Mis ojos inspeccionaban el cielo, los ángeles corrían de un lado a otro tratando de ordenar el papeleo y encontrar los documentos de los mortales a quienes mande buscar en el expediente para reclutarlos, y así poder enfrentar a los demonios que ahora nos visitaban, o mejor dicho, visitaba el mundo mortal y sólo asegurándose de que los ángeles de esta parte del cielo se enteraran de todo.
Las dudas que no dejaban de rondar en mi cabeza, trataban sobre cuál era la razón, era un poco improbable que solo vinieran para tratar de tomar como segundo reinado y dimensión la Tierra, si de algo estaba segura era de que los demonios no esperaban a que los ángeles descuidaran los puestos para tratar de tomar en sus manos la Tierra, para eso no esperaban que hubiera alguien a cargo o no. Algo querían, y era algo de un ángel, sin duda.
Karla y Mason no regresaban aún, pues los había mandado a buscar a las chicas y unos cuántos mortales más que pronto dejarían de serlo.
Para mi ventaja, todos los ángeles habían estado de acuerdo en que estos mortales lucharan por su seguridad. Y para mi sorpresa todos recomendaron al primer mortal que sería reclutado, y no era más que Jared. La sola idea de poner a Jared en peligro cuando nos enfrentáramos a los demonios daba a mi cuerpo una sensación de acidez, no estaba dispuesta a arriesgar todo lo que amaba, pero, si era por nuestra seguridad y la seguridad de los mortales, era la mejor opción. No puedo negar que también la idea me emocionaba, pues Jared por fin podría estar a mi lado de manera legal en el cielo, y también todos los que conocía estarían a salvo junto a mí.
Jared sería más fuerte y por fin dejaría de sentir esa impotencia por no poder ayudarme.
Mientras estaba sumida en mis pensamientos, las trompetas sonaron y eso marcó la llegada de Mason y Karla junto a los próximos salvadores del cielo, y así, las diferencias entre los ángeles y los mortales perecerían, y dejarían de tratarlos como escoria.
Saqué mis alas sin poder esperar más y vi a los ángeles que estaban formados en una línea con los expedientes de los mortales.
— ¿Están todos? — pregunté a Leik, quien me había ayudado con muchas cosas en la preparación para llevar a cabo todo el asunto.
Leik asintió con la cabeza y le di la señal de que los llevara al estrado.
Volé para encontrarme con más de 70 mortales esperando en las puertas del cielo, algunos muchos tenían unas caras conocidas, otros eran totalmente desconocidos. Pero lo que me llenaba de alivio era que la mayoría se veían dispuestos a luchar, solo que los demás parecían más sorprendidos que nada.
— Bienvenidos. — dije con expresión seria para llamar su atención. Y cuando por fin capte su atención les brinde una sonrisa. — Gracias por haber venido aquí. El evento se llevara a cabo en nuestro estrado, por favor.
Les hice una señal para que nos siguieran, y en el camino recibí un abrazo por atrás, después le siguieron otros 5 haciendo que trastabillara y cayera de lleno al piso.
Las chicas se reían yaciendo a mi lado con el pelo revuelto por doquier y yo me uní a sus risas cuando me di cuenta del hermoso momento de volvernos a encontrar, y esta vez, iba a ser para siempre.
— Bienvenidas. — les dije una vez que me puse en pie con la ayuda de Jared. — Vamos, no querrán llegar tarde a su celebración.
Llegamos al estrado, y tomé mi lugar con los mortales en el centro admirando a todas las criaturas angelicales que los rodeaban y estaban sentados en las tribunas.
— A causa del trágico momento que estamos por recibir, sin saber la causa de éste... Recibamos con una calurosa bienvenida a nuestros nuevos ángeles que ayudarán a combatir en esta batalla para brindarnos paz. — le hice una señal a Leik para que se acercara con los papeles al estrado y así poder empezar su iniciación. — empezando por...
En cada documento del folio en el que sus nombres estaban escritos, de mortal, se cambiaría a ángel, aceptando su destino y su deber sin quebrantar las renovadas leyes del cielo. Al poner el testamento y dar mi firma junto a una gota de sangre en el folio, la conversión se sellaba y daba paso a unas hermosas alas con tanto poder, para ser un vengador.
Era magnífico ver un mortal cambiar y convertirse en el futuro de nuestro cielo, y de mis seres amados. La lucha dependía de ellos.
Lo que aún me preocupaba, era que aún siendo más de 100 vengadores y nosotros, los demonios y la reina súcubo nos superaban en número.
Llegó por fin el turno de Jared. Sus alas fueron las más hermosas sin duda alguna... Eran color marfil, con tonos metálicos y de perla, eran simplemente una belleza que admirar. Y lo haría el resto de la vida... Eso si no me lo arrebataban antes.