La primera rosa que me diste aún la tengo dentro de mi diario de la adolescencia. Aún la llevo dentro de las primeras hojas en las que escribí lo mucho que me gustabas.
Eras tan enigmático, tan divertido e inteligente, que lograste ganarte mi corazón de inmediato. La típica historia de amor adolescente.
Ahora todo se ha esfumado.
Aún te amo, por más que mi corazón esté roto y resquebrajado, aún puedo amarte. Por eso es que hago todo esto.
Te imaginarás la sorpresa que me llevé hace unos días al verte sobre una camilla, inconsciente. En todos mis años de ejercer como doctora, nunca me había pasado tanto agobio y miedo cuando anunciaron tu llegada a emergencias.
El rojo nunca ha sido tu color favorito. Y esa noche estabas bañado en ella. Escarlata por todas partes. Fue la peor escena que he visto en toda mi vida. Ver a la persona que más amas inconsciente para que no sienta dolor...créeme que es insoportable.
Sé que llegará a leer esto, despertarás.
No sé en qué estabas pensando al emborracharte de esa manera. ¿No pensaste en que habrá una solución?
¿Por qué buscaste la salida más fácil? ¡Es que acaso eres idiota!
Por favor, necesito tanto verte sonreír...ver tus ojos. Escucharte decir mi nombre a susurros como me gustaba escucharte.
Por favor...despierta.
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Editado: 05.09.2020