En el interior del volcán

5. Seducción

Antonina salió de tomar un baño, lista para arreglarse. Abrió la puerta de su clóset y observó los vestidos que tenía colgados en él. Pero ninguno le pareció lo suficientemente llamativo. Entonces rebuscó entre sus demás ropas sobre una silla en la esquina de la habitación. Después de tirar varias prendas al suelo, encontró un pantalón gris oscuro que no había usado en el último año. Su mirada se iluminó al verlo, y se vistió con él enseguida. Luego buscó entre las ropas sobre el suelo y halló una ajustada sudadera delgada de color azul marino que combinaba con el pantalón. Cuando estuvo vestida, se puso unos zapatos negros y se cepilló el cabello. Se miró al espejo y dio una vuelta con lentitud para apreciar el ajustado atuendo que resaltaba su cuerpo bajo. Luego se acercó al espejo y se rizó las pestañas, se colocó un par de aretes rojos y salió de la habitación para esperar a que sus padres estuvieran listos.

Tomó asiento en el sofá y encendió la televisión mientras Rosario caminaba de un lado a otro buscando sus zapatos. Joaquín se sentó junto a Antonina y ambos esperaron hasta que Rosario estuvo preparada.

Joaquín fue por el auto. Luego Rosario salió y subió antes que su hija. Antonina puso la llave en la chapa, entonces regresó por el regalo de Remy que estaba sobre el comedor. Cerró con llave y subió al auto.

Rosario notó que Antonina no había elegido uno de sus típicos vestidos para la fiesta, pero no malinterpretó la situación.

Joaquín y Rosario se la pasaron charlando sobre cosas de trabajo y los chismes del día anterior sin que Antonina interviniera en la conversación, pues estaba ocupada pensando en Cipriano. No obstante, aunque Antonina esperaba encontrarse con él, no planeaba acercarse demasiado.

Al cabo de un rato inadvertido, Joaquín estacionó el auto frente a la casa de Justa y Calixto.

Rosario bajó del auto primero que Joaquín y por último Antonina.

Los tres esperaron a ser vistos antes de entrar a la casa, cuya puerta estaba abierta para los invitados.

Leticia los recibió con alegría, lo que hizo que Antonina creyera que la anciana tenía cambios de humor severos.

Remy corrió hacia ellos cuando los vio desde la cocina. Primero abrazó a Rosario y después a Joaquín. Antonina extendió los brazos para abrazarlo, mostrando el obsequio al mismo tiempo.

Remy la miró con ternura y la abrazó con gran fuerza.

Al soltarla, recibió el regalo y lo puso sobre una mesa junto al comedor dedicada a los obsequios. Remy los invitó a sentarse junto a sus padres, a quienes saludaron al ver.

Antonina escrutó su alrededor, entre todas las personas presentes que no conocía, buscando a Cipriano con la mirada. Pero él no estaba en ninguna parte.

Antonina tomó asiento al lado de sus padres, estando impaciente por ver a Cipriano. Luego de unos segundos aparecieron corriendo los sobrinos de Calixto.

Antonina aprovechó que los niños habían llamado la atención de todos con su griterío y le pidió permiso a Leticia para usar el baño. Luego caminó por el pasillo, echando un vistazo rápidamente a las puertas entreabiertas de las habitaciones e ignorando a los cachorros en su caja de algodón. Entró al baño, se miró en el espejo pequeño en la pared y se examinó el atuendo, se acomodó el cabello y salió.

Con lentitud regresó a su asiento, habiendo fracasado al intentar toparse con Cipriano "accidentalmente".

Los invitados seguían llegando, siendo casi los mismos de siempre; Remy no acostumbraba a hacer fiestas enormes, aunque de alguna manera todo el pueblo se enteraba de sus festejos.

Calixto le ofreció a Antonina una bebida, la cual aceptó.

Antonina bebió un poco y se enfocó en el televisor que estaba encendido pero sin volumen.

De pronto, Cipriano salió de su habitación y saludó a los invitados sin percatarse de Antonina. Pero cuando volteó a verla, revivió la emoción de la última vez. Su mirada lo delató sorprendido, por tanto fue saludarla.

Antonina lo vio acercándose, y fingió que era cualquier persona al tiempo que se ponía de pie.

Cipriano le estrechó la mano con una fuerza un tanto provocativa, luego la atrajo hacia él y le besó la mejilla con lentitud.

Antonina se puso tan nerviosa que no pudo sostenerle la mirada y enseguida volvió a tomar asiento.

Cipriano sabía que la había cautivado, pero le dio un poco de tiempo para pensar al respecto y fue a saludar a los demás invitados.

Antonina lo siguió con la mirada, y sintió celos al ver cómo Cipriano saludaba a una chica de la misma forma que a ella.

Aquel acto hizo que Antonina pensara que Cipriano estaba jugando con ella, por lo que por unos momentos decidió ignorarlo.

Remy apareció detrás de un mesero que repartía los platos de comida y se sentó junto a Antonina.

Los demás meseros aparecieron y con elegancia repartieron los platos hasta el último invitado. Antonina jugueteaba con Remy mientras ambos comían, bromeando y riendo entre cada bocado.

Cipriano, que estaba sentado al lado de la chica que saludó también con un beso, los observaba atentamente mientras comía. Entonces los celos lo invadieron, y sin ofrecer disculpas se levantó de la mesa con su plato en la mano y fue a sentarse a la misma mesa que ellos.

Había una silla disponible junto a Remy, pero Cipriano tomó una de otra mesa y la colocó frente a Antonina.

Antonina sintió nervios al verlo frente a ella con una mirada desafiante. Antonina comprendió la razón por la que Cipriano se había acercado, y le halagó saber que él estaba celoso, pues indicaba que estaba interesado en ella.

En ese caso Antonina determinó jugar con él. Comenzó a tocar el rostro de Remy, y echaba un vistazo rápido para ver la reacción de Cipriano.

Remy le devolvía el gesto, y Cipriano empuñaba la mano bajo la mesa tratando de calmar sus celos.

Remy y Antonina continuaron jugueteando hasta que terminaron de comer. Cipriano no les quitó la descarada mirada de encima ni un segundo.



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En el texto hay: suspenso, novela negra

Editado: 10.09.2024

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