En una escuela de princesas “accidentalmente”

XXXIX - ¡PUM!

Despacio doy unos cuantos pasos hacia el camino de regreso con la esperanza de encontrarlo o aunque sea ver su silueta abandonarme.

—¿En serio te has ido? — le digo a la nada — ¿Fresita? — digo una última vez. Si ha vuelto al gimnasio, de seguro está muy lejos ya.

Apretó los puños tragando la saliva que se había hecho tan pesada y amarga.

Doy media vuelta siguiendo el camino anterior; si me dejo sola, tampoco correré a buscarlo. Quizás se arrepintió de acompañarme. ¿Y si fui muy pesada con él? ¿Se habrá sentido mal por decirle que no a la pijamada que me estaba ofreciendo?

Así como mi temor incrementa a cada paso que doy, también estoy sintiendo como lo que tanto me esforzaba por derrumbar está saliendo a flote otra vez. No quiero estar triste por alguna estupidez que haya hecho ese...renacuajo. Si se va, pues bien. Puedo continuar sola.

—Y si Collette me encuentra, pues le diré que me perdí. Salí a pasear y llovió un momento...— No, no puedo decir que llovió. —Ya, ni siquiera sé dónde estoy, maldito Dareh—Pateo una piedrita del suelo— Y así quería que lo acompañara al dichoso baile.

Sigo derecho ignorando las demás entradas del laberinto, soy estúpida pero no tanto. No paro hasta que siento un ligero golpe en mi espalda. Trato de olvidarlo y seguir caminando. Si hago como si nada, entonces no habrá pasado nada.

Veo otra piedrita y la pateó. De nuevo, otro pequeño golpe esta vez casi en mi hombro.

—¡Ah, ya! Fantasma de los jardines, solo dame cinco minutos y dejo este laberinto— volteo encontrándome con absolutamente nada, junto con nada y mas nada. Les juro que pensé que por un momento iba a ser Fresita, pero ya me espanté.

Apresuro mis piernas mirando por todos lados. Solo un poco más y llegarás, solo un poco más y no morirás.

Puedo sentir como si me estuvieran siguiendo, como si me estuvieran comiendo con la mirada, como si alguien va a saltar en cualquier segundo y me destrozara en mil pedazos. Cruzó el laberinto hasta llegar cerca de la fuente, eso quiere decir que estoy casi en el centro. El ligero chasquido del agua cayendo me hace ver la luz del túnel. Se hace más fuerte el sonido a medida que voy huyendo. ¡Ayuda!

—¡Ya detente con eso, Belmont! — me petrifico al reconocer esa voz a lo lejos —Solo piensa en lo que nos estás haciendo, Izaro, Tu y yo tenemos la misma oportunidad de ser felices.

—Y sabes que lo tengo presente porque siempre me lo recuerdas, Tamira— identificó también la voz del Pejelagarto alterado.

Ay, ya no sé qué hacer. No puedo llegar y decir "Buenas, solo vengo de pasada, no me vean" y tampoco sé si quedarme aquí sea algo correcto.

—Es porque no haces nada y finges que no existe un problema— está enojada. Puedo sentirlo.

Me acerco a tientas, con cuidado de no hacer ningún ruido. Ya no se si regresar con el fantasma que se ha calmado o decirles "pausa" solo quiero pasar.

—Escuchando conversaciones ajenas, Blake— susurran en mi oído y no puedo contener el grito del susto que me dio.

—¡FRESITA ¡— me aparto de él con ganas de golpearlo al verlo que se está riendo. ¡De mí! —Tu— abro y cierro mi mano cerca de su rostro sin poder liberar todo mi enojo—¡Agh, te odio! —Todo lo que soporto por callarme lo que pienso hasta de sus muertos.

—¿Enserio me odias? — dice el bastardo tratando de ocultar su sonrisa con una mueca de tristeza.

—¡Dareh!

—¿Qué fue eso? — me quedo muda al escuchar a Belmont. La conversación de Tamira y Pejelagarto se convierten en murmullos que poco a poco se acercan hasta nosotros.

—¿Ahora qué? — le susurro a Fresita—Nos van a ver, o peor. Quizás piensen que los estábamos espiando.

—Ven— sin darme tiempo a reaccionar, Dareh me tomó de la mano conduciéndome por otro camino que ni Dios sabe adónde es — Revelaste nuestra posición.

—Mira quien lo dice, el que me asusta— le reprendo en voz baja, volteando de vez en cuando para asegurarme que no nos estén siguiendo...esperen—¿Tu eres el dichoso fantasma de los jardines que me estaba siguiendo?

—Si—musita arrastrándome.

—¿Y qué pensabas? ¿Seguirme como asesino en serie o qué?

—Mi plan era aparecer justo cuando llegaras a la fuente—nos detenemos cuando llegamos frente a una especie de hojas cayendo, simulando una cortina hecha por la madre naturaleza, con su mano libre las aparta gentilmente para que podamos pasar—Asustarte ahí, en lugar del largo pasillo del laberinto, hubiera disminuido las posibilidades de que huyeras despavorida sin rumbo alguno.

—Pensé que te habías enojado y me habías abandonado— le golpeó el hombro sin elevar mucho la voz— Ya no te iba a aceptar tu dichoso perdón— giro mi rostro, rehusándome a mirarlo para que así no note que estoy fingiendo esta indignación.

De pie bajo un arco de enredaderas, ocultándonos con la cortina de hojas, me doy cuenta de que esto es una locura y todavía falta gastar mis últimas dos neuronas para esconder muy bien la prenda chamuscada del príncipe, al que tengo delante, en un espacio tan reducido en las sombras del jardín.

—No sabes lo tentado que estoy de preguntarte muchas cosas que de seguro te harían enojar— estoy a punto de responderle, pero me silencia antes de pronunciar tan siquiera una sílaba—Pero estoy más interesado en saber cómo recuperar la oportunidad para obtener tu perdón.

—Pues la dejaste ir muy fácilmente— inquiero, reprimiendo mi malvada sonrisa.

—¿Y debo de volver a recuperarlo con algo en especial o lo dejas a mi imaginación? — eleva su mano y recorre con sus dedos mi barbilla. Quiere que voltee, pero si lo hago me moriré de la risa.

—¿Me estás diciendo que si digo que hagas algo en especifico lo harás como condición? — Ah, ya. Voy a voltear.




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