Agonía en la soledad de la noche
En un tejado de un edificio que tenia unos 8 pisos, estaba ella, sentada en el borde con sus pies en el aire, pensando: ¿Debo lanzarme? ¿Acabar con todo, ahora?. Ella, era una chica de cabello negro, ojos marrones claros, parecido al color de la miel, tenia unos labios finos de color rosa, su piel era blanca, pálida, como si a su alma le faltara vida. En su mirada,que se perdía en la distancia, podía notarse lo vacía que se sentía. Observaba a la luna con sus ojos llenos de melancolía.
La luna allí, con su tonalidad gris asea y su suave brillo apagado, comprendía la soledad de un alma corrompida como la de la chica sentada en ese tejado solitario. Repentinamente, el cielo nocturno, comenzó a nublarse, ocultando toda luz que pudiera otorgar las estrella y esa fría luna llena. Ella siguió observando, esta vez, la ciudad, veía como las luces de los edificios y casas cercanas, se apagaban, dando la impresión de verse, como cuando apagas una vela con un sutil soplido.
Siguió allí, sentada, consumiéndose en su soledad, se preguntaba: ¿Le importare a alguien? ¿Mi vida tiene algún valor en este mundo tan cruel y desconsiderado? ¿Alguien sabrá todo lo que sufro? ¿Sentirán este dolor y vacío que siento por dentro?.
Comienza una llovizna, cuyas gotas tocaban cada parte de su cuerpo, para ella, fue como el mas cálido abrazo nunca recibido en este momento de agonía. De sus ojos aguados comienza a salir una lagrima, que representaba toda su tristeza, en una sola gota, que quedo quieta en su pálida mejilla, estaba todo su sufrimiento, se sentía sola, como si estuviera perdida en un desierto, sin lugar a donde ir, un rumbo fijo. Todo su ser, su cuerpo, ya envuelto en toda esa oscuridad agobiante, temblaba, en ese momento, decidida, con sus delicadas manos, tomo impulso y se dejo caer.