Han pasado 2 meses, de nuevo son vacaciones la diferencia es que ésta vez durarán más.
¿Por qué y cómo es posible qué el tiempo pase tan rápido?
La universidad ha ido bien, aunque cada vez más difícil, sé qué es un reto más y que nada será más satisfactorio que terminar.
Iván ya nació es muy adorable aunque haya nacido antes de lo previsto, está idéntico a Jorge quién está a semanas de casarse, han pasado dos meses sin saber de Esteban, dos meses en dónde he aprendido a querer cada día más a Carlos a pesar de que nos hemos distanciado un poco por la escuela, él se encuentra trabajando en su tesis y yo haciendo trabajos finales, dos meses de buenos y malos momentos y sobre todo dos meses en dónde la vida me demuestra que debes de disfrutar cada paso que das, cada caída que tienes y cada momento con tus personas favoritas.
Desperté y Carlos me marcó por teléfono.
—¡Katy!
—¡Carlos!
—¿Sabes qué día es hoy, amor?
—¿Sábado...?
—Hoy cumplimos un mes más, preciosa.
—¡Feliz mes, cielo!
—Te he extrañado.
—Han sido días difíciles, pero ya pasarán.
—¿Puedes salir?
—¡Estoy horrible, Carlos!
—Sal un momento, pequeña.
Colgué la llamada, salí disparada al baño, me di una ducha rápida y bajé a ver a Carlos.
—¡Amooooooor!
—¡Cielo!
**Carlos.**
*Verla de nuevo me enloqueció, habíamos pasado días sin vernos.
Su cabello húmedo y ondulado desprendía un olor a rosas que me incitaba a cometer pecados con ella y su fragancia tan dulce se impregnaba en mis fosas nasales.
—¡Amooooooor! —Grité emocionado.
—¡Cielo! —Me abrazó.
—¿Estás lista para hoy?
—¿Lista para qué? —Inquirió con su cara de lado.
—Ven, amor. —Abrí la puerta del auto para que entrara.
Le entregué una caja y ella se dispuso a abrirla.
Sacó pequeños papeles.
Sacó un perfume.
Sacó unos dulces.
Sacó un cupón de una gasolinera.
—¿Y esto, cielo? —Preguntó riéndose.
—Pasaremos días juntos, amor.
—¿De verdad? —Abrazó mi brazo.
—En serio, pequeña.
—Y, ¿mis papás...?
—Hablaré con ellos, amor, no hay de qué preocuparse. —Besé los labios que tanto había extrañado.
Entré a su casa a hablar con sus papás, mientras ella alistaba su maleta.
—¡Hijo, qué gusto verte! —Me saludó la mamá de Katy.
—Hola, señora.
—¿Qué tal, Carlos? —Me saludó su papá.
Les expliqué a sus papás el plan y los días aproximados que estaríamos fuera, su mamá aceptó rápidamente mientras que su papá temía por la vida de su hija.
—La cuidaré con mi vida si es necesario, no hay de qué preocuparse. —Le expliqué.
—Entiende que si le pasa algo, ¡me muero! y de paso de mato.
—¡Javier! —Gritó la mamá de Katy.
—Descuide, si le pasa algo también me mataría.
Después de un rato explicándole que todo estaría bien, aceptó y emprendimos la aventura.
Subimos al auto y Katy me dio un regalo.
—Es muy pequeño comparado con lo que tú me das. —Anunció nerviosa.
—No era necesario, amor. —Acaricié sus nudillos.
Quité cuidadosamente el listón y saqué un portarretrato hermoso hecho por ella y tenía una de tantas fotos que tomé el día de la obra, mi corazón comenzó a latir cada vez más fuerte, ese pequeño detalle me enloquecía.
Editado: 19.10.2019