Los miércoles eran los "días divertidos" aquí en el hospital, un día en el que los pacientes que estaban en mejores condiciones salían al patio a comer con su familia que venía a visitarlos, y aquellos que no podían moverse demasiado permanecían en sus habitaciones en compañía de las personas que más querían. Por último, aquellos que estaban en tu estado, uno bastante crítico si puedo agregar, tenían el privilegio, si se le podía llamar así, de que las enfermeras les dieran un tratamiento especial. Había un grupo de ellas que se encargaban de visitar tu habitación, y se encargaban de arreglar tu cabello, te ponían algo de rubor,para dar la impresión de que estabas viva y hacían que tu apariencia se viera mejor. Si me preguntaban a mí, diría que nada de ello era necesario. Tu elegancia infinita no necesitaba retoques, tu eras perfecta así como lo eras.