Emma
Baruck despertó al día siguiente, para no levantar sospechas lo llevé con un gran esfuerzo a su habitación y preparé un poco de comida y vendas con agua caliente para mi amo.
Cuando abrió los ojos ya estaba vendado donde había recibido lesiones fuertes y tenía una toalla húmeda en su frente. Se le veía aturdido y confundido.
— Buenos días, amo. — dijo mi otra yo como siempre dócil.
La yo verdadera no habría hecho eso. Pero ahora no le estaba jodiendo con el cristal, estaba agradecida por no matar a Jared y ayudar a que todos escaparan antes de que fuera tarde. Sabía que entre más rompiera el cristal más aturdía a mi otra yo, pero no podía decir que me arrepentía de la grieta que ya era visible en medio de mi visión.
— Buenos días, Emma. — dijo adolorido y viendo la habitación con atención. — ¿Cómo es que llegué aquí? — dijo con el ceño fruncido.
— Yo la traje hasta aquí, amo. — dijo mi otra yo agachando la cabeza.
Baruck abrió los ojos como platos y negó con la cabeza.
— ¡¿Tú sola?! — dijo alarmado. — ¡Es demasiado peso para tu delicado cuerpo, Emma! — dijo negando con la cabeza. — Y encima me tratas como rey trayéndome el desayuno y curando mis heridas... No te merezco. — dijo Baruck decaído.
Concuerdo con él. Ese maldito no me merecía. Ni siquiera merecía que mi otra yo lo atendiera, simplemente en su estado de inconsciencia yo lo hubiera asesinado y hubiera huido de ahí para reunirme con mi Jared, con mi familia y con mis amigos.
— Oh, amo. — mi otra yo se acercó y lo volvió a recostar. — No se estrese tanto, perdimos la batalla, pero habrá más oportunidades. — dije forzando una sonrisa.
Yo sabía que mi otra yo estaba de nuestro lado, pero no puedo decir que era mala actuando, hasta yo me creería a mí misma...
— Perdimos... Pero por lo menos aún te tengo a ti, mi amada. — me besó la mano y mi otra yo se sonrojó.
¿Sería... Que mi otra yo en verdad quería a Baruck? ¿Que de verdad estaba enamorada de él? Y si así era, ¿por qué ayudó a los demás? A quienes son enemigos de su amo.
Tal vez de verdad no quería manchar sus manos de sangre, y se lo agradecía porque a fin de cuentas ese era mi cuerpo.
— Claro que sí, amo. — dije acariciando su mano.
— ¿Ellos escaparon? — preguntó después de un minuto de silencio.
— Lo hicieron, amo. — dije asintiendo con la cabeza.
— No recuerdo mucho, sólo que tenía a mi despreciable hermana en mis manos y después algo me derrumbó, me desperté a los minutos y no había nadie. Tampoco estabas tú, y estaba en mi costado... Después ya no recuerdo nada de nada. — confesó.
— Los seguí hasta el cansancio. — mintió mi otra yo. — Pero no los pude alcanzar, perdone, amo. — fingió tener unas lágrimas en los ojos y Baruck las secó rápidamente.
— Tú, mi reina de Saitor, no debes llorar. — me dio un beso en los labios que me supo amargo. — Ya llegará el momento para que los envíes de vuelta a la muerte. — sonrió y yo asentí con la cabeza.
(…)
Baruck volvió a dormir y mi otra yo se quedó pensando en qué hacer, no tenía órdenes, eso lo sabía, pero no podíamos quedarnos viendo dormir a Baruck toda la vida.
Levántate... Ve a explorar, no sé, has algo. Estoy aburrida.
Susurré en mi propia mente y ella volteó a ver a todos lados alarmada. Salió de la habitación y miro por los pasillos.
— ¿Estás aburrida? — preguntó para conocer mi ubicación.
Sí, ¿tú no?
Le pregunté y ella se vio aún mas confundida que antes, volteaba frenéticamente a los lados pero no lograba descifrar donde me escondía.
Me paré en el suelo que mi mente había creado y me acerqué a la pantalla gigante.
No te molestes en buscarme. Somos una sola.
Mi otra yo se sobresaltó y volteó atrás de ella, pero obviamente no había nadie.
— Me estoy volviendo loca. — tomó su cabeza. — Hasta escucho voces... Debe ser el cansancio.