—¿Sabes qué, Nikolai? —dijo Nadia apenas él comenzaba a despertarse del somnífero—. Tú siempre me dijiste que debía aferrarme a la vida, no importa cuan duro fuera.
Nikolai, sonrió. Aquel rudo hombre de la mafia, de cabellos claros y ojos azules no se muestra intimidado a pesar de darse cuenta que le han quitado la camisa y sus muñecas están esposadas al dosel de una cama. Es más, incluso parece estar ansioso por lo que aquella cobarde policía planea hacer ¿Un juego de seducción?
—¿Lo recuerdas? Cada vez que me torturaban tus hombres y cuando dejaba de aferrarme a tu promesa de amor, suplicando la muerte, aparecías tú, como un demoniaco ser detrás de tu fachada angelical, y repetías "aférrate a la vida" limpiabas mis heridas mostrándote preocupado, me dabas cierta calidez para después empezar el otro día con otra ronda de torturas y golpes —Nadia a pesar de sus palabras le sonrió con ternura, la misma ternura del día que creyó en las palabras de aquel líder de la mafia.
Nikolai entornó sus ojos satisfecho sin borrar la sonrisa de su rostro.
—Solo quería hacerte fuerte, no podrías ser mi novia sino lo fueras...
Nadia lo miró, divertida, riéndose.
—Te lo agradezco —le dijo con los ojos bien abierto sacando su pistola y agitándola cerca de su misma cabeza—. Aun en las noches sigo escuchando sus insultos y mis gritos. Me recuerda que este mundo bastardo no sobreviven las personas que son como yo lo era antes.
—¿Y esta es tu forma de vengarte? —le preguntó Nikolai, ansioso por lo que puede esperarle.
—Sí —respondió Nadia entrecerrando los ojos.
Su sinceridad es tan brutal que el hombre no puede evitar dejar escapar una carcajada. Nikolai aun no olvida a la joven detective con sonrisa suave que se acercó cuando estaba detenido creyendo que podría "salvar la humanidad" atrapando a los malvados mafiosos como él. Se prendó de esos ojos verdes, de esa sonrisa limpia, de esa inocencia, y su obsesión que oculto bajó sentimientos enfermos lo obligó a querer hacerla suya, sin importar a que costo. Por ello no se opuso cuando sus jefes decidieron secuestrar a la inexperta policía al darse cuenta que era nieta del comandante mayor. No se opuso a ninguna de las torturas ni a las infamias que cometieron contra ella, solo buscó ser la única esperanza de su vida dentro de aquella tormentosa oscuridad, de mantenerla con vida y dependiente de la suya por el resto de su vida.
Pero la situación se le había escapado de las manos. Aquella policía que seguía creyendo en el mundo del bien y el mal, en donde los buenos siempre debían ganar, ahora no era más que un ser cargado de odio y amargura.
—He fallado —se dijo así mismo en voz alta para notar la mueca que se dibujaba en el rostro de Nadia—. Pero aun así quiero que estemos juntos.
La policía se detuvo en sus ojos, esperando una mueca de sarcasmo en el rostro del mafioso. Pero luce serio, tanto que le provoca estupor.
Nikolai piensa que aun hay una oportunidad para ambos. Hace tiempo planea huir de su organización ya que ha estado malversando fondos a una cuenta personal, y la única persona que ve a su lado es a su incauta y tonta policía, no ve a otra enredándose en sus sabanas como solía hacerlo ella, ni esperarlo a desayunar como solía acostumbrar.
Pero no nota que la ha quebrado tanto que dentro de su mundo Nadia no ve nada de eso, solo oscuridad, dolor y odio.
—Estaremos juntos —respondió Nadia sonriendo, revisando su arma antes de guardarla.
Nikolai no ocultó lo satisfecho que se sintió al oír esto.
—¿Sabes que lugar es este? —y sin esperar respuesta la mujer continuó— Es una de los hoteles más importante de la ciudad donde hoy se reunirán Dmitry Kuznetsova y Alek Ivanov, los lideres principales de tu organización. Y se encontraran precisamente en esta habitación.
Dicho esto, ante la confusa expresión de Nikolai, Nadia encendió la televisión. Ahí Nikolai pudo ver su propia imagen mientras hablaba por teléfono con uno de sus hombres más fieles.
"No se te olvide, mueve el dinero sin que Alek se de cuenta"
"Sí, a mi cuenta personal"
"No te preocupes nadie nos descubrirá"
Lo habían grabado confesando su robo de dinero a su propio jefe. Por primera vez ese fuerte e imponente hombre sintió escalofrío. Y sin creerlo sus ojos se posaron en la mujer que no deja de sonreírle ahora en forma siniestra.
—Lo lograste —indicó la mujer—. Me hiciste tan fuerte que aprendí que solo los idiotas se enamoran, y tú, mi querido Nikolai eres el número uno. Nos vemos en el infierno, cariño.
Y sin decir más palabras salió de la habitación cerrando la puerta.
Cuando su jefe descubrió su malversación de fondos lo mandó a torturar buscando enloquecerlo, pero Nikolai se aferraba en la idea de buscar a esa mujer y hacerle pagar su sufrimiento. Nunca pudo vengarse.
Cuando la policía lo tuvo en sus manos y fue condenado a muerte, desesperado pidió verla una vez más.
—¡¿Que mierda dices?! —le gritó el policía que lo entrevistaba de la camisa, sin control—. Nadia fue mi compañera, ella... por culpa de un imbécil como tú, un primero de abril renunció.
—Primero de abril —repitió Nikolai recordando que ese mismo día ella lo entregó a la mafia.
—Fue a su casa, se colocó su uniforme por última vez, se maquilló, se peinó y se pegó un balazo en la cabeza, murió de forma inmediata.
La cabeza de Nikolai zumbó con violencia. ¿Morir? ¿Nadia Spencer había muerto?
Se dejó caer en su asiento sin creerlo, con la vista desenfocada, antes de comenzar a reírse a carcajadas, pero su risa se transformó en un llanto lastimero y desesperado. Quería vengarse, planeaba hacerla sufrir, pero ella otra vez le había jugado sucio. Le duele el pecho, siente que el corazón se le cae en pedazos y no puede evitar recordar las palabras de la mujer cuando ambos vivían sin ataduras enfermas aprisionándolos, un simple "eres lo mejor en mi vida" ahora era una tortura de culpabilidad peor que las físicas.
#7768 en Fantasía
#2944 en Personajes sobrenaturales
#9657 en Otros
#2957 en Relatos cortos
Editado: 24.06.2024