La mañana para Roderick fue tranquila, no hizo nada especial, su rutina fue la misma aunque se sentía raro no tener la mirada de su hija observándolo. Fingía no notar que ella lo miraba pero aún así extrañaba eso.
La tensión en la mansión era grande, por eso todos sabían que el más mínimo error y serán hechados.
Su preocupación no era tanto Roderick si no más bien Cecilia, para todos era una bruja exigente que solo vivía del dinero de los Heinrich. Solo la niñera la apreciaba porque la conocía desde que era una niña pero para los demás era una pésima persona, lo mismo ocurría con Charlotte, era mimada y caprichosa, una mini señora malvada. Era demasiado soportarlas a las dos pero debían hacerlo.
—¿Te pusiste repelente? Debes cuidarte de esos chupa sangre.
Lottie ríe ante la exageración de su madre.
—Me tomé ese jarabe asqueroso para poder hacer esto, hice todo para estar bien, así que vamos mami, ¿si?—Suplicó la pequeña.
Horas antes Cecilia planeó ir a la casa de campo, irían para que Lottie estuviera alejada de Roderick, era demasiado para una niña. De todos modos a él no le importa lo suficiente como para velar por la propia tranquilidad de su hija.
—Bien, déjame hacer una última llamada y nos vamos.
La niña sonríe y ve cómo su mamá se va a contestar su llamada, su sonrisa se borra cuando ve a su papá.
Las palabras que salieron de su boca esa noche, fueron demasiado frías y duras para cualquier persona, niño o adulto, como humanos pensar que un padre vive infeliz a causa tuya, es demasiado para uno mismo.
—¡Hiciste que me casara, ¿Es que acaso no es suficiente?! ¡Por tu culpa vivo una vida que odio…!
—Charlotte… yo…
Cecilia había regresado, su hija fue hasta ella y se escondió detrás de su vestido.
—¿Qué fue lo que…?—Cecilia intentó mantener la calma por su hija—Vamos, Lottie.
Roderick va hacia ellas.
—La niña se desmayó ayer, ¿Ahora planeas sacarla como si nada? —Roderick no entendía que pasaba en la mente de Cecilia.
—Como se ve que no sabes que tiene o necesita tu hija.—Buscó en su bolso y le lanzó unos papeles en el pecho que éste tomó—Ha tenido mucho estrés y preocupaciones, ¿Lo ves? Una niña tan frágil y delicada como Lottie en esa situación, ¿Por qué nos vamos? Mi hija está antes que estás migajas que lanzas, si quieres dar limosna ve al centro de necesitados, yo misma cuidaré de Charlotte.
Roderick quiso ir hasta su pequeña pero la niña solo se ocultaba detrás de su madre.
—Pequeña, lo que dije anoche… no fue…
Charlotte sale de su escondite y mira a los ojos a su padre.— Lo que sale por la boca es lo que siente el corazón.
Él quiso negar eso pero Charlotte ya se sentía lo suficientemente triste por solo recordar lo que había dicho su padre anoche, deseaba tanto no revivir ese momento en su cabeza pero solo regresaba.
Cecilia se colocó sus gafas negras.
—Lo más gracioso es que todos dicen que yo soy la mala, cuando el que usa un disfraz de oveja y por dentro es un lobo, eres tu, Roderick.
Su esposo la mira con seriedad.
—No es momento para tus tonterías, Cecilia.
Ella sonríe.
—Sigue siendo como eres, no me importa, Charlotte está de mi lado y te odia—Sonríe—Es lo mejor, ¿no? De todos modos no has sido un gran padre que digamos, Roderick.
Se fue al auto con su hija, dejándolo solo y con un gran dolor en el corazón.
Se tumbó en el suelo, a su mente llegó el recuerdo de las horribles palabras que pronunció anoche, al hablar de eso y que Charlotte lo haya escuchado. Le hizo darse cuenta de que es una terrible persona.
Unos pasos resonaron por la acera, unos resplandecientes tacones habían llegado hasta él, la figura de Mildred hizo acto de presencia.
—Madre.
La mirada de Mildred era fría, sabía bien que pasaba en esta casa, por eso vino tan pronto supo que su hijo había actuado como un idiota. Había hecho mucho daño a Charlotte, ella misma se encargó de sacar a su nuera y nieta para que la salud de la pequeña fuera la mejor.
—Tienes una semana exacta para corregirte o yo misma iré y encontraré a Amelia Anderson, la mataré y sepultaré su cadaver para que así ya no haya conflictos, ¿Está claro?—No iba a dejar que dejara a su familia por una mujer inferior a él—No te escucho, hijito.
Roderick aprieta su quijada.
—Está claro, madre.
En el corazón de Roderick estaba escrito Amelia, ella se convirtió en su todo y aquello en lo que deseaba luchar. Admite que, desde que nació Charlotte sentía que debía hacerla su todo pero, siguen vivo en su interior el gran amor de Amelia Anderson, quiero olvidar, necesita hacerlo para que su hija tenga lo que merece, una familia real.
Se tomó su tiempo, pensó en su pequeña, y su mirada la otra noche, es como si era algo que Charlotte ya esperara, como si no hubiera sorpresa de que no la amaba.
¿Su pequeña hija ya sabe que él odiaba esta vida?
Ese sentimiento de dolor al no haberle brindado todo lo que se merece Charlotte lo hace ver que ha sido alguien cruel, no solo con Lottie, también con Cecilia.
Hizo todo lo que quiso pero nunca pensó en su hija o su esposa, se dejó llevar por algo imposible, la mujer que siempre iba a amar pero, debía llegar el momento de romper esas cadenas con ella. Amelia ya no está a su lado, eso no sucedería, tiene a una niña que lo ve como su héroe, antes no veía las cosas así solo se sumergió en lo superficial y no es justo para Charlotte. La pequeña no le habla de sus problemas o si tiene algún amigo, en sí, ha sido un padre terrible.