Enamorada por casualidad.

|Capítulo 30|

Me di una ducha y como de costumbre fui al panteón.

—¿Sabes algo?, últimamente he soñado contigo, con el día en que nos conocimos y no sabes el vacío tan grande que sentí en mi pecho al recordar que ya no estás junto a mí, te amo, precioso,  ¡felices 21 meses! —Lloré hasta el cansancio. —Mañana volveré, cielo.

Regresé a casa y el dolor me invadió como todas las noches, pero esta vez era diferente, hoy cumpliríamos 1año 9meses juntos, hoy pudimos haber salido a pasear o quedarnos en casa, eso no importaba mientras estuviéramos juntos, hoy era un día para agradecerle a la vida por ponerlo en mi camino, por mandarme a un chico tan lindo como él, al destino por habernos puesto en la misma universidad y en la misma clase, hoy era un día para estar junto a él, abrazándolo, besándolo y no para sufrir por su ausencia.

Pasamos mucho tiempo intentando encontrar el amor verdadero y cuando lo pierdes una esencia de ti se va con él, eso es lo que me pasó con Carlos, le entregué mi corazón entero y mi corazón está bajo tierra en estos momentos, él se lo llevó y jamás los regresará.

Me recosté en mi cama, encendí la cámara y miré las fotos que me tomó Esteban en mi cumpleaños, las primeras se miraban muy mal debido a la modelo molesta y las segundas me parecieron increíble, posé para Carlos y la felicidad en mi rostro era notoria, las miré por varios minutos hasta que noté que en una se miraba una especie de corazón en el cielo, acerqué la foto varias veces y de verdad era un corazón, quizás era él, quizás era la manera en la que se manifestó, soy fiel creyente de eso, quizás sólo era una simple casualidad pero para mí significó todo pensar que era él, que de cierta manera está junto a mí en todo momento, mis ojos se llenaron de lágrimas de felicidad, por pensar que él sigue junto a mí.

Las horas transcurrieron rápido llorando, ya era medio día, mamá tocó la puerta y no tenía ánimos de abrir, ni de mirarla triste por mi culpa.

—Hija, debo entrar. —Abrió la puerta. —¿Qué pasa? Deja de llorar.

—¿Cómo me pides que deje de llorar por alguien a quien amo tanto? Lo he intentado, pero me es imposible, me siento tan culpable de sonreír si él no está. —Se recostó a mí lado, acarició y dejó besos en mi frente.

—Te amo, todo pasará y perdón por no entender lo que estás pasando, pero eres mi hija y no puedo mirarte llorar.

—Te amo, gracias por quererme a pesar de ser una niña llorona.

—Así de llorona y complicada eres la mejor hija del mundo. —Besó mi mejilla. —Dejé comida en el microondas, si necesitas algo llamas a la oficina.

—De acuerdo. —La miré marcharse.

Seguí en mi nube de pensamientos con Carlos hasta que se oscureció, encendí la computadora para hablar por Skype con Jorge, Iván se asomó cada cierto tiempo, amo lo feliz que son Valentina, Jorge y su pequeño, él llegó a darles más felicidad de la que ya tenían,

Al terminar de hablar, miré una película, fui a comer y después volví a la cama, no había sido un día productivo, sólo un día lleno de dolor.

[...]

Salí a la universidad a pedir informes sobre la reinscripción, pero el grupo aún no se completaba así que sólo me quedaba esperar a que eso sucediera.

Fui al panteón, hablé con él y regresé a casa.

En el camino me encontré a Esteban.

—¡Heeey, hola, mi niña!

—¿Cuándo dejarás de llamarme así?

—Cuando pueda decirte "amor" sin que rechistes. —Rodé los ojos. —¿Quieres acompañarme a desayunar?

—Ya desayuné, gracias.

—Por favor. —Negué. —¿Por un helado en la tarde? —Asentí. —Nos vemos al rato.

Llegué a casa y papá había vuelto de la ciudad.

—¡Ven acá, hija! —Me abrazó con fuerzas. —Te he extrañado más de lo que te imaginas.

—Yo mucho más. —Besé su mejilla.

Desde pequeña mis papás han sido muy cariñosos conmigo, jamás dejaron ni creo que dejen de mimarme a pesar de mi edad, han dedicado su vida a educarme a pesar del trabajo tan agotador y demandante que ambos tienen, son ejemplos a seguir, no quiero sonar egocéntrica sólo realista, ellos me han hecho fuerte, capaz, responsable, sincera y objetiva, no sé qué haría sin su apoyo, sin sus buenos consejos, sin sus palabras y enseñanzas tan valiosas para mí, no miento cuando digo que ellos son a las personas a las que más amo en el mundo y estoy segura que ellos jamás me fallarán.




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