En tus recuerdos

En algún lugar

 Desperté con el sonido de un cascabel, como el que solía hacer ruidos en el collar de Niebla. Me incorporé torpemente del suelo en el cual estaba nuevamente, sin abrir los ojos los cuales casi por reflejo comencé a frotar; creí que todo lo que recordaba anterior a mi desmayo había sido un sueño, más bien una pesadilla. Pero al abrirlos note que me encontraba en un lugar diferente, en un salón del mismo tamaño que mi comedor, aquel totalmente destrozado. Note en las paredes, similares a las de mi casa, grandes rasguños y pedazos de papel tapiz desgarrado y corroído por el lento pasar del tiempo. Podría jurar que se parecían mucho a mi casa, pero en sus paredes yacían en el olvido. 

       Me levante. ¿Qué le había pasado a mi familia? Extrañaba incluso a mis tontos primos. Comencé a tocar las paredes hasta llegar a una ventana que estaba cubierta de polvo y no pude evitar mirar a través de ella pero no se podía ver al exterior, ni siquiera se presentaba mi reflejo. Y de la nada una sombra demoniaca con esos tan similares ojos rojos se mostraba del otro lado del cristal, lo que me provoco, con mi aturdimiento, tropezar y cortarme las manos con un vidrio de lo que solía ser un espejo, en el cual extrañamente no podía ver mi reflejo nuevamente. Del susto comencé a correr intentando buscar salir de ese horrible lugar. 

 Intente salir por la puerta principal en la cual esta sombra ya me estaba esperando, desesperada corrí hacia otra ventana obteniendo el mismo resultado en cada una de las posibles salidas, lo único que conseguía era ser dañada por la sombra. Perdí la noción del tiempo. Cansada y frustrada me resigne y me hice un ovillo contra la pared, nuevamente las lágrimas corrían por mi rostro y note como mi ropa había adquirido un aspecto similar al lugar en donde estaba; llena de polvo y rasgada. No había más esperanza, jamás saldría de ese horrible lugar.  

Tenía miedo, desconocía lo que me había pasado, tanto a mí como a mi familia. No quería recordar lo que había ocurrido. Extrañaba ya a cada uno de ellos. No sabía dónde estaba, no había coherencia en todo lo que había ocurrido. ¿Cómo era posible que hacía un segundo todo era muy diferente y ahora todo fuera tan horrible? Pero el cascabel con el que desperté resonó despejando mis inútiles pensamientos; al alzar la vista, Niebla estaba allí con su cara de tonto y relucía su pequeño cascabel. Comenzó a lamerme la cara y a morderme la ropa, lo acaricie y poco a poco logre tranquilizarme. Nuevamente había vuelto y ya todo estaría bien. Probablemente pasó mucho tiempo, pero en aquel lugar era difícil distinguir si era de día o de noche, en cada una de las habitaciones solo se reflejaba una tenue luz azul, que me recordaban la eterna despedida del Sol al cielo.  

Después de un rato me incorpore y note que Niebla quería que lo siguiera, tirando de mi ropa hacia una dirección que yo sabía no tendría una salida. Le dije a Niebla que dejara de intentarlo pero él se mantenía insistente, lograba captar en sus ojos una gran tristeza cada vez que tiraba de mí, era extrañamente familiar esa mirada. Después de todo me convenció como aquellas veces que tiraba sus juguetes en mis pies para que yo jugara con él. Finalmente tenía que salir algún día de allí.  

Comencé a caminar siguiendo a Niebla por cada una de las habitaciones de ese lugar, era una casa de dos pisos. Era como si el me mostrara la casa como un vendedor de bienes raíces muy tétrico. Tuve curiosidad por subir al tejado pero recordé que talvez la sombra sentiría que estaría intentando de escapar así que olvide esa idea. Al parecer solía ser una casa en la cual antes habitaba una familia no muy grande con hijos, por lo menos uno. Había una chimenea, escaleras, había también una habitación con muñecas de porcelana, pelotas y una bicicleta que se parecían mucho a los juguetes que solía tener cuando era más pequeña. Talvez quien vivía aquí tendría mi edad hoy pero en verdad no me imagino que alguien haya jugado con estos juguetes.  

 

        Algunas habitaciones estaban completamente vacías, como la habitación en la que desperté, otras tenían objetos llenos de polvo, ninguno llamo tanto su atención hasta que entro en el que probablemente sería el cuarto con más luz. Este cuarto estaba completamente iluminado por una ventana que aunque evitara ver el exterior dejaba pasar una luz extrañamente naranja comparado con la iluminación de las otras habitaciones. En medio de la habitación solo había un cofre el cual permanecía cerrado, como esperando a ser abierto. Niebla comenzó a ladrar pero lo ignore, el no paso la habitación y se quedó en el marco de la puerta mientras yo me acerque a ese cofre tan misterioso, era parecido a una maleta de viaje pero este ya solo era utilizado para almacenar cosas que pudieran ser de vital importancia. De pronto la habitación se encontraba demasiado silenciosa y note que Niebla ya no estaba allí. Lo llame un par de veces pero nuevamente ignore su ausencia, casi hipnotizada por el misterio del cofre no di importancia que el collar de Niebla estaba tirado en el piso. 



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En el texto hay: psicologico, violencia explicita, desapariciones

Editado: 21.02.2018

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