Los guerreros reales fueron convocados aquella tarde. El soberano Pendragon había quedado desfallecido en su solitario enfrentamiento con los enemigos la tarde anterior, y temía un segundo ataque para esa noche.
-Ya están todos listos majestad- informó el mayordomo- Y tienen órdenes precisas para vigilar cada muralla del palacio. Esta noche nadie podrá acercarse a los linderos-
-Bien Rethdiel. He usado más fuerza del Derthi para reparar la barrera, y la he reforzado. No pienso que tengamos impedimentos en resistir otro ataque-
-Si me permite decirlo amo, aún no entiendo cómo conocían el punto más débil del Castillo-
-Yo si- respondió Howl sin vacilar- Traición Rethdiel, tan sencillo y vulgar como eso-
-Debe haber sido alguien que llevara años viviendo entre nosotros para conocer crucial detalle ¿Puedo preguntar si tiene conjeturas?-
-Tengo mis sospechas. Por lo pronto, me limitaré a reservarlas. Ahora necesito salir a tomar aire puro fuera de estas paredes-
-¿Ordeno que le sirvan algo?-
-Solo llama a la doncella Sophie, quiero que esté lista para que me acompañe-
-Como desee alteza-
-Y Rethdiel-
-¿Si?-
-Que me preparen un baño-
-Así será-
El mayordomo hizo una inclinación de cabeza y salió de la sala del trono. Mientras caminaba en busca de Sophie, se preguntó que arte oculta podía tener la joven para captar la suma atención del rey. Pero al momento desechó sus ideas y se auto regañó avergonzado por estar inmiscuyéndose en asuntos de su majestad.
Cuando hubo llegado a la cocina, distinguió aquel cabello marrón tan particular y se sobrecogió al verla afanada en pelar unas patatas que al parecer, quedarían más pequeñas que una semilla de alabastro. Rethdiel sintió mucha pena; ¿cómo era posible que Sophie hubiera llegado a la edad adulta sin saber hacer absolutamente nada útil?
-Señorita Sophie- se aclaró la garganta y ella dio un brinco inesperado en el lugar- el amo Howl desea que esté preparada para salir a caminar-
-¿Caminar? Así sin más...Tengo un trabajo asignado aquí en la cocina-
-Lo sé, pero su prioridad es el rey y él estará esperándola al terminar su baño-
Sophie resopló para perplejo del mayordomo. Luego se lamentó que hubiera visto su inconformidad; debía mejorar su técnica de ocultar lo mucho que le fastidiaban los caprichos de Howl delante de la servidumbre del castillo. Soltó el cuchillo y las patatas y salió de la cocina a su habitación para prepararse.
¿No que estaba débil y malherido? ¡Quién narices se recupera tan rápido! Chilló Sophie en su interior. Al parecer la energía que le proporcionaba el Derthi era más poderosa de la que todos suponían. Mientras divagaba sobre estos temas, escogió uno de los vestidos que Howl la había obligado a usar previamente, y se encaminó a la sala del trono.
Al llegar, encontró que la estaban limpiado y una de sus compañeras le informó que 'su majestad ' aún estaba en su baño.
Y el resoplo de Sophie esta vez si fue interno, aunque igual de ostinado. Los baños del rey eran los más extensos del mundo. No entendía porqué su raza se demoraba tanto en un acto simple, cuando ni siquiera se ensuciaba. Pero no, Howl tenía que tomar una decena de baños diarios.
Frustrante.
Salió de la sala del trono y decidió sentarse en uno de los banquillos dispuestos en el jardín de las amapolas.
Por alguna nueva razón le gustaba mucho ese lugar.
Entonces se sorprendió así misma recordando la tarde de ayer, sentada a los pies del lago, al lado de una coronilla rubia brillante y unos ojos celestes, dulces, perecederos...
Sacudió su mente. No, el lugar le gustaba porque era tranquilo y le traía memorias de su infancia feliz; no porque Howl la hubiese invitado a comer en muestra de agradecimiento. Ni porque hubiese ordenado que prepararan cada menú de la despensa, ni porque hubiera dicho que desde el momento que ella pisó el palacio, no lo había decepcionado en absoluto...
-Tienes un corazón muy fuerte, de eso ya no me cabe duda-
-¡Howl!- se volteó sobresaltada- Em...amo Howl- corrigió al momento- No sabía que estaba parado detrás-
-No me ha costado encontrarte, como sabes, seguí el sonido de tu corazón. Estaba latiendo muy acelerado ¿En qué pensabas Sophie?-
-Yo...yo...- tragó saliva- pensaba en mi niñez- mintió.
-Oh, de seguro gratos recuerdo-
Ella bajó la cabeza, evidentemente contristada.
-¿Algo que debería saber?- se acercó Howl para sentarse a su lado.
-No me gusta...hablar de ello- confesó reteniendo las lágrimas.
-Por lo que me has contado, tus padres te querían mucho-
-¡Por lo que le he contado!- se alarmó la joven poniéndose de pie- Jamás le he dicho...-
-Tus cuentos- dijo él plácidamente- Cada cuento que me regalas por las noches ¿Pensaste que no me daría cuenta que eras la niña de los relatos?-
Sophie enmudeció ante las declaraciones. Ciertamente el gran Howl Jenkins, heredero de los Pendragon era casi imposible ocultarle nada. Casi...
-No te sientas mal, por favor. Aún me queda duda los detalles imaginarios que le has añadido- añadió con prontitud- pero hasta que decidas contarme, será nuestro secreto- le guiñó el ojo mientras se ponía de pie- Vamos Sophie, hay un lugar que quiero enseñarte-
La joven no le quedó otra que acompañarlo por el sendero de piedras del jardín, que daba a unas cortas escaleras y seguidamente a un valle. Cruzaron las puertas que delimitaban la vegetación del castillo y la sensación en la piel de ella fue la misma que cuando llegó al lugar por primera vez: Un agradable calor se quedaba atrás para dar paso a un aire helado y cortante.
-Es la energía Derthi- aclaró Howl al adivinar su desconcierto- delimita junto con las murallas la propiedad del Castillo, pero no toca esta parte del valle-