Enamorada por casualidad.

|Capítulo 29|

Hoy se cumplen dos meses sin mi novio, dos meses y aún no asimilo su partida, aún me parece infinito el tiempo sin él, mis brazos extrañan abrazarlo, mis manos extrañan acariciar su cabello y sus mejillas, mis labios desean volver a probar sus besos, mis oídos extrañan su voz tan masculina, mis mejillas extrañan recibir sus besos, extraño mimarlo, contarle mis problemas y que él me cuente lo que sucede en su trabajo, lo mucho que amaba y protegía a su madre y a su abuelita, extraño escuchar sus metas profesionales y personales, metas que le arrebataron, metas que cumplió a medias, y todo por ese infeliz por ese idiota, por ese... ¡No existe una palabra que describa lo que es!

El día se encontraba nublado al igual que mi corazón, me di una ducha, me cambié, coloqué mi perfume, compré una rosa y salí a visitarlo al panteón.

Al llegar me encontré con Mariana.

—¿Qué haces aquí? —Me preguntó.

—La preguntas es, ¿¡qué haces tú aquí?!

—Vine a ver a mi chico.

—Ya no es tu chico. —Rodé los ojos.

—Lo fue.

—¿Te digo algo? —Asintió dudosa. —No tendría el valor de venir aquí después de todo el daño que le hiciste.

—No era mi intención dañarlo. —Lloró.

—Él te amaba, Mariana, sufrió por ti y no era para menos, ¿qué deberías hacer si la chica a la qué amas traiciona tu confianza?

—Quise arreglar las cosas con él, ¡pero tú ya habías llegado a su vida, por ti no fuimos felices!

—No fui yo quien lo engañó.

—¡Deja de decirlo! —Comenzó a jalarse el cabello con desesperación.

—Él ya no quería verte, sólo quiero que lo entiendas.

—¡Te odio! —Se abalanzó sobre mí y comenzó a "golpearme" y lo pongo así porque no me dolió en lo absoluto.

Me levanté, acomodé mi cabello, no quería seguir su jueguito, pero esa intención se esfumó en el momento en que comenzó a jalar mi cabello.

—Deja mi cabello.

—No lo haré.

—Yo no jalaré tu cabello, romperé tu linda cara si no me sueltas.

—Quiero verlo. —Sonrió triunfante y jaló con más fuerza.

—Te lo advertí. —Puse mi mano en un puño y le propicié un golpe que hasta a mí me dolió, me sentía fatal por haberlo hecho «creo que jamás había golpeado así» pero mi cuero cabelludo ardió por sus jalones.

—¡Esto no se quedará así! —Tocó su nariz que sangraba sin parar. —¡Debí dejarte calva!

Se fue llorando y limpiando su nariz y yo me quedé riendo por su última oración.

—¿Recuerdas cuando dijiste que algún día quisieras verme pelear? Lo acabo de hacer, ¡lo hice por ti! —Reí emocionada. —¿Qué te pareció? Sabes, últimamente te he extrañado mucho más que antes, cada día me parece más difícil asimilar mi vida sin ti, te juro que me haces muchísima falta. —Comencé a llorar. —No sé cuánto resista sin ti, muchas veces he estado a punto de dejarlo todo y no me malinterpretes, no es lo que estás pensando, pero a veces quisiera quedarme en casa mirando nuestras fotos, llorando por lo feliz que me hiciste. Hace unos días abrí mi página de Facebook y leí algunos de los mensajes que me escribiste no pude leer más, no pude seguir porque entré más leyera más te amaría, precioso, ¡no puedo seguir sin ti! —Comenzó a llover y mis lágrimas se perdían debido a eso.

—Te vas a resfriar, linda. —Pablo me colocó su saco.

—No importa.

—Vámonos a casa.

—Ya no quiero dejarlo, ya no puedo más.

—No quiero que te enfermes.

—No quiero dejarlo. —Abracé la lápida.

—Por favor, no quiero lastimarte.

—Me lastimas al querer que me vaya.

—Bebé, por favor. —Me abrazó y me levantó.

—¡Por favor, déjame! —Intenté quitarme de su agarre pero en este momento mi fuerza era nula, me subió a la parte trasera del auto y habló.




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