—¿Y bien? ¿De qué quieres hablar?—le preguntó Rose a Chris mientras caminaban.
—No sé. —respondió. Y era verdad: El castaño quería preguntarle de todo pero no sabía con qué empezar.— ¿De qué quieres hablar tú?
pensó el castaño mientras suspiraba.
—Bueno, digamos que tengo problemas en la vista. —fue la primera cosa que se le vino a la mente. Decidió cambiar el tema antes que siguiera insistiendo.— Por cierto, ¿Cómo se llama la chica que estaba contigo el viernes?
—Loreen. —Respondió.— Es mi mejor amiga.—sonrió.
—¿Ella es japonesa? Tiene ciertos rasgos.
—No, en realidad ella es de Holanda pero ama las cosas coreanas y rusas.—Chris metió sus manos en los bolsillos de su chaqueta.
Se quedaron en silencio unos minutos mientras Chris fingía que se asombraba con la ciudad.
—Si no me equivoco, aún sigues en la universidad, ¿Verdad? —Preguntó Chris. Ella asintió.— ¿Puedo preguntarte algo?
—Claro, nos estamos conociendo, ¿Verdad?—ambos rieron.
—Bueno.... —el castaño comenzaba sonrojarse.— Tienes un lindo nombre y me preguntaba el porqué de ese nombre.—se sintió algo tonto pero necesitaba saber más de ella.
—Es una larga y linda historia, ¿No quieres comer algo?—asintió el chico y ambos se dirigieron a una heladería.
Al llegar, Rose pidió un sundae de chocolate y Christopher una barquilla del mismo sabor. El chico pagó después de insistirle varias veces. Se sentaron al lado de la ventana y Rose comenzó hablar.
—Vaya, linda historia. —lamió su helado.— Conque Amy, ¿eh? Me recordaste a la protagonista de una serie.
—¿En serio? —preguntó divertida.— ¿A quién?—comió su helado.
—A Amelia Pond de...
—¡DOCTOR WHO! —completó Rose emocionada. Chris sonrió.— Oh por dios, ¿Te gusta la serie? Es mi favorita.
—¡La mía también!—ambos rieron y Chris se dio cuenta que sus sentimientos crecían más de ella con todo lo que hacía o decía.
—Oh por Dios. —la ojiazulhabía 'activado' su fangirlismo.— El Doctor es tan lindo y tan loco. —Rose hacía unos gestos que le parecieron de niña pequeña a Chris pero le resultó tierno y adorable.— Háblame de tu familia.—el castaño se sorprendió con el cambio de actitud de Rose: Ahora estaba más tranquila y comía su helado.
—¿Cómo se llama tu hermano?
—Arthur.
La verdad es que Chris se había preparado para ese tipo de preguntas la noche anterior y las había repasado en la mañana.
Terminaron de comer sus helados y se fueron.
—¿A dónde vamos ahora?—Chris se sentía curioso y se arrepentía de no haberla escuchado.
—Ya falta poco. —Sonrió.— No arruines la sorpresa.
—Una pregunta Rose. —Ella lo miró.— ¿Conoces a un tal August Swan?—Chris usó el segundo apellido porque su hermano le dijo que con ese nombre fue que se le presentó a la ojiazul. La chica detuvo su caminar y el castaño se volteó.— ¿Todo bien?
—¿Lo conoces?—parecía que hubiera entrado en un shock.
—No, no. —Chris quería escuchar lo que había sido de la relación Rose-August.— Es que un amigo me dijo que cuando viniera para acá, que le entregara un paquete que él me dejo para entregárselo a August. ¿Por qué reaccionaste así? Digo, te pusiste pálida.—Era verdad: Rose sacudió su cabeza y siguió caminando pero un poco más rápido. Chris le siguió el paso.
—Es que... él es mi ex.—el castaño fingió sorpresa.
—¿Y por qué terminaron?—ella suspiró.
—Drogas.—ahora el que estaba en shock era el chico.
pensó.
—Bueno... verás Christopher...
>>Él y yo llevábamos 3 meses saliendo. Un día decidí pasarme por su casa para hacer los deberes juntos y me encontré la sorpresa de que él tenía los ojos y la nariz roja.
—¿August? ¿Qué te pasó?—le pregunté cuando me abrió la puerta.
—¿R—Rose? ¿Qué haces aquí?—se había colocado nervioso. Entré y vi que en la mesa de la sala había un vaso con un líquido entre blanco y gris, una línea de polvo blanco y una tarjeta.
—¿August? —Él se volteó y vio que comenzaba a preocuparme.— ¿Tú... te drogas?—él solo se acercó y tomó mis manos.
—Rose.—acarició mi mejilla y luego me besó. Sus labios tenían un sabor diferente, era un sabor totalmente desconocido para mí pero me gustó.
—August... —susurré entre besos.— tus labios... ¿Qué bebiste?—él se separó de mí.
—Oh... —se acerca a la mesa y agarra el vaso.— ¿Esto? —Vuelve acercarse a mi.— Prueba.—antes de que dijera algo, August abrió mi boca y me forzó a beber.
—A... gust!—lo empujé y me fui de ahí.
Estaba muy enojada con él. Llegué a casa y me toqué los labios: Aún seguían húmedos, los relamí y el sabor seguía ahí. Me gustó.
Y así comenzó todo: Me drogaba a escondidas de todos hasta que August me descubrió y bueno... nos drogábamos juntos. Todo era perfecto, para lo que ya me había convertido, hasta que Ryan me descubrió un día con los ojos rojos y una leve coloración del mismo color en mi nariz.
Ese día, ambos discutimos hasta él que me besó. Ahí me di cuenta de algo: Tenía que terminar con August, me hacía mucho daño.
Y eso hice.
Discutimos, peleamos pero al final lo dejé y me fui con Ryan: A pesar de todo, él era el único que estuvo ahí cuando más lo necesitaba. <<
pensó Christopher.— Oye, ¿En dónde estamos?
—¿Ah? —Rose levantó la mirada y sonrió.— Ya llegamos. Este es el parque de diversiones Neon Touch.
Ambos entraron y Chris parecía un niño pequeño: Jamás había entrado a un parque de diversiones.
Después de comprar las entradas para las montañas rusas, que eran como unas 3 o 4; los carritos chocones, la rueda de la fortuna y la casa de los espejos; Rose recibe una llamada.
—Discúlpame un minuto, Christopher.—se alejó un poco de él y sacó el celular. Sonrió y contestó.
—Hey Ryan.
—Em... amor, ¿No se te olvida algo?—Rose pensó por unos segundos.
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Editado: 07.06.2020