En una escuela de princesas “accidentalmente”

XX - Corona perdida

Estrujo más mis brazos acercando la suave tela a mi rostro. Esta fresca y cómoda. Mis músculos se rehúsan a ser otro movimiento que no sea el estirarse para cambiar de posición. Una suave brisa eriza mi piel, pero la mantiene caliente una manta que me hace debatir cual es más satisfactoria si ella o el colchón.

-Raquel

Estoy soñando…

-Raquel

Ya va a desaparecer…

-Sera la ultima vez que un ser humano pronuncie tu nombre si no te levantas

- ¿Qué? - reniego ocultando mi rostro en la almohada- Tenemos día libre, duérmete- Nos dan fin de semana libre de clases en la escuela, que mas bien parece internado.

Una mano sacude mi brazo haciendo que abra mis parpados con todo el dolor de mi alma.

-Dime adonde estamos, Raquel.

Trato de dejar de pensar en las pequeñas vacas que debía de salvar en mi sueño, para admirar la habitación o bueno, tratar de admirarla porque aun no enfocan mis ojos. Tardo mínimo una hora antes que se me quite lo estúpida después de despertarme.

-Después lo resolvemos solo vuelve a dormir, Steph- volteo, reordeno mis almohadas y me dejo caer en ellas recuperando mi satisfactoria posición en la cama. Ah, siento como cada célula de mi cuerpo se relaja y llora de felicidad al sentir estas benditas sabanas, hechas con el cabello de algún ángel milagroso.

-Al menos ya te avisé- es lo ultimo que escucho antes de sentir como su cuerpo se hunde al lado mío…eso, disfruta este preciado momento.

Estoy a punto de perder el conocimiento de nuevo cuando un golpe en seco me sobresalta.

- ¿Qué mierda fue eso? -grito intercambiando de lado con Steph, el ruido vino de una puerta justo enfrente de mí, permiso que yo me retiro.

-Después lo resolvemos- me empuja levemente devolviéndome a mi sitio. Y ahí es donde caigo en cuenta.

- ¡Este no es nuestro cuarto! - vuelvo a gritar cuando me fijo en la gloriosa cama, en los diferentes muebles de caoba y las paredes tapizadas

-No me digas…

- ¡Ni siquiera sé si es el castillo! - me levanto abriendo las persianas del ventanal justo atrás de la cama.

-Cuando lo descubras me avisas- ronronea cubriéndose con una sabana

- ¡Esta no es mi ropa! - caigo de rodillas al suelo, acomodando mi cuerpo en la afelpada alfombra- Nos han secuestrado- me hago un ovillo exprimiendo mi mente para rescatar algún recuerdo de la noche anterior. Pero claro, soy un intento de un ser racional que aun le falta el curso del habla normal. ¿Cómo voy a recordar cuando…? Ah.

-Ya recordé- menciono tratando de seguir el hilo de recuerdos, veo las marcas de las esposas en mi muñeca, no duelen, pero al tenerlas por mas de tres horas ha dejado alguna que otra cicatriz. Rozo con mis dedos el anillo aun en mi cuello y me levanto acomodándome la camiseta azul marino. Me dirijo hacia la puerta de donde provino ese sonido- Por favor que no este muerto- susurro en forma de plegaria antes de abrir la puerta.

Si lo está, aun podemos huir con Steph de donde quiera que estemos y asegurarnos que no haya testigo alguno. Además, nadie sabe su real identidad ¿no?

- ¿Buenas? - asomo mi cabeza por la abertura, me doy cuenta de que es el baño de la habitación…uno tan grande como la misma. Pero está completamente solitaria- ¿Algún cadáver por aquí? - canturreo caminando entre los botes de shampoo desperdigados por el suelo de mármol.

Otro golpe en la cortina, que cubre la bañera, me saca un grito. Tomo en mis manos lo primero que encuentro y lo arrojo sin pensarlo.

-Ay, perdón. Ya recordé- antes de que pueda dar un paso hacia la bañera, la cortina se corre a un lado descubriendo a Fresita acostado incómodamente en ella.

-Entonces dime ¿Por qué a mi me toco en la bañera?

- ¿El príncipe no está acostumbrado a dormir en otro sitio que no sea una espléndida cama? - me burlo un poco de su semblante serio.

Chris arquea una ceja mientras trata de levantarse, estoy a punto de reírme cuando me doy cuenta de que no trae nada puesto que cubra su abdomen, solo unos pantalones negros, del traje de anoche. Me volteo tratando de reprimir la sonrisa y el rojo pastel de mi rostro, al mirar su torso. Le quiero dar gracias al ser poderoso que permitió que este momento pasara y a la rutina de ejercicios que tallaron esos pectorales.

- ¿Sabes que estas enfrente de un espejo sonriendo con los ojos cerrados? -

-Listo, me voy- por desgracia- Al menos ya confirmé que no estás muerto- sino bien bueno.

Cierro de un portazo provocando un gruñido en alguna parte de la habitación. Ojeo la cama donde Steph se encuentra admirando el ventanal, hasta a medio levantar se ve espectacular…como si estuviera modelando. Observo el otro anexo al lado, con un enorme sofá y mesas simulando un elegante cuarto de estar de hotel.

Una sábana del sofá se mueve hasta que de ellas sale la cabeza de Belmont, malhumorado.

-Si todos tuvimos la decencia de no hacer ruido mientras tratabas de conciliar tu sueño anoche ¿Podrías tener la misma decencia conmigo, Raquel?




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