La vida en la base era bastante tranquila, en el sentido de que me sentía sumamente segura, no vivía con el miedo constante de que alguien nos atacara. Habían pasado ya tres días desde que Rulan me contó la verdad. Durante el día aparentaba estar bien, había establecido ya una rutina, levantarme, desayunar, caminar un poco, leer algún libro, ordenar mi habitación, comer, ir con Derek a la sala de juegos, entrenar, ducharme, cenar e irme a mi habitación. Pero al acostarme en la cama, el miedo me invadía. No el miedo de morir, sino el miedo de no volver a ver a aquellas personas que tanto extrañaba. Porque no se extraña a quien no ves por uno o dos días, se extraña a aquellas personas que nunca volverás a ver, que no volverás a escuchar reír, a quien no podrás abrazar de nuevo. Y yo, cada noche, temía no volver a estar junto a mis padres, junto a Manuel, junto a Nicolás y mis amigos. Estar a tantos kilómetros lejos de ellos me estaba costando bastante, deseaba que todo terminara, volver a México donde era realmente feliz sin ser totalmente consciente de ello, donde podía soñar con un futuro perfecto al lado de Manuel, donde mis sueños seguramente se harían realidad. Ahora mi futuro era incierto, aunque luchaba por no perder la esperanza. No lloraba, mi alma sufría en silencio. Y no quería compartir esa tristeza, me la guardaba para mí.
...
-¿Has estado comiendo correctamente?- Preguntó el médico mirándome seriamente.
-He seguido la dieta como está establecida- Su expresión era de incredulidad.
-Has adelagazado bastante, en tres días- No era que no estuviera alimentándome bien, tampoco que hiciera ejercicio intenso, estaba segura que era la tristeza, en mi cuerpo siempre se manifesaba de esa forma.
-Físicamente estoy mucho mejor, puedo sentirlo- Dije algo apenada -Cuando no estoy bien emocionalmente es cuando bajo de peso sin razón-
-¿Quieres hablarme sobre eso?- Negué con la cabeza -Entonces quiero que hagas lo que necesites con tal de que te sientas mejor, tenemos un psicólogo aquí en la base, pero ahora se encuentra en una emergencia al otro lado del mundo, tardará un par de días en volver-
-Le prometo que estoy trabajando en eso, pero por favor avíseme cuando el psicólogo esté aquí- El médico asintió y me entregó más medicamento.
-Toma esto si no puedes dormir por las noches, te ayudará a relajarte un poco- Me quedé unos minutos observando el interior del frasquito de pastillas -¿Te gustaría ayudarme por las tardes aquí en el consultorio?-
-¿Ayudarle con qué?- Pregunté intrigada.
-Pues podrías ayudarme a ordenar los medicamentos, revisar el inventario de materiales, completar expedientes médicos, podría incluso enseñarte algunos fundamentos básicos de la medicina- Sonaba realmente interesante, si duda alguna me ayudaría a distraerme y siempre me había interesado el área de la salud -¿Qué dices Pamela?-
-Me gustaría bastante- Dije alegremente -¿Cuándo empiezo?-
-Hoy mismo, te espero aquí a las seis, te mostraré cómo trabajamos aquí- Me levanté de la silla para irme.
-Estaré aquí a las seis- Salí del consultorio y fui en dirección a la cafetería, era la hora del almuerzo y esperaba encontrarme con Derek o Ruslan, básicamente las únicas dos personas con las que hablaba. No es que me fuera difícil socializar, simplemente en esos días no tenía la voluntad de hacer nuevos amigos.
Entré en el lugar, se encontraba más concurrido de lo habitual, según me enteré, por la noche habían llegado unas quince personas que regresaban de una labor social o algo así, no estaba muy segura.
Recorrí con mis ojos todo el lugar y en la esquina pude ver a Ruslan. Tomé una charola y me serví la comida, caminé a la mesa donde se encontraba y me senté frente a él.
-Hola preciosa- Me saludó con gusto.
-Hola Ruslan, ¿has terminado de almorzar?- Dije observando los platos vacíos.
-He terminado mi primera porción, pero este cuerpo necesita una porción extra de proteína, así que iré por más- Tomó su charola y se levantó -¿Tú comerás sólo eso?- Señaló con repulsión mi almuerzo, asentí -Te traeré más comida, últimamente estás muy flaca y no te ves sexy así-
Rodé los ojos y comencé a comer, vi que en ese momento entraba Derek y miraba por todos lados buscando donde sentarse, levanté mi brazo para que notara mi presencia. Me hizo una seña para indicarme que tomaría su almuerzo.
-Te traje este omelette de espinacas y un poco de yoghurt con mango- Dijo Ruslan sentándose nuevante, observé su charola, tenía incluso más comida que la que tenía yo en ese momento, me parecía increíble que una persona pudiera comer tanto.
-Gracias Ruslan, pero no era necesario, estoy siguiendo la dieta que me estableció el médico- Le expliqué, aunque la verdad si me comería todo lo que me había traído pues se veía realmente delicioso.
-Esa dieta no será suficiente, a partir de hoy entrenarás conmigo, serán entrenamientos con peso así que debes aumentar tu ingesta calórica o terminarás más delgada y sin energía- ¿Qué? ¿Acaso quería que muriera? -No me mires así, no me convencerás, este estrenamiento te servirá bastante ya que ganarás fuerza y te verás mucho mejor-
-¿Prometes no torturarme demasiado?- Pregunté con un tono suplicante.