En la antigüedad nuestra familia era muy respetada en el mundo de la joyería, éramos los distribuidores en grandes cantidades de joyas de mucho valor, teníamos todas las piedras preciosas, esmeraldas, rubíes, topacios, diamantes, etc. Teníamos oro, platino, rodio, lo más caro y poco abundante en el mundo era manejado por la familia Landvik, o sea, la mía.
Pero muchos siglos después situándonos en hace 70 años, nuestro negocio había quedado en la ruina, dejándonos con nada de opciones para contribuir en nuestros ingresos.
Así que a mi abuelo, el señor Harald Landvik se le ocurrió la grandiosa idea de entrar en el mundo del narcotráfico, se juntó con personas de un país latinoamericano que cargaban cientos de toneladas de coca al mes, empezó como todos empiezan alguna vez, como un lavaperros de la gente importante, y después se convirtió en el hombre más buscado y más rico de Noruega, haciendo de nuevo a la familia Landvik millonaria.
Ahora el negocio era nuestro, mi abuelo había muerto heredando a sus nietos sus problemas y sus cantidades de dinero sucio, tuvimos que mudarnos a América, para ser más exactos, Norteamérica y trasladar el negocio muy lejos de Noruega en donde éramos buscados. Claramente al ser el hijo menor no tenía toda la experiencia que necesitaba, pero mi hermano mayor iba a ayudarme en eso.
Mi imagen empezó a ayudar en el negocio, mi cara era lo único que servía para este, me convertí en modelo a los 17 años de edad claramente con una identidad falsa. Para todos mi nombre era "Jackson Harris" un ahora famoso modelo de las grandes marcas de la industria, pero mi verdadero nombre es Ivar Landvik, y detrás de toda esa farsa, estaba alguien que solo usaba su carrera como un disfraz para lo que en realidad era, un mafioso.
Impulsaba el negocio con todas las cosas que hacía tras la pasarela y los eventos, no sabía que los modelos podrían llegar a ser los mejores compradores que podíamos tener, eran tantos los hombres que se drogaban en esta profesión que nuestros bolsillos crecían cada día mas y mas.
No solo la vendíamos por mi parte, también estaba la cantidad de Dealers que teníamos en toda la ciudad, Nueva Orleans era un sitio de muchas oportunidades, en magnitud, llegaban turistas de todos lados y la droga se vendía muy bien.
No podía negar que no me gustara nuestro negocio, era la manera más fácil de obtener dinero, pero no podía evitar pensar en el daño que estaba haciendo en la vida de las personas que nos compraban, tantas familias destruidas y nuestra familia cada día más unida.
Mi familia era muy grande, veníamos de Noruega y ahora estábamos en Estados Unidos, en el país de las nuevas oportunidades, y una nueva oportunidad se abrió a nosotros cuando llegamos.
Voy a contar sobre ellos, empezando por mi padre, Herman Landvik, muerto. Después mi madre, Kira Macody de Landvik, una mujer demasiado extravagante para su edad, tiene 56 años, pero se ve mucho más joven por las muchas operaciones estéticas que se ha hecho.
Continuamos el linaje con mi hermano mayor Björn, con 39 años de edad y quien ahora estaba encargado del negocio, un hombre muy alto como todo buen noruego, muy elegante y apuesto, aunque no más que yo, un perfecto cabello y una barba color gris le hacían resaltar, las canas le empezaron a salir cuando cumplió los 35 y decidió dejarlas como una marca de "sabiduría", aunque era más por ignorancia, decía que un hombre no podía teñirse el cabello o perdería su hombría.
Después estaban mis hermanos gemelos, Joel y Kenji, dos chicos rubios exactamente iguales, había pasado mi vida confundiéndolos y llamando a uno por el nombre del otro, rubios y altos, apuestos pero estúpidos, bueno, Kenji era más inteligente que Joel. Ambos con 23 años.
Seguía mi hermana Emma, con 22 años de edad, rubia como yo, muy hermosa, ojos azules y una estatura perfecta, cualquier chica envidiaría tener sus medidas, lo único que me molestaba de ella era que era una engreída, petulante y arrogante chica.
Por último estoy yo, el hijo menor y el favorito de la familia, Ivar Landvik, o en el mundo de la fama más conocido como "Jackson Harris", me gusta mi nombre americano, me hace sentir importante. Soy alto, ojos azules como los de mis hermanos, cuerpo musculoso y marcado por los muchos años de empeño en el gimnasio. Decidí seguir el ejemplo de mi hermano dejándome crecer el cabello y la barba, solo que mi barba y mi cabello eran rubios, lo cual me hacía parecer al Dios de los cristianos, o eso me decían, me llamaban en las pasarelas como el Jesús moderno. Con 21 años de edad.
Terminando con la descripción de la familia Landvik esta Garm, nuestro perro infernal, un chihuahua negro muy pequeño, que no le daba miedo a nadie, pero era muy amado por todos.
En el negocio había mucha abundancia, pero también mucha competencia, aunque quienes tenían la suficiente valentía para enfrentarnos siempre terminaban bajo el piso. Excepto a los Wilson, llevábamos años tratando de vencerlos, con una guerra casi de por vida, pero nos habían hecho una competencia bastante fuerte. Eran también una familia pero de norteamericanos, quienes escondían el verdadero negocio tras cadenas de restaurantes muy importantes en el país.
La familia Wilson era bastante retadora, compraron una mansión frente a la nuestra, a las afueras de la ciudad. No sabiendo si estaban ingeniando un plan para matarnos, nosotros si lo empezamos a hacer en cuanto nos enteramos de que los Wilson vivían frente a nuestras narices. Teníamos algo en común, compartimos el mismo pensamiento, ganar.
La diferencia de la familia Wilson a la nuestra era que estaba encabezada por el padre, llamado Bill Wilson, su esposa y madre de la familia había muerto en un enfrentamiento con otro grupo de narcotráfico antes de que nos conociéramos y nos hiciéramos enemigos, no la conocí, pero lamento que la hayan perdido de esa manera.