No hace falta decir que estoy atrapada. Más bien, no estoy atrapada, estoy jodida.
Detecto sus movimientos tras la barra, todavía no dijo nada. Revisa las botellas en busca de alguna en particular con una expresión un tanto pensativa.
Me remuevo en el sillón rojo, incómoda. ¿Por qué todavía no me habla? ¿Por qué está tan calmado? Lo vigilo con atención, confundida.
Agarra un Jack Daniels y lo revisa, mira la etiqueta, inspecciona el envase. ¿Qué le pasa? Frunzo el ceño en su dirección hasta que en un momento me devuelve la mirada y me veo obligada a apartarla.
Oigo el ruido de la botella de Whisky siendo destapada.
—Entonces...—comienza mientras veo de rabillo cómo vierte el liquido en dos vasos—. ¿De cuánto hablamos de días, semanas?
Opto por callar. Puedo estar encerrada con él pero eso no va a garantizarle ninguna clase de información y quiero que le quede claro.
—Dime, Liz, me muero por saberlo—suelta un falso ruego y puedo notar ese tono raro de persuasión—. Sé porque te eligió como el caballo de Troya...¿Por qué se le ocurrió a él, no? Sé distinguir sus ideas de las tuyas.
Trago con fuerza al oír sus pasos firmes por el lugar, primero cerca del borde del sofá y luego detrás de mi espalda.
¡Está rodeandome cómo acecha un tiburón a un barco!
—Entiendo porque lo hizo—su tono de voz es calmado y grave—. Eres mi punto débil, eso no es un secreto.
De la nada, en mi campo de visión aparece uno de los vasos que acaba de servir. Me mira, esperando que acepte su ofrecimiento. Al final, lo apoyo sobre mi regazo pero no bebo de él y James camina a la otra punta del sillón.
No pasa mucho tiempo, hasta que siento que se hunde el asiento de al lado. Hago un leve movimiento hacia su sitio y lo encuentro con la cabeza ladeada a la vez que en su rostro se plasma una sonrisa.
—¿No vas a hablar?—se mofa—. Será un monólogo, entonces.
Bajo la vista a mi vaso, solo para mantenerme concentrada.
—Dale un sorbo—me alienta—. No tiene nada raro, es igual al que me invitó Raven.
Aplasto los labios.
—¿Él está bien?—le pregunto.
La respuesta no llega de forma instantánea por lo que decido verlo con cierto temor a que en realidad no tenga idea del paradero de nuestro amigo, pero cuando lo hago me doy cuenta que solo ha hecho una pausa para beber.
—Define «bien»—pide después de unos segundos.
Abro muchos los ojos.
—¿Qué defina bien?—repito en un murmullo.
Alza ambas cejas con cierta frustración.
—Bueno...pues...quiero saber que esté vivo, respirando—Él no responde, me vuelvo pequeña—, ¿No?
—Ah, sí, él está bien—le resta importancia.
Suelto un pequeño suspiro.
—No me gusta cuando no me miras—dice—. Tienes unos ojos preciosos que...
—¿Qué quieres, James Foster?—lo interrumpo
Volteo hacia él abruptamente, con los brazos cruzados.
Aunque al principio noto que se impacta por la brusquedad del movimiento, termina alzando una ceja con sugerencia.
—¿En general...—baja su vista a mi vestido—, o ahora mismo?
Agacho la cabeza, avergonzada. Y él aprovecha el momento para acercarse más.
—Te noto un poco estresada, Liz—apoya el vaso sobre la mesa ratona frente a nosotros.
En la misma hay una tablet, un bol de maníes, un par de botellas más y unos cigarros.
Meneo la cabeza.
—No estoy estresada—miento.
Claro que lo estoy, una cosa es estar con él y un par de personas, pero ahora estamos solos y lo peor de todo es que no sé cuáles son sus intenciones.
Él relame sus labios.
—¿No?—vuelve a sugerir.
Volteo la cara hacia otro lado cuando lo veo acercándose más de lo debido. Aunque no sería mala idea besarlo para acabar con toda esta tensión, digo, es solo un pensamiento.
—No—murmuro.
—Qué pena, doy buenos masajes—Le doy una mirada sobre mi hombro.
—¿Vas a torturarme mucho tiempo?—le pregunto.
Niega con la cabeza, divertido.
—No—sonríe—. Sé porque hiciste lo que hiciste.
Volteo hacia él, de forma que ahora estamos más unidos.
—¿En serio?—sale de mi boca.
—Lo entiendo, quieres proteger a Celina—Alza una ceja—. También deseo lo mismo para ella.
Me le quedo viendo, confundida. ¿De qué habla? Pero si ha hecho todo lo contrario hasta el momento.
—Mira, nunca quise causarle daño—pone una mano en su pecho—, ¿Me crees?
Me otorga esa clase de mirada que te da alguien que busca ser perdonado pero que realmente no lo siente, y además, tiene esa estúpida sonrisa plasmada en el rostro. Su superioridad me molesta mucho.
—La verdad es que no.
Eso lo hace sonreír todavía más.
—Pero, te lo digo de verdad—confiesa—. Al separarla de Jake, la estoy protegiendo. Creéme, lo conozco mejor que nadie.
Suelto un suspiro repleto de ira.
—Lo que tú quieres hacer hoy, la va a lastimar.
Se abalanza sobre mí y retrocedo hasta que mi espalda toca el apoyabrazos del sofá. Lo veo con atención: sus hermosos ojos claros bajo dos cejas negras pobladas, su perfecta nariz pequeña y sus deseables labios. Ahora, sí que me tiene atrapada.
Entro en un espiral de lascividad y sé que no debería tener estos pensamientos sobre él en este momento. Pero qué puedo hacer con eso, no puedo luchar contra mi misma.
—Estas demasiado confiada en el hecho de que va a funcionar—cuestiona—. ¿No piensas que Jake podría rechazar a la chica? ¿No creés que podría ser fiel? Entonces, habría que sacar a Celina de ahí lo antes posible.
Abro la boca dispuesta a responder pero no tengo nada que decir.
En el fondo entiendo que está haciendo un juego sucio pero no puedo evitar reconocer que tiene algo de razón. Sí, desconfío de Jake, pero porque su relación con Celina está frágil. Y eso es por su causa. Aunque, por otro lado, tampoco creo en él, porque tiene esta forma de actuar tan fría que me hace dudar.
Muerdo mi labio inferior.
—No sé...—Agacho mi cabeza—. Solo pienso en que ella desea casarse y quiero que cumpla sus sueños—me encojo de hombros—. Con quién lo haga será su decisión.