En Tus Brazos

CAPÍTULO 23

B e t h 

 

 

Me quedaba corta al decir que Paris era la novia más hermosa que había visto, ese vestido estilo sirena se ajustaba de manera perfecta a su delgada figura; además, al estar su cabello trenzado en un elegante moño dejaba al descubierto su espalda y unos hermosos pendientes colgando de sus orejas.

Pareció notar que no dejaba de verla y al voltear a verme, note su maquillaje con colores nude, brillos, labios con un ligero toque de color y para completar, largas pestañas.

¡Mi hermano sin duda moriría al verla!

La madre de Paris estaba por llorar, cuando llamaron a la puerta y al notar quién entraba mi boca se abrió por el shock que me ocasionó al ver a Dani.

Claro está que el grito de Paris no se hizo esperar y cayó en un sillón blanco que gracias a dios estaba bastante cerca para impedir su caída al suelo.

—¡¿Qué te has hecho en el cabello?! —gritó la señora Elliette.

Algunas de las compañeras de Paris la abanicaban para que no colapsara al ver a su hermana con el cabello rubio casi platinado y es que, no era un secreto para nadie el cierto odio que tenía Paris por algunas rubias.

—¡Estás horrible! —exclamó Paris, con bastante dramatismo—. No pienso casarme, mientras mi hermana luce como mi enemiga.

Ahora las que estaban a punto de colapsar éramos todas nosotras por la decisión tan precipitada de Paris por algo tan sencillo con el cambio de color en el cabello de su hermana que, pese al disgusto de Paris, hay que aceptar que le queda muy bien.

 —¿Puedes dejar de ser tan ridícula? —preguntó Dani, con bastante disgusto por el drama armado de su hermana—. De todas formas, no tienes otra opción que casarte hoy, no habrá otro idiota que te proponga matrimonio.

Todo de nuevo se volvió un caos y esta vez me tocó unirme, no era justo que a mi hermano terminaran llamándolo idiota.

—¡Todas, salgan! —la señora Elliette nos sacó prácticamente arrastras de la habitación—. Yo hablaré con este par de jóvenes, mientras tanto ustedes vayan adelantándose.

En esta familia siempre reinaba el drama con estos hermanos, así que no debería sorprenderme este tipo de situación en Paris, incluso cuando estaba a horas de casarse con mi hermano.

Dejando a las chicas con una sonrisa bastante incómoda, fui en dirección al jardín encontrando a Elías platicando seriamente con nuestro hijo. Mi pequeño Elían lucía demasiado tierno con ese traje negro exacto al de Elías.

—Neil no ha dejado de llamar —se quejó Elías tal cual como un niño—. ¿Podemos irnos para que me deje en paz?

—¡Yo quiero ver a Cam, mami!

Asentí distraída ante la petición de mi hijo, pero no sin antes acomodar su corbatín como por quinta vez. Elían empezó a gruñir por lo molesto que se sentía el corbatín, pero de pronto se sobresaltó cuando se escucharon unos gritos provenientes de adentro.

—¿Qué está pasando allá adentro? —Elías estaba confundido al escuchar tantos gritos.

Suspiré, sin querer dar muchas explicaciones.

—Estoy casi segura de que no quieres saber.

—Entonces, mejor no me digas.

—Yo sí quiero saber —saltó Elían a responder—. Dime mami, yo sí quiero saber.

El pequeño trató de pasar por nuestro lado para ir en dirección a los chillidos de Paris, pero Elías logró tomarlo del cuello de su saco negro, cosa que me molestó porque de nuevo ese corbatín estaba torcido.

—¿A quién salió este niño tan chismoso?

Ignorando las quejas y gritos de las Kellman, agarré a Elían de la mano y con Elías detrás de mí, salimos de la casa para ir al lugar donde sería el matrimonio de mi querido hermano con la mujer que no dejaba de maldecir tras nosotros.

Comprendí la histeria de Paris, los nervios debían estar influyendo un poco para estar comportándose así, pero al fin y al cabo ella estaba con su madre y hermana que sabrían cómo tranquilizarla. A diferencia de mi hermano, que debía de estar solo lidiando con sus nervios. Por eso cuando llegamos traté de buscar rápidamente a mi hermano, pero entre tantos invitados no lograba encontrarlo, cosa que me sorprendió porque desde un principio ellos aclararon que todo sería sencillo. Supongo que el concepto sencillo que tenía Paris era bastante diferente al mío.

Dejé a Elían en manos de Elías, este niño estaba que cortaba el brazo de su padre para zafarse y venir detrás de mí, pero decidimos que lo mejor era que estuviera en manos de Elías, ya que este sabía mejor cómo controlar la energía interminable de mi pequeño. Aunque, ese niño inteligente nos aseguró que se portaría bien, se nos hacía más factible tenerlo cerca, así fuera encadenado a nosotros.

Mientras buscaba a mi hermano no me pasó desapercibido lo hermoso que era el lugar, la decoración con rosas blancas, los detalles en dorado y sin mencionar lo hermosa que era la vista al mar, pero sin duda lo mejor de todo era mi hermano quien estaba sentado en el área de los invitados mientras se mordía sus uñas.

Corrió hacia mí tan pronto me vio y no perdió la oportunidad para preguntarme por su pronto esposa.



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En el texto hay: romance, amor, embarazo

Editado: 11.04.2024

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