Era una tarde como todas, me dirigía a la universidad, el autobús tardaba y ya estaba un poco desesperada, justo ese día tenía examen de filosofía, ¡una de mis materias favoritas!
La universidad quedaba a más de 2hrs de mi hogar, por eso no tomaba el autobús escolar.
Después de varios minutos por fin llegó el autobús, exasperada de esperar me subí, el chofer era el mismo de siempre y me dio las buenas tardes como habitualmente, le respondí y luego de ingresar mi dinero me senté hasta atrás, como lo hacía habitualmente.
Me sentía nerviosa porque el día anterior no alcancé a estudiar como debí haberlo hecho, entre mis quejidos sobre no haber estudiado la noche anterior y los nervios me percaté de que el autobús cada vez estaba más lleno.
A mi lado se sentó un chico bastante guapo y perfumado, cosa muy extraña para mí, despejé mi mente y saqué mi libro de filosofía para repasar lo más que pudiese y no reprobar el examen, lo positivo de todo eso era que tiempo tendría de sobra por la distancia que hay entre la universidad y mi casa.
Siendo realista el camino era largo, agotador y costoso. Sin embargo nada se comparaba con la felicidad que se arraigaba en mi ser al ir a una universidad tan prestigiosa como la mía, había ramas y carreras de todo tiempo, claro que era difícil ingresar a ella, pero una vez dentro lo único que quedaba hacer era esforzarse tal y como lo hacía a diario.
A los 20 minutos de camino me percaté que el chico a lado de mí me miraba de soslayo y me incomodé tanto que preferí enfocar mi mirada en la ventana.
Finalmente llegó el momento de bajarme y lo hice tan apresurada que se me olvidó mi libro de filosofía, intenté alcanzar el autobús y fue un intento fallido, ya había avanzado bastante, suspiré cansada y me resigné al dar como por perdido ese libro.
Entré a la universidad lista para lo que me deparara el destino.
El día fue normal: tomé mis clases del día, hice el examen y volví a casa lista para dormir luego de tantas horas en autobús, mi trasero dolía.
♡♡♡
Llegó el siguiente día, desperté, me bañé, desayuné y empecé a arreglar todo para la universidad, salí 15 minutos antes de lo habitual, no quería llegar tarde de nuevo. La rutina fue la misma, tomé el mismo lugar de siempre en el autobús y parecía que ese lugar tenía mi nombre.
Iba en la tarde a la universidad, justo a la hora que más tráfico había en la ciudad, por esa razón se llenó a gran rapidez el transporte. Para mí sorpresa se subió el chico perfumado y se sentó a mi lado nuevamente.
Me dijo "hola", un poco desconcertada y con el ceño fruncido lo saludé, de repente miré que abrió su mochila y sacó un libro de filosofía.
—¿Lo recuerdas?
—Es el libro que olvidé ayer aquí, ¿verdad? —cuestioné incrédula y al mismo tiempo agradecida con él por haberlo guardado.
—Sí. —Contestó con una enorme sonrisa en la cara.
—Ten, guárdalo antes de que se te olvide de nuevo.
Me reí un poco y le agradecí. El autobús iba lento «más de lo normal» me percaté de que él seguía mirándome y pregunté furiosa; —¿Qué tanto me miras?
—Veo a mi futura novia. —Respondió sarcásticamente.
No pude evitarlo y me reí. Ambos nos quedamos callados, llegó el momento de bajarme, y se despidió de mí. Al bajarme me reí, ni yo sabía porque, pero esperaba que la razón no fuese ese extraño chico.
Las clases empezaron y terminaron muy rápido, salí temprano ya que la profesora de anatomía no pudo asistir.
Decidí ir a un parque cercano para aprovechar que había salido temprano, me tomé un helado «¿quién no ama los helados?» ya eran las 6pm y tenía un poco de hambre, fui a Subway y miré al chico del autobús, inevitablemente me puse colorada como una reverenda fresa.
Pedí mi orden y salí a comerlo a fuera, estaba a punto de terminar cuando escuché que alguien me dijo;
—¿Te da vergüenza saludarme?
Me sorprendí, no tenía idea de quién podía ser, ya que el chico del autobús estaba adentro, volteé y caí en cuenda de que era él.
—¿En qué momento saliste? —Estaba asustada.
Editado: 19.10.2019