En manos de un psicópata

Capítulo 14

—No puede abortar —le dijo el médico ante la expresión incrédula de Susana.

—¿No se supone que Estados Unidos es un país donde el aborto es permitido?

—No todos los estados, aquí se permite hasta las seis semanas, usted ya tiene doce semanas. Es ilegal, a menos que pueda viajar a otro estado donde se permitiría, pero su seguro de salud probablemente no lo cubriría, además en sus condiciones no podría viajar y…

—Entonces quiero darlo en adopción —lo interrumpió Susana con voz firme.

El médico se quedó en silencio mientras la mujer tensaba su mirada. Ella sabe lo que son los orfanatos, sabe lo triste que es vivir esperando ser adoptado, pero ha escuchado que los bebés tienen mayores probabilidades de ser adoptado.

Otro punto es que si cría al hijo de Antonio vivirá pensando que un día este aparecerá para hacerlo desaparecer, ¿No sería un obstáculo para sus planes el nacimiento de un hijo no deseado? Sumando además que ella no está en condiciones económicas para cargar con todo esto.

—Para eso tenemos que llamar a una asistente social —masculló el médico mirando de reojo a Edward. Debe pensar que es el padre del bebé. Y de seguro debe parecerle mal que no cuestione una decisión tan radical en su mujer.

Edward solo mira en silencio, y aunque luce preocupado, no dijo palabra alguna. Hasta ahora no le ha conocido pareja a Susana ni menos que haya salido a tener una relación fugaz para haberse embarazado.

—¿Estás segura de esto? —le preguntó, apenas salieron de la consulta.

—Sí, no sería buena madre, no tengo un ejemplo de lo que es cuidar a una criatura —respondió sin mirarlo, caminando de mala gana por el pasillo del hospital.

—Yo podría ayudarte —exclamó y Susana detuvo sus pasos, girándose divertida hacia él.

Aunque su sonrisa es sincera y Edward lo entendió así.

—Tú en el futuro tendrán tus propios hijos, no cargues con problemas de otros, más cuando solo soy tu inquilina —dicho esto colocó su dedo en su pecho sonriendo.

Al voltear su rostro se invadió de una expresión amarga que el hombre no pudo ver.

—Cuídate, gracias por traerme, ahora me voy a casa —agregó sin mirarlo ni detener sus pasos.

—¿No quieres que te vaya a dejar a tu casa? —le preguntó preocupado.

—No, aprovecha a visitar a tu madre, dale mis saludos.

Dicho esto, Susana se alejó aún más saliendo del hospital. Al sentir el fresco aire exterior suspiró de mala gana, y no pudo evitar que su mirada se detuviera en su vientre. Alzó su mano para tocarse, pero se detuvo y movió la cabeza a ambos lados.

Es lo mejor, no solo para mí, también para ti, necesitarás padres estables, un cariño que yo no podría darte porque no sé qué es el amor maternal. Y lo principal mantenerte lejos de ese psicópata…” Titubeó aguantando la necesidad de fumar, ahora no puede hacerlo. Por otra parte, intenta calmarse, a veces cree en la idea de que en verdad para ese tipo ella ya no existe, ya se vengó casándose con ella y luego usándola como un objeto y ahora que ha logrado su objetivo de apoderarse de todos los bienes de los Fave se ha olvidado de su existencia “¿Y si tal vez no pasa nada? Si Antonio no vuelve a aparecerse jamás en mi vida, ¿podría vivir tranquila con ese niño? ¿Podría ser… buena madre?”, pensó. Si hasta ahora no ha aparecido, es evidente que solo la usó como una herramienta para engañar a su abuela. Sin embargo, no puede aun así quitarse esa incertidumbre de ser constantemente seguida y vigilada, nada le asegura que no la buscara para hundirla como lo está haciendo ahora con los miembros de la familia Fave. De que ella no esté en su lista de gente de la cualquiera vengarse y solo la dejó huir para que viera como su familia se hunde en la desgracia antes de perseguirla como un gato a un ratón y acabar con ella.

Giró su cabeza a ambas direcciones sin ver a alguien sospechoso o que le prestara demasiada atención. Sonrió con ironía, en verdad está comenzando a perder la cabeza, tal vez son solo delirios de persecución infundados.

Llamó a un taxi y salió de ese lugar.

Al llegar a casa se dejó caer en su cama. No puede evitar pensar en esta situación y cuestionándose su decisión. Prendió el televisor y lo primero que vio fue el rostro de Antonio sonriendo con amabilidad.

Tensó su mirada sentándose en la cama y abrazando un cojín con fuerzas. Todo esto es una burla del destino ¿Cómo puede ser posible que ella, que siempre tomaba sus pastillas anticonceptivas en forma regular, haya quedado embarazada?

El hambre feroz de su estómago que gruñía sin compasión la obligó a salir de la cama apagando el televisor. Abrió su refrigerador para solo encontrar lechugas y pepinos. Al fondo había una bandeja de huevos.

En su nuevo estado necesita comer más que solo lechugas y pepinos, porque con todo esto se ha dado cuenta de que su rechazo a las carnes y esas constantes náuseas eran causados por su embarazo.

Picó las verduras y coció dos huevos que luego cortó y dejó caer encima de la ensalada, la aliñó y se la comió viendo una película. No es propio de ella llorar, no es propio luego de sentir que durante toda su infancia lloró lo suficiente para no volver a hacerlo más durante toda su vida

Pero no sabe si llora por la película o porque se está enfrentando a una situación por la que no está preparada. O porque ese hijo es atar ese hilo que tanto ha deseado que desaparezca. Es un lazo con Antonio Fave que será imposible de cortar.

Se tomó la pastilla de ácido fólico antes de irse a dormir, por ahora no hay nada que pueda hacer, mañana debe volver a la oficina y la asistente social irá a su casa el fin de semana para hablar con ella y el tema de la adopción de su bebé.

Esto acabará pronto” se consoló adormecida, luego de dar a luz planea irse a otro país, uno desconocido y lejano en donde nadie podría encontrarla.

—¡Buenos días, Susana! Es bueno tenerte devuelta —dijo su compañera de puesto al verla llegar a la oficina aquella fría mañana—. ¿Cómo sigue la gripe? ¿Ya estás mejor?




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