En qué estrella estará

CAPÍTULO 25

You see the smile that's on my mouth
It's hiding the words that don't come out
And all of my friends who think that I'm blessed
They don't know my head is a mess
No, they don't know who I really am
And they don't know what I've been through like you do
And I was made for you. //

Ves la sonrisa que está en mi boca,
Está escondiendo las palabras que no me salen,
Y todos los amigos que piensan que estoy bendecida,
Ellos no saben que mi cabeza es un desastre,
No, ellos no saben quién soy realmente,
Y ellos no saben por lo que he pasado como tú lo sabes,
Y yo fui hecha para ti.

Sara Ramírez

 

Cuando volví a la consciencia, estaba en una sala de emergencias. Escuchaba gritos por todas partes y no entendía nada. No sabía qué estaba haciendo ahí. Lo último que recordaba era que estaba en la cocina, por prepararme un té.

Intenté incorporarme pero unos fuertes brazos me empujaron hacia la camilla. Miré hacia el costado cuando sentí un punzante dolor en el brazo izquierdo. Me estaban colocando una vía. Intenté hablar, o gritar, pero no me salían las palabras. Giré mi cabeza hacia la derecha y, detrás de unas puertas de vaivén, ví a Francesco. Se lo veía muy preocupado, e intentaba mirar hacia adentro, sin éxito.

Un médico me llamó la atención chasqueando los dedos.

-¿Puede escucharme? ¿Se siente bien? ¿Puede seguir esta luz?- ¿Cómo pretendía que respondiera si no dejaba de hacer preguntas? Inmediatamente después, me cegó con una linterna. Cerré los ojos instintivamente pero me pidió que los mantuviera abiertos y que siguiera la luz.

Escuché un montón de tecnicismos que no entendía, y de pronto me empecé a sentir adormilada. Alcancé a escuchar al médico diciéndome que me había dado algo que me ayudaría a dormir y descansar mientras esperaban los resultados de algunos estudios.

Volví a dormirme y así estuve hasta que me desperté. Ya estaba en una habitación común de hospital. Miré a mi izquierda y encontré los ojos de Francesco que me miraban con una mezcla de amor y preocupación.

-Hola, preciosa. ¿Cómo te sientes?-

Abrí la boca para hablar, pero la tenía completamente seca. Hice señas a Fran, que me acercó un vaso con agua y lo vacié en un instante.

-Estoy cansada, pero creo que bien. ¿Por qué me he desmayado?-

-No lo sé, estos cabrones no me dicen nada. Hace horas estoy preguntando, y nada-, suspiró con furia, con los puños apretados y mirando enojado hacia la puerta.

Como si lo hubiéramos invocado, el doctor que me atendió en la sala de urgencias apareció en la puerta de la habitación. Los dos nos giramos hacia él. Sonrió de manera afable y se acercó a nosotros.

-Qué bueno que está despierta, así puedo hablarles a los dos.-

-¿Qué me pasó, doctor? ¿Qué tengo? ¿Por qué me desmayé? ¿Estoy enferma?- Vaya, ahora era yo la que no podía dejar de hablar y hacer preguntas.

-Afortunadamente no tiene nada grave. El examen de sangre reveló que tiene anemia bastante elevada. ¿Se ha estado alimentando bien últimamente?-

-Más o menos-. Respondí, algo recelosa.

-Entiendo. Bien, en un rato pasará la nutricionista para indicarle qué alimentos la van a ayudar a recuperar el hierro que está necesitando, y le recetaré un suplemento vitamínico. Normalmente con la alimentación sería suficiente, pero el bebé necesita toda la reserva posible-, sonrió con empatía.

Quedé con los ojos como platos. Tenía que haber escuchado mal. Pero miré a Francesco que tenía la misma cara que yo, e imaginé que no podíamos habernos confundido los dos.

-¿Perdón? ¿Ha insinuado que estoy embarazada?-

-No. No he insinuado nada, lo estoy afirmando. ¿Cómo? ¿Ustedes no lo sabían?-

-Claro, y esta es la cara de alguien que ya sabía-, ironizó Francesco.

-Lo siento-, dijo el doctor. -Fue error mío asumir que ya lo sabían. Está embarazada, señora. De pocas semanas, pero con un ultrasonido podremos saberlo con exactitud. Los valores de los análisis son normales y consistentes con el embarazo, así que si están de acuerdo ordenaré una ecografía urgente para chequear que todo esté en orden. Volveré enseguida.-

Cuando el doctor salió de la habitación, Francesco me miró. Tenía lágrimas en los ojos. Yo ya estaba llorando.

-Vaya...- dijo.

-Vaya,- respondí. -Esto sí que no me lo esperaba-.

-Yo tampoco, Trini. ¿Cómo te sientes?-

-Asustada. Siempre pensé qué pasaría si volviera a quedar embarazada, pero lo veía tan lejos en el tiempo, y saber que es real me llena de miedo. No podría soportar que pasara lo mismo que con Estrella, Fran. No podría-, dije entre llantos.

Francesco me abrazó y me acarició la cabeza.

-Yo no puedo prometerte que no pasará nada, amor. Pero sí te prometo que estaré a tu lado, y que no te abandonaré en ningún momento. Estamos juntos, y vamos a poder con esto. Entiendo que tengas miedo, yo también estoy aterrorizado, pero le debemos a este bebé estar en paz. ¿Sabes cómo le llaman a los bebés que nacen después de una pérdida gestacional?-

-¿Cómo?- respondí.

-Lo leí en un libro. Se llaman bebés arcoíris. Creo que es una hermosa metáfora. Son bebés que vienen a iluminar la vida de unos papás que han pasado la peor de las tormentas. Pase lo que pase, este bebé es nuestro arcoíris, y yo confío en que Dios nos ayudará y nos dará la paz que necesitamos-.

Lo miré y sonreí. Me estaba dando la calma que necesitaba en ese momento.

Una media hora después, vinieron a buscarme para hacerme el ultrasonido. Todo estaba perfectamente bien. De acuerdo al tamaño del bebé y la fecha de mi último período, había sido concebido la noche de nuestra borrachera, apenas había llegado Francesco a la casa de mis padres. ¡Bendita borrachera! Después de todo el alcohol no me había hecho tanto daño, pensé entre risas.




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