Emma, la caída de un ángel

Capítulo 22

Miré mi reflejo en el espejo.

Vestía un vestido casual con unos zapatos de piso. Mi pelo caía laciamente de lado y lo rubio se notaba cada vez más, y tal vez necesitaba un corte.

Después observé mis ojos. Se veían hinchados y rojos a causa de llorar tanto por la noche.

¿La razón?

Jared...

No dejé de pensar en él y cómo era que había enloquecido por la sola causa de que Milton lo mencionara como un blanco fácil para hacerme daño.

Estaba decidida a arreglar las cosas hoy a como diera lugar.

Tomé mi mochila y bajé a la cocina a tomar mi desayuno.

Besé en la mejilla a Aine y salí por la puerta escuchando un "Cuídate" de su parte.

Caminé por la carretera pensando en las palabras que utilizaría para pedirle perdón por mi comportamiento y explicarle las cosas de una vez por todas.

Llegando a la escuela todos parecían normales, pero al verme sus caras de asombro y unos cuchicheos me molestaban.

Cambié mis materias en mi casillero y lo cerré dispuesta a salir en busca de Jared.

Mi sangre se heló al ver a alguien que no quería ver.

Su sonrisa arrogante, sus ojos entrecerrados y todo su ser estaban plantados al final del pasillo con un cuchillo en su mano.

Milton.

Él dobló por el pasillo y desapareció de mi vista.

Tenía que encontrar a Jared.

Corrí por todos los pasillos y al asegurarme de que no estaba y al ver en mi reloj que era muy temprano para que llegara, me relajé.

Me senté en las escaleras a esperarlo.

Cuando llegó, se quedó estático al verme sentada en las escaleras.

— Emma. — me llamó por mi verdadero nombre.

— Hola, Jared. — le sonreí.

— Pero... ¿volviste a escalar árboles? — me preguntó con un poco de ironía y preocupación.

— No. — suspiré.

— Me alegro de que estés de vuelta. — sonrió y se quedó estático en su lugar sin saber qué hacer.

— Jared. — lo miré y volví a suspirar. — Perdona mi comportamiento y perdón por alejarte así de repente... Yo no...

— Está bien, Emma. — me sonrió tranquilizadoramente

— No. — lo miré a los ojos. — No está bien. Tengo que decirte la verdad.

Me observó confundido.

(…)

Caminábamos a mi casa en un silencio sepulcral.

Jared y yo nos pusimos de acuerdo en que después de clases le platicaría la situación. Él ofreció su casa, pero me negué rápidamente. Al menos en mi casa podría tener la certeza de que no escaparía hasta que le revelara cada minucioso secreto. Y podría mantenerlo en calma. Me deshice de mis hermanos y  de las chicas como pude.

Al entrar en la casa, subí sin mirar a mí alrededor por las escaleras con Jared siguiéndome y con destino a mi habitación.

Me senté en la cama y le hice un ademán a Jared para que se siguiera mis pasos.

— ¿Y bien? — dijo Jared sin seguirme. — ¿Es tan malo como para que estés así de silenciosa?

Lo miré por unos segundos y le sonreí débilmente.

— Es que no sé por dónde empezar. — me encogí de hombros.

— ¿Qué te parece...? Desde que me alejaste sin razón… Esa sería una buena opción. — se tocó su barbilla.

Reí un poco. Sabía que Jared se lo estaba tomando muy a la ligera porque veía mi seriedad. Pero sus rasgos, sus ojeras, su rostro decaído y sus ojos hinchados me decían lo contrario.

No sabía si yo me veía igual, o incluso peor.

Pero claro que él no podía saberlo. Un mortal no podía diferenciarnos, porque no se podía ver imperfecciones en nuestro ser.

— Eso fue más de mi parte que nada. — suspiré y me senté cruzando mis piernas y jugando con mis dedos.

— Bueno... Yo he sacado mis conclusiones. — dijo sentándose en la cama frente a mí.

Y así era como Jared me daba por dónde empezar.



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En el texto hay: angelescaidos, angeles y demonios, mortales

Editado: 04.04.2018

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