Emma, la caída de un ángel

Capítulo 17

— ¿Milton? —  pregunté confundida e impactada.

— Sí. —  dijo mirando por encima de mis hombros. —  él debe estar cerca...

— ¿Qué? —  pregunté. —  Oye...

— Él va a venir. —  dijo desesperadamente.

— Oye. —  traté de tranquilizarla.

— Va a venir.

— ¡Oye! ¡Que te tranquilices! —  le grité tomando sus hombros y deteniendo sus desesperados movimientos. —  ¿Cómo es Milton?

— Él es muy alto. —  dijo tartamudeando. —  Tiene el cabello oscuro, y, unos ojos brillantes, de color gris. —  dijo señalando en su cuerpo cada cosa que describía de Milton.

— ¿Qué tan alto? —  pregunté.

— Muy alto para alguien normal.

— ¿Cómo llegó a parar contigo? —  le dije con el ceño fruncido.

— Me siguió... Yo, a veces llego temprano acá para terminar una tarea pendiente ó algo más. —  se explicó. —  Pero entré al baño y él estaba parado justo ahí. —  señaló enfrente del cubículo donde la encontré. —  Pensé que era una broma de mal gusto, porque tenía unas… —  señaló tratando de dibujar algo detrás de su espalda.

— Alas... —  terminé por ella.

— Sí, eso.

— ¿Qué te dijo? —  le pregunté sin mirarla.

— Me dijo que tenía el aroma de una tal Emma. — me observó angustiada. — Yo no conozco a ninguna Emma, y después dijo que había visto demasiado y se acercó a cortarme la garganta como un maldito psicópata. — dijo con frustración. —  No entendí muy bien a qué se refería con el aroma...

— Yo sí... —  le dije.

Recordé la vez que choqué con ella en la salida, traía esa misma chaqueta puesta.

— ¿Ah? —  dijo.

— Esa chaqueta, la tenías puesta cuando chocaste conmigo... —  le expliqué.

— Ajá. —  dijo algo confundida.

— Sí, bueno. —  le dije. —  Mucho gusto, me llamo Emma, la razón por la que te rasgaron la garganta es porque tenías mi aroma, quema la chaqueta. —  le dije.

Agarré mi bolso y estaba dispuesta a irme.

— Espera. —  gritó. —  Gracias por curarme, o revivirme, o lo que sea que hiciste.

— De nada.

— ¿Son ángeles? —  preguntó siguiéndome antes de abrir la puerta.

—  Escúchame. —  le dije mirándola a los ojos y resoplando. —  Entre menos sepas del asunto más probabilidad tienes de vivir. —  le gruñí.

— Por lo menos tengo derecho a saberlo, pues, me vi involucrada gracias a ti. —  se cruzó de brazos.

— Milton no es un ángel permitido en éste mundo. —  le advertí. —  y yo tampoco. No me gustaría regresarte a ese cubículo así que, no digas nada.

— Oye tranquila, chica. —  alzó sus manos. —  No diré nada.

— Bien. —  salimos del baño juntas y nos dirigimos a clase.

— Por cierto, me llamo Helen. —  dijo ella. —  es un gusto.

— Igualmente. —  dije dando por vencidos mis intentos de alejarla.

— Te vas a sentar con nosotras en el almuerzo. —  afirmó sin dejarme responder. — Adiós.

Fruncí el ceño.

Cuando volví mi vista al frente, él estaba parado en frente de mí. No apartábamos la mirada y los dos nos veíamos fatal. Jared más que yo.

Jared se acercó aún más.

— Emma. —  reconoció. —  pensé que te sentías mal... Por lo de la otra tarde...

— Eh, me siento mejor gracias. —  lo corté aunque no niego que me dolió. —  por cierto. —  saqué el trabajo que reposaba en mi mochila. —  ya lo puedes entregar. —  se lo di.



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En el texto hay: angelescaidos, angeles y demonios, mortales

Editado: 04.04.2018

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