Enamorada Del Guru

EL BUEN SAMARITANO

 Hablamos todo el camino, reímos mucho, nos tomamos unas cervezas. Al fin en mi casa le entregué su libro y uno del que habíamos leído en la biblioteca que había comprado en internet y se lo regale. Él sonriendo, dijo que a él le gustaba corresponder los obsequios, me tire a besar sus labios, pero se apartó tornándose rojo, me dijo debes de estar confundida, me amas pero no el amor sexual, sino que me amas de un amor más puro como de gratitud, también me malinterpretaste, te quería era dar esto; saco otro libro obsequiándomelo titulado así:

  EL BUEN SAMARITANO

Él era don Ruiz, un hombre de familia humilde, quien construyó una empresa a punta de trabajo duro y sacrificios. Era un hombre próspero, sin embargo, se sentía vacío, dejó a un lado la empresa contratando más administradores, él fue educado en un hogar tradicionalmente católico donde sus padres eran católicos y los padres de sus padres y así hasta llegar a los indígenas que les tocó convertirse a esa religión o morir por infieles. Él pensó en que podría llenar ese vacío conociendo el Vaticano, pero al contrario, cuando regreso renunció a su fe, no le gusto ver tanto lujo en el que vivían allí mientras tanta gente moría de hambre. Pasados unos días se le ocurrió una gran idea, el mismo podría hacer lo que esa iglesia no, él podría hacer algo noble para minimizar la pobreza, busco fundaciones y comenzó a hacer jugosas donaciones, él era feliz hasta que un día vio como un dueño de una fundación salía borracho de un antro repartiendo billetes como mafioso. Casi se baja a partirle la cara a ese líder, cesó toda actividad benéfica; sin embargo, se volvió a sentir más vació. Entonces cierto día se le ocurrió llenar un camión con mercado e irse a un barrio pobre a repartir entre los habitantes, esto le quedo gustando. Pasaron los meses y llegó navidad, entonces el lleno un camión de mercados con juguetes. Todo marchaba muy bien hasta que él descubrió a una señora que se cambiaba y acudía varias veces a recoger mercados para llevarlos a una esquina donde había como 6 señoras más que hacían lo mismo. El furioso le aseveró: — señora, no sea tramposa, no repita, así no alcanza para todos. Él pensó que la señora se Iba a ir apenada, pero no, ella se le rebotó, fue muy grosera y más encima se subió al camión y comenzó a agarrar varias bolsas de mercado. La demás gente en lugar de parar eso lo que hicieron fue que se sumaron al desorden vaciando el camión, luego no faltó el que comenzó a desvalijar el carro y debido al descontento del chófer sumado a los improperios de nuestro personaje llevado por la rabia, terminaron con el transporte en llamas.

De nuevo el duro unos días lleno de odio, luego se sintió más vació, trato de llenar esto viajando, tal vez encontraría la respuesta, se dirigió a dónde unos sabios, no obstante se encontró que eran sabios, pero para quitarle el dinero a los ingenuos,

De regreso vislumbró a una familia muy numerosa que caminaban por la carretera pidiendo aventón, entonces él se conmovió porque los vio con varios niños. Así que se ofreció a llevarlos, además también iban a la ciudad. Los llevo a comer y los dejo en una humilde casa en lo más alto de una montaña. De camino a su casa lloro pensando que esa pobre gente aguantaría mucho frío en ese filo y en ese rancho de latas.

Entonces comenzó cada fin de semana a ir, les llevaba mercados, comenzó a construir la casa, les daba dinero, llamaba a la mamá para ver si le faltaba algo, pero pronto ella comenzó a coquetearle. Reflexionó que quizás él podría tener así una familia, la que se negó por estar trabajando, estimó que tal vez se habían cruzado en su camino por una razón y que al darles todo lo que les faltaba llenaría si vacío. Hasta que un día se le quedó olvidado un computador y al devolverse escucho a la mamá hablando por teléfono con una comadre diciéndole: —yo a ese cucho le hago risitas, encima le coqueteo, le boto pelota, las 40 y le estamos sacando la plata, si quiere venga el otro fin de Semana, usted le monta una película, que usted es muy pobre y verá que el cucho le da la moneda, eso sí no se le dé ni a oler. Ja - ja ja. 

Él entró furioso a esa casa, agarró el computador para nunca más volver.

Se sintió muy mal, se fue para el centro médico más cercano, pero en la demorada fila de espera, se sintió mejor por qué un vendedor de tinto se acercó diciéndole: —tome patrón, le traigo, esta aromática especial que le curará casi todos sus males.

 Al tomársela sintió gran alivio y le manifestó: —señor, esa aromática es mágica, me alivio casi todo, ojalá me vendiera arta para llevarle a unas personas para que les purifique el negro corazón.

El tintero contestó: —jajajá patrón, ninguna cantidad de agua alcanza. Sin embargo, nadie es totalmente malo o bueno, alguien a quienes consideramos malvado puede pensar que él hace lo correcto. Puede que de pronto lo hace y nosotros los equivocados, como aquel que mata insectos para que no devoren las cosechas, y de pronto nosotros nos equivocamos a hacer el bien, como cuando un padre malcría a un hijo acostumbrándolo a ser vago. Pero es deber de uno tratar de hacer las mejores cosas posibles en la biblia, dice “Dios bendice al dador alegré”. Uno tiene que dar por la alegría de dar, no porque vanagloriarse. Debes dar por complacer a tu corazón, sin esperar algo a cambio, no importa si se lo das al pastor y este se lo gasta en camionetas, eso ya es problema de él, tú cumples con ser generoso y desprendido. Porque no puedes tampoco concentrarte solo en amasar, tampoco puedes vivir por el dinero, pero también me parece injusto la gente que no coma por darle limosna a sus iglesias. Primero uno tiene que estar bien para poder ayudar a los demás. También hay personas que siempre desconfían, es su naturaleza y no pueden aceptar que alguien les dé algo sin nada a cambio. Bueno, eso está bien, ahora hay mucho avivado que hacen buenas cosas para ganar la confianza y luego dan el golpe mortal. También hay gente que pensara en aprovecharse, pero ten por seguro que siempre hay gente buena, pero a ti lo único que te debe importar es dar sin esperar nada a cambio, como dice el párroco de mi pueblo “que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha”.




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