticonceptiva después?

Negué con la cabeza.

—No. — confirmé mi respuesta facial.

— ¿Usaste algún tipo de protección? — me preguntó mirándome por encima de sus lentes.

Negué con la cabeza apenada.

—Supongo que lo último que queda es esto. — me ofreció una prueba de embarazo.

Miré a la doctora especializada en ángel sanador obviamente, era aún más vergonzoso que una persona con mi mismo poder me revisara.

Minutos después de hacer la prueba la doctora me dijo que era tiempo de revelarla.

Mordí mi labio inferior esperando lo peor o incluso algún milagro.

— Positivo. — dijo la doctora mostrando la paleta en alto.

El aire se escapó de mi cuerpo y me sentí impactada.

Tenía que avisarle a Jonathan lo más pronto posible.

O alguien lo notaría cuando mi panza creciera más.

Esto era malo.

Muy malo.

Salí de la enfermería y volé hasta la casa de Elián.

Al llegar me mareé un poco pero toqué la puerta ignorando el síntoma.

— Daide. — dijo Elián mirándome. — Entra.

Me senté en un sillón y descansé mi cabeza contra el respaldo.

— ¿Estás bien? —preguntó preocupado.

Lo miré sin salir aún del impacto de la noticia.

— Estoy embarazada. — balbuceé lo suficientemente bajo para que Elián me mirara con cara de confusión.

— ¿Qué?

— Estoy embarazada. — lo repetí de nuevo.

— No entendí nada, Daide.

— Elián, estoy embarazada. — dije audiblemente.

Elián me observó con los ojos como platos e intercaló miradas desde mi vientre a mi cara.

— Dios mío...

— ¿Qué? — dije preocupada por su expresión.

— Milton te va a matar, y lo sabes. — dijo mirándome preocupado.

No había pensado en eso.

Comencé a sollozar y Elián me abrazó.

— Hey, tranquila. — me calmó. — Está bien, te ayudaré con esto. — me dijo y lo miré perpleja.

— ¿De verdad? — pregunté con emoción.

— Sí, pero tienes que decírselo a Jonathan. — dijo Elián.

Asentí emocionada.

— ¿Cómo piensas llamarle? — dijo Elián emocionado por la idea.

Sonreí ampliamente.

— Si es niña, su nombre será Emma. — dije imaginando. — y si es niño, se llamará Zayd, o Mason.

Sonreí ante la idea.

Elián me observó con una sonrisa triste y yo le di una tranquilizadora.

Sabía el porqué esa sonrisa.

Mis hermanos que murieron se llamaban Zayd y Mason.

Eran unos hermanos increíbles...

Oye, pequeño, ¿Puedes escucharme?

Jamás te separaré de mi lado...



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En el texto hay: angelescaidos, angeles y demonios, mortales

Editado: 04.04.2018

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