En los ojos de la reina

Capítulo 7: Ataque

Me alejé de la orilla tan pronto como mis ojos le vieron y mis oídos le oyeron. Pude sentir como un vacío surgió dentro de mi estómago dirigiendo mi vista hacia mis guardias señalando la zona con ansiedad y rapidez.

—¡Hay alguien ahí!

Mis dos guardias no dudaron en colocarse delante de su princesa al mismo instante que un estruendoso sonido nos perturbó, pues de la nada, una parte del puente estalló al tiempo que observaba como aquel sueño mío se desmoronaba. De manera instintiva, mis guardias me resguardaron ante mi actitud pasmada por el suceso, al tiempo que me decían que corriera. Esa fue la primera vez que los escuché hablarme, aunque sus palabras fueron las mismas una y otra vez: corra, corra, corra.

No les cuestioné la orden. Mis faldas se levantaron y con dificultad avancé lo más rápido que pude, sin embargo, para cuando estábamos a nada de llegar al final del puente con los gritos de Damián y el general retumbando, una fila de bombas preparadas rudimentalmente, cayeron en línea con intención de que no atravesemos el camino. Ante las violentas llamas alzándose desde el suelo del puente hasta nuestros rostros, uno de mis guardias me cubrió cual si fuera una manta sobre mí.

Ambos caímos tan pronto como la fuerza de la explosión nos arrastró centímetros más allá de la agresión. Tras levantar la mirada, observé que era tarde, pues aquel guardia que me envolvió estaba muerto porque un par de flechas le atravesaron la espalda. Ese hombre del cual ni siquiera me digné a preguntar su nombre había dado su vida para salvarme. Fui capaz de ver como sus dorados ojos se despojaban de la vida pese que creía que no le agradaba. Y puede que no sea ajena a la muerte, pero jamás en mi vida vi a alguien perderla, por lo que pasmada, permanecí a su lado en el suelo contemplándolo hasta que el otro guardia restante me sujetó de la cintura para reincorporarme.

—Corra, princesa —gritó aterrado.

No lo comprendía. El puente ya debía de haberse caído por las explosiones, sin embargo, no es hasta que nos acercamos a la orilla que logré visualizar del porqué no lo estaba. Y es que una parte del puente era sostenido por Damián y otros fuertes que se encontraban colocando toda su fuerza posible en el cableado y cimientos para detener el decaimiento de la estructura, aunque aún con ello el puente se estaba inclinando de modo que se convirtió una subida pesada para mí y mi guardia que debimos emprender, pero teníamos que darnos prisa porque en muy poco el puente caería.

No supe cómo, pero sin esperar su presencia el seguidor que vi debajo del puente apareció a un costado nuestro portando una daga muy larga más parecida a un hacha. Me habría apuñalado si no fuera que mi guardia se colocó al frente lanzándome ligeramente hacia atrás para luchar por mí en lo que yo subía, sin embargo, ya había perdido un escolta y no pensaba enviar a otro a su muerte.

—¡Suba ya! —escuché la feroz voz de Damián a lo lejos sabiendo que ya no podrían sostener más los extremos del puente. Las piernas me temblaban y los latidos de mi corazón podía sentirlos en la garganta.

—No —susurré regresando con mi guardia para tomar la daga del otro guardia que ya había caído por la explosión con anterioridad. Respiré y apunté.

"Eres fuerte. Creo en ti" me dije justo en el momento que vi a aquel descuidado hombre sonreír con locura sin sus pares de dientes frontales decidido a apuñalar a mi guardia en el diafragma, pero la daga se clavó justo en su espalda haciéndolo tambalear al tiempo que le otorgó a mi guardia, colocar su daga en el vientre del hombre consiguiendo que este se tropezara y rodara hasta la parte rota del puente y cayera.

Mi real no pensó más en aquel seguidor. Se levantó y tomó de mi mano para primero ascender al puente y así ayudarme, pues yo todavía me encontraba en cierto trance por el suceso. Me ofreció su mano, sin embargo, cuando mi pie se sostuvo en una varilla fuimos atacados de nuevo con una onda de fuego cruzado en la otra parte de los cimientos que aún estaban firmes y lo cual no nubló la vista causando que me soltara la mano y cayera de sentón de la misma forma que mi pierna derecha ardió.

Tan pronto como descarté el dolor, me levanté sosteniéndome de la varilla más cercana que conseguí ver, aunque mi torpe vestido se atoró en ella y pese que jalé de él, no conseguí deshacer el amarre imposibilitando mi ascenso, mientras miraba a mi guardia pelear con más rebeldes que habían interceptado el puente.

El muelle estaba por caer. Podía escuchar su estructura quebrajarse a cada segundo. El puente se inclinaba cada vez más faltando solo un metro para que el último pedazo se cayera.

—Ya no puedo más —me dije jadiando con mis brazos temblando.

Estaba a punto de rendirme cuando entonces una mano sostuvo mi antebrazo firme y conciso.

—Te tengo —espetó jalándome de tal modo que mi vestido por fin se rasgó y pude ascender hasta arrastrarme un metro de la ruptura.

Con cansancio, me tiré al suelo y me recosté sobre lo poco que había quedado del puente respirando tan fuerte que sentí mí garganta arder.

—Es bueno... volver a verte, Ron —jadee escuchando sus jadeos iguales a los míos.

—Lo mismo digo.

Ambos compartimos una sonrisa cansada, aunque él yacía de rodillas mientras yo me mantuve recostada. Entonces, un rostro se acercó. La mitad de la cara de mi guardia seguidor estaba raspada y llena de hollín por las explosiones.

—Perdóneme, Su Alteza —decía una y otra vez para mí—. No quería soltarla —no dejó de disculparse-. Salvó mi vida y yo... no pude hacer lo mismo.

Aún en el suelo y sentada le dije a mi guardia que estaba bien, pero entonces apareció Damián separando a mi guardia y a Rolan de mí. Todo yacía controlado aparentemente, pese que el desastre era claro. Su mirada, no sé observaba ni afligido o enojado, pues siempre fue difícil descifrar su estado de ánimo, aunque para mi sorpresa, me tomó de los hombros con suavidad para levantarme, sin embargo, no pude mantenerme de pie por completo.




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