Lunes, con una resaca, con unos kilos de más, sintiéndome más patética todavía, no sé si fue un sueño o en verdad llamé a Patricio el sábado en madrugada y le dije que me casaría con Diego, lo cierto es que ayer no me animé a hablarle ni una sola vez, él tampoco lo hizo.
—Buenos días — saludo llegando a Global group donde la hermosa recepcionista levanta una ceja mirándome extrañada. — ¿Qué? ¿Sucede algo? — pregunté mirándola y ella solo sonrió mostrándome sus perfectos dientes.
Señaló con su mentón mis pies y cerré mis ojos, suspiré hondo y elevé mi rostro al cielo —No es cierto — gruñí bajando mi vista a mis pies, con razón me sentía tan cómoda y se sentía tan blandito como si tuviera conejitos abrazando mis pies.
—Lindas pantuflas — me dijo de pronto esa voz pastelosa a mi espalda, rodé los ojos girando hacia ella y todo me dio vueltas cuando la vi de la mano de Patricio.
—Buen día Mercy — saludó él —Veo que no te dio tiempo de ponerte zapatos — bromeó intentando no reír, apretando sus labios entre sí en una fina línea.
Yo solo observé esa agarre de sus manos y de pronto al darse cuenta solo le soltó la mano a Lucy perfecta.
—Buenos días Lucy, gracias, son de las mejores que tengo, y buenos días señor García, primero se saluda porque yo no recuerdo haber dormido con usted. — se aclaró la garganta poniéndose serio. — Y por último, no, no me olvidé de mis zapatos, tengo los pies hinchados y no me pareció mala idea venir en pantuflas, ¿Por qué? ¿Hay alguna regla que lo prohíba?
—Buenos días — saludó el único que faltaba en el circo.
— ¿Qué sucede? — preguntó Diego al vernos a todos ahí. — ¡Hey! Lindas pantuflas, hubieras avisado que vendrías así para venir también yo — yo solo negué suspirando hondo y de pronto el tiempo se detuvo, la gente dejó de hacer lo que hacía, es más dejaron de respirar cuando Diego caminó hacia mi posándose frente a mí y como si fuera lo más natural del mundo.
—Hola amor — saludó dejando un beso en mis labios sujetando mi rostro con sus grandes manos, solo abrí mis ojos como si se fueran a caer, dejé de parpadear y solo tragué mi saliva.
— ¿Subimos? —preguntó sujetándome la cintura y yo solo miré el rostro pálido de Patricio y la boca abierta de Lucy y luego recordé un detalle que me dolió. Llegaron juntos tomados de la mano, en la gala los vi besándose. Le regalé una sonrisa de arrogancia y le tomé la palabra a Diego caminando a su lado. Subimos al ascensor al girar antes de cerrarse de las puertas observé a Patricio quien seguía de espalda sin moverse, Lucy en cambio giró a mirarme con la boca abierta.
— ¿Cómo amaneciste Mercy? —indagó el rey de la jungla y mi futura esposo sin despegar la vista de su teléfono. —Perdón por no buscarte hoy, aun no me acostumbro a la idea de que tengo prometida.
—Estoy bien Diego, y no te preocupes que yo tampoco me acostumbro a eso, será algo difícil— llegamos a presidencia finalmente. —Oye Mercy por cierto esta noche mi madre quiere que vayas a cenar a casa, hará una cena familiar.
— ¿Una cena familiar? — movió la cabeza y yo tragué grueso
—Sí — contestó parándose frente a mi escritorio — ¿Acaso ya sabe que me casaré contigo?
—Oh si, ya lo sabe y está muy feliz, así que Mercy pasaré por ti a las siete. —Diego, pero… — guardé silencio cuando Patrick salió del ascensor y caminó con mala cara. ¿Qué le sucede?
—Oye Patrick no sé si mi madre ya te dijo, pero esta noche hay cena familiar en casa, lleva a Lucy, ella estará encantada de que vaya — risitos sonrió caminando hacia su oficina y sentí mi mundo temblar cuando Patricio fue acercándose a mi paso a paso. Mis manos temblaban cuando estaba acomodando unas carpetas, no levanté la mirada, tenía vergüenza, ahora Patricio pensará lo peor de mí, pensará que estoy interesada en el dinero de los García y por eso lo hago. Esperaba que comenzara con su sermón, pero nunca llegó contrario a eso, solo alargó la mano y acarició el anillo que tenía puesto en el dedo.
—La pregunta es… ¿te casa por dinero o por conveniencia? — levanté mi rostro para encararlo, hizo lo mismo mirándome. —No me caso por conveniencia, me caso porque tengo que hacerlo.
—No, no tienes que… — ¿y tú que sabrás Patricio? ¿Qué sabes de lo que siento o quiero?
—Somos amigos, te conozco Mercy, sé que esto no quieres hacerlo, sé que hay algo que te impulsa — Quería gritarle que era su culpa, que su amor no correspondido me estaba llevando a hacer eso.
—Tengo mis motivos Patricio — conteste intentando ignorarlo para encender mi ordenador y seguir acomodando algunos papeles. Solo sentí su mano sujetarme el brazo.
— ¿Qué ha cambiado entre nosotros Mercy? Antes éramos los mejores amigos, nos divertíamos juntos ¿y ahora?
—Y ahora tú tienes una novia que merece tiempo y yo un prometido también, los dos estamos en una relación ahora Patricio, ¿o estoy equivocada? — solo me observó sin decirme nada y luego agachó la mirada y fue como un puñal.
—Que Lucy sea mi novia no significa que no sigamos siendo los mejores amigos.
—Todo cambia Patricio, no es lo mismo, ahora tenemos compromisos, no creo que a tu novia le guste que su novio pase más tiempo con su mejor amiga que con ella.
—Por cierto me alegro mucho por ti, se nota es una buena mujer y te quiere, te mereces.
—Lamento no decir lo mismo por ti Mercy, creo que te mereces más que Diego. — solo negué.
—Me está demostrando que es un buen hombre, algo inmaduro, pero es un buen hombre.
—No es suficiente para que te cases con él.
—Si es suficiente para mí.
—Eres una tonta Mercy, tonta, él no te hará feliz, ¿Por qué crees que te mereces tan poco? — su mirada me confundía. Pero sé que no quiere que me case con Diego solo porque no quiere que el me lastime. Sé que no será así, sé que Diego me ayudará a olvidar esta tonta ilusión de querer a un hombre imposible.
—Lleva a Lucy a la cena, será bueno compartir y conocerla más — solo negó dándome la espalda y caminó con rapidez hacia el pasillo que da hacia su oficina.
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Editado: 17.05.2022