Emma, la caída de un ángel

Capítulo 58

Jared

El tiempo pasaba muy lento sin Emma, confiaba en que estaba bien, pues si ella llegaba a sentir un dolor insoportable, lo sentiría yo también. Pero, Verno no se movía rápido, siempre parecía que hacía más tiempo para evitar que recuperáramos a Emma.

— Es raro. — se acercó Zianya dándome comida empaquetada. — No me acostumbraré a la idea de un demonio rondando con nosotros.

— Así lo quería Emma. — recordó Karla cuando se acercó y se sentó bufando. — Pero, concuerdo con Zianya.

— No es una de nosotros. — dijo Dani sentándose y mirando como Verno hacía unas extrañas cosas en la tierra, después hacia figuras y luego meditaba.

— Pero hay que recordar que nosotros éramos mortales. — Pamela llegó y se sentó con nosotros.

Verno tenía una cara de concentración mientras meditaba, su ceño estaba fruncido, pero eso no le quitaba lo hermosa... Tenía que aceptar que su belleza era inigualable, incluso más que Lilith, pero obviamente menos que Emma.

Verno empezó a decir unas cosas en voz baja y luego abrió su boca a la par con sus ojos viendo hacia arriba, como si estuvieran asfixiándola.

— ¿Verno? — llamé poniéndome en pie y haciendo que todos los ángeles posaran su mirada en el cuerpo de Verno, el cuál ahora se convulsionaba. — ¡Verno!

No me atreví a acercarme porque un muro invisible se dibujó entre nosotros y ella. Verno hacia sonidos raros y lastimosos, por lo cual todos los ángeles se alarmaron.

Verno dejó de convulsionarse y miró al frente con sus ojos desenfocados.

— Ostende mihi ostende, ostende mihi virtutem. Expand ostende mihi ubi Baruck! — gritó lo último y sus convulsiones cesaron abriendo paso a una mueca de dolor de su parte.

"Muéstrame, muéstrame, muéstrame tu poder, muéstrame su ubicación, muéstrame dónde está Baruck"

Verno dejó paso a un grito ensordecedor y muy lamentoso, como si estuvieran arrancándole el alma, sus ojos se hacían cada vez rojos. Todos nos tapamos los oídos y entrecerramos los ojos por tal aturdido grito.

Pero de un momento a otro, todos dejamos de escuchar algún ruido y observamos nuestro alrededor confundidos. Mi mirada se posó en Verno...

Ella se elevaba poco a poco, sin explicación alguna, de su cuerpo destellaban luces, y después volvió a su posición en el suelo, pero esta vez, estaba acostada.

Miré a todos lados y cada quien ayudaba a los demás a levantarse, pues aún estaban igual de aturdidos como yo.

— ¿Estás bien? — le pregunté a Zianya mientras la tomaba del codo para ayudarla a levantarse.

— Sí. — se apoyó en mí, y después hizo una mueca de dolor. — Eso creo...

Miré a todos mientras se levantaban y después volví mi mirada a Verno, quien yacía sin despertar.

— Jared... — advirtió Karla mientras se quedaba atónita como yo, pues nadie hacia ruido. — No... Es muy peligroso, por favor. — me rogó, pero si no lo hacía, corría el riesgo de perder a nuestra única oportunidad de encontrar a Emma.

— Quédate atrás. — le dije girando un poco la cabeza pero si apartar mi vista del cuerpo inerte de la súcubo.

— Pero, Jared... — replicó Helen.

— ¡Solo quédense atrás! — les grité.

Tragué saliva y me acerqué con sumo cuidado a Verno, su cuerpo estaba aún más pálido que antes, y sus ojos estaban cerrados.

La rodeé y me puse frente a sus pies, tragué saliva de nuevo y acerqué mi mano con cuidado a su cuerpo, pero cuando toqué su cuerpo estaba ardiendo provocando que me echara para atrás y lanzara un leve quejido sobando mi mano.

Detrás de mi se escucharon unos leves gemidos de las chicas, sabía que estaban asustadas, y yo también lo estaba, pero todo iba a estar bien...

— Jared... — advirtió Pamela con voz temblorosa.

No entendía de qué hablaba hasta que miré a Verno... Sus ojos estaban abiertos, estaban a un rojo vivo, su postura era recta, casi perfecta, estaba sentada y su expresión era completamente seria. Pero sus mejillas estaban hacia abajo.

— ¿Verno? — dije bajo para acercarme levemente a ella, advirtiéndole que no era ninguna amenaza.



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En el texto hay: angelescaidos, angeles y demonios, mortales

Editado: 04.04.2018

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