“Ponerse en el zapato del otro”
Esta es la definición más conocida de “Empatía”
Pero no es tan simple.
Las personas que son empáticas no necesitan ponerse en el zapato del otro Ni siquiera lo intentan, ya pueden sentirlo en su corazón. Mientras más gozan de esta cualidad, menos información es necesaria de la otra persona para conocer su estado emocional. Hay veces que entran a un cuarto, y como si este estuviera embrujado, si se encuentra alguien con una gran carga emocional, les llega esta sensación de pesadez. Así como también son capaces de sentir un gozo cuando ese alguien vibra en armonía con lo que le rodea.
La empatía, no se basa únicamente en sentir. Es una especie de energía. Puede ser absorbida o robada dependiendo de quién tiene la emoción más fuerte y qué tan sensitivo es el receptor.
Ahora ¿alguien podría imaginarse vivir las emociones ajenas a flor de piel? ¿Receptarlas a tal punto de saber el accionar de la otra persona?
Hace unas pocas generaciones, este tipo de sexto sentido se desarrolló, pero más que un sexto sentido, fue considerado una enfermedad.
El Empath se volvió un tipo de ciudadano. Alguien que, por medio de cualquiera de los 5 sentidos, podía receptar las emociones e intensiones de las personas a su alrededor como si fueran propias. Sin embargo, el Empath no es un súper humano, llevar varias emociones a la vez, resulta mortal.
Se reportaron varios casos de Empaths que al receptar, por medio del oído o la vista, más de tres personas diferentes, sufrieron ataques de ansiedad severos, en otros casos, ataques de pánico y hasta paro cardiacos cuando el número era mayor a cinco personas a la vez.
Por supuesto, una persona es incapaz de sobrellevar una carga emocional tan grande y variada.
Es por esto, que los Empaths tuvieron que tomar medidas para su propia supervivencia. Interactuar con pocas personas en su vida cotidiana era la principal regla. Las clases presenciales estaban fuera de la mesa, así como asistir a lugares públicos, eventos y sobre todo: funerales.
¿Qué tipo de trabajo podrían realizar?
Los Empaths tienen niveles. A, B y C. El B y C es el tipo más común. Tienen trabajos como detectores de mentiras para investigaciones criminalísticas, son contratados para hacer entrevistas de trabajo individuales y lo más común, dedicarse al campo de la psicología.
El tipo A, el tipo A era el receptor más sensitivo de los Empaths, este tenía un campo más a su disposición: La medicina. Un Empath tipo A, puede sentir hasta el dolor que siente la otra persona, incluso podría percibir cuál será su próximo movimiento motriz o qué dirá. Sin embargo, siendo el más sensitivo, es el que corre el mayor riesgo.
Path es un Empath tipo A, para colmo, su sentido receptor es el oído. Es decir que, con el simple hecho de escuchar a alguien, lo sabe todo.
Cuando Susi Griffin, su madre, supo el diagnóstico de Path, no lo pensó dos veces para mudarse a su país natal. Ya que los Empath de por sí, han sido víctimas de criminales y corrupción.
Pero Path creció y quería ir a la universidad. Por muchos años, desarrolló junto a su madre una estrategia para sobrevivir al mundo exterior en sus limitaciones.
Todo sucedió cuando su hermana menor veía una serie coreana sobre un chico sordo, pero fingía que no lo era. Path se fascinó al observar aquel chico aprender a hablar en un tono normal y leer los labios de la gente. Al chico le costó años, a Path meses. Ya que no era sordo, podía escuchar su propia voz y practicar. Lo más complicado recaía en leer los labios.
Por supuesto que Path puede escuchar un poco las voces de la gente a su alrededor, su música no lo deja incapaz de hacerlo, pero los audífonos lo ayudan a repeler el impacto de las voces, haciendo que pueda saber lo que siente la gente que lo rodea superficialmente.
Hasta esta mañana, que quedó petrificado sin poder despejar sus ojos del cadáver.
Con lo poco que le quedaba de aliento llegó a la puerta de su casa. Respiraba entrecortado, como si tuviera un ataque de asma. No estaba seguro si fueron las voces o su propio estado de shock.
Estaba demasiado aterrorizado ¿estaría bien? ¿no iba a morir o sí? Escuchó el grito de horror de tres chicas juntas ¿podría darle un paro cardiaco?
Su mamá salió a la puerta al escuchar un ruido en el jardín.
- ¿Path?
- Es… escuché – el chico no dejaba de temblar – ¿Vo-voy a?
Antes de perder la cordura, aferrada a la manija de la puerta, la Sra. Griffin cerró los ojos, inhaló profundamente y exhaló contando hasta 5. Estando serena, se acercó a su hijo y lo tomó del brazo.
- ¿Tienes tu inhalador en la mochila? – su hijo asintió.
Buscó en el bolsillo de enfrente y se lo entregó.
- Son dos veces. Vamos. – Lo guió por los escalones para entrar a la casa -. ¡Pau estado A!
Al sentarlo en la silla, su hermana le brindó un vaso de agua con limón. Lo observó bebérsela despacio y poner el vaso en la mesa tratando de recuperar la compostura.
Pau hizo un gesto de Ok con la mano esperando la respuesta de su hermano.
- Estoy bien, Pau. – Respiró hondo, ya había logrado estabilizarse -. Necesito hablar con mamá ¿puedes ir a tu habitación?
Su hermana recogió el vaso, lo dejó en el mesón de la cocina y se escabulló a su habitación.
- Solo es obediente cuando te ve en este estado – bromeó la Sra. Griffin -. ¿Qué sucedió?
La Sra. Griffin no emitió ningún sonido mientras escuchaba el relato de Path, pero no era necesario que lo hiciera para que él supiera cómo se estaba sintiendo. Podía verlo en sus ojos sin necesidad de la habilidad.
Era grave.
No sólo el trauma de Path de haber visto un cadáver frente a él, sino el hecho de que fue el primero en verlo. Lo interrogarían con sus otras compañeras, tendría que estar en contacto con otra gente a menos que la Sra. Griffin encuentre una buena excusa para que todos los interrogatorios que le llegaran a hacer fueran privados.