Apagué la alarma de mi celular, realmente no fue necesaria, pues llevaba ya un rato despierto. A decir verdad, no había dormido más de dos horas. Me levanté de la cama, encendí la luz de mi habitación y me miré al espejo, mis párpados eran oscuros y mi rostro lucía cansado. Necesitaba una ducha con agua fría y beber un litro de café para activar mi mente y mi cuerpo.
Luego de hacerlo, tomé mis cosas del escritorio y fui hacia la cochera. Ya en el auto, me dirigí hacia el colegio. Al pasar por el sitio donde aquel primer día de clases choqué contra el auto de mi pequeña, una sonrisa se formó en mi rostro.
El semáforo cambió a rojo, detuve mi auto y subí el volumen de la música, sonaba mi canción favorita, era un día muy soleado y amenazaba con ser de los más calurosos del año. Miré hacia mi izquierda pues llamó mi atención un hermoso auto rojo, lo observé por un par de segundos. Al ver al interior del coche, vi a la chica más hermosa que había visto en toda mi vida. Sólo la había visto de perfil, pero eso me bastaba para afirmar lo dicho anteriormente. Estaba perdido en su belleza cuando el sonido de un claxon detrás de mí me regresó a la realidad. Aceleré torpemente y sin ser consciente de lo peligroso que era, busqué a la chica del auto rojo. Ese día el tráfico era bastante pesado, delante mío iba un autobús que sin darme cuenta cambió de carril, tampoco me di cuenta en qué momento el semáforo cambió a rojo. Frené bruscamente pero no sirvió de nada, me acababa de estampar contra otro auto.
Maldije internamente y cerré los ojos. Al abrirlos vi que una chica bajaba del auto con el que acababa de chocar. ¡Vaya sorpresa! Era la misma chica que estaba buscando. Observó su auto, al ver que estaba dañado su cara se llenó de ira y se dirigió hasta mi auto, salí bastante apenado. ¿Qué pensaría de mí?
-Por favor perdóneme señorita, venía distraído y no me di cuenta que el semáforo cambió a rojo, lo siento mucho, pero le prometo que me haré cargo de los daños. Su coche quedará como nuevo, pero ¿usted está bien? ¿le pasó algo?-
Hasta ese momento no me había mirado a la cara, abrió la boca para decir algo pero luego su expresión cambió drásticamente, ya no estaba enojada, parecía bastante nerviosa.
-No se preocupe am, no, no pasa nada, estoy bien- Definitivamente no estaba bien.
-¿Está segura? Se escucha muy nerviosa, déjeme llevarla al hospital para que la revisen- Me sentía bastante apenado por la situación que había ocasionado.
-Estoy bien, de verdad, por los gastos no se preocupe, sólo tenga más cuidado cuando maneje- Genial, gracias a mi distracción quedé como un tonto frente a la mujer más hermosa -Tengo que irme porque voy a clases, que tenga un buen día-
-Espere por favor señorita- No podía dejarla ir así nada más, además de reparar mi error quería conocerla.
-No me llame señorita, no me gusta, dígame Pamela, pero de verdad tengo que irme es mi primer día de clases y no quiero llegar tarde- Yo también debía llegar a tiempo al colegio.
-Pamela, espera por favor, quiero pagarte la reparación de tu coche, al menos dame tú teléfono para llamarte después- Insistí.
-Lo siento, no le doy mi número a cualquiera- Dijo esto y subió rápidamente a su coche, y yo me quedé como tonto observando como se alejaba. Se había ido, pero al menos sabía su nombre "Pamela".
El semáforo cambió a verde y aceleré con una sonrisa en el rostro. Pensar en mi pequeña siempre tenía ese efecto en mí.
Llegué al colegio y antes de salir de mi auto tomé la carpeta en mis manos y leí el documento "Carta de renuncia". Parecía increíble que a penas unos meses atrás estuviera en la misma situación, sólo que en esa ocasión no era mi renuncia, sino mi solicitud para trabajar como docente. En tan poco tiempo mi vida había cambiado como no tenía idea. Conocí a la mujer más hermosa del universo, viví momentos increíbles a su lado, fui realmente feliz con ella. Luego, cuando ella desapareció, fui todo lo contrario. Pero luego de hablar con sus padres, la paz volvió poco a poco a mi vida.
Ahora renunciaría, para evitar problemas con el resto de los docentes, el director y claro, con los padres de los alumnos del colegio. No era cobarde al no querer afrontar esos problemas, simplemente consideraba que no valía la pena desgastar mi alma con eso.
Tomé mis cosas y bajé del auto. Caminé en dirección a la oficina del director. Se encontraba ocupado, así que esperé paciente a que éste se desocupara. Cuando la persona que se encontraba con el director salió de la oficina, toqué la puerta y sin esperar una respuesta entré.
-Buen día- Saludé cortezmente -He traído mi renuncia-
-¿Significa que aceptas la culpa?- Sonrió de lado -Al menos eso pensarán los padres de familia cuando se enteren-
-No me importa lo que piensen, ni usted ni los padres de mis alumnos, sólo quiero tranquilidad- Dejé la hoja sobre el escritorio y me di media vuelta para salir del lugar.
-Espera, no puedes irte, es mitad del semestre, es difícil encontrar un profesor para que termine el ciclo escolar- La decisión estaba tomada, no cambiaría de idea.
-Lo siento, no me importa si por mi renuncia disminuye el nivel educativo de sus alumnos y por lo tanto el del colegio- Me giré para verlo. Estaba enojado, pero no me importó -Que tenga buen día-