Me adentré en el baño y miré mi reflejo en el espejo, ¿porqué sentía algo tan extraño ante tu mirada?
Suspiré y lavé mis manos intentando simular haber hecho mis necesidades.
Salí del baño para despúes toparme con tu rostro y recibir un largo suspiro de tus labios que acarició levemente mi nariz.
-¿Cómo te llamas? -preguntasté.
—Nicole, ¿y tu? -te respondí.
—Otis.
Tomaste mi mano y nos adentramos al baño del que había salido antes.
Te sentaste sobre la tapa del váter y me pedisté con la mirada que me sentara sobre tu regazo, y no me negué.
Tanto el vello de tu piel como el mío, se erizaron causándonos escalofríos.
—Tu mirada me cautiva hasta el punto de volverme loco -me susurrasté.
Reí ante lo absurdo que me parecía lo que me habías dicho para despúes incorporarme y dirigirme de nuevo a la mesa.
Tomé asiento y lo besé constantemente para despúes seguirte con la mirada hasta que tomaste asiento, enfrente mío.
Tras aquella cena, todo seguía igual.
Mientras hacía el amor con él, tú no habitabas en mi mente. Mientras dormía, tú no habitabas en mi mente.
Simplemente era como si no existieras para mí, o eso quería creer.