Tuvimos que volver esa misma noche porque el señor García fue hospitalizado de urgencia, su estado de salud ha empeorado, su cáncer ha avanzado demasiado según los médicos y la señora García está deshecha.
—¿Por qué no te vas a descansar Mercy— dijo la señora García sentándose a mi lado, viendo en el otro extremo a Patricio recostado en la pared y solo me observaba por breves segundos y agradezco a Lucy la inoportuna que por fin lo dejó en paz y lo dejó respirar.
—No te preocupes que no debo ir al trabajo y no estoy cansada.
—Pero fue un largo viaje cariño— me apretó las manos.
—Gracias— dije cuando Diego me ofreció un vasito de café y otro a su madre y luego se sentó a mi lado.
—Le decía a Mercy que vaya a descansar que aquí no hay mucho que hacer.
—Vamos Mercy te llevo yo y luego vuelvo— dijo Patricio acercándose a nosotros, levanté la cabeza para mirarlo por lo alto que era.
—No es necesario yo la llevo y luego vuelvo— avisó Diego mirándolo, Patricio solo suspiró hondo y luego metió las manos en los bolsillos dándonos la espalda para caminar y alejarse por el largo pasillo.
—No, en verdad no iré, me quedaré aquí hasta que el señor García despierte, no me iré no insistan— dije y solo asintieron los dos. Sin darme cuenta me había quedado dormida, recosté mi cabeza en el hombro de la señora García y sentí su rostro apoyar sobre mi cabeza.
Poco a poco fui despertándome y ese olor era indiscutible, abrí mis ojos rápidamente me incorporé al darme cuenta que no era la señora García.
—Perdóname Patricio, pensé que…— me callé al sentir su profunda azulada en mí y luego una de sus grandes manos acariciar mi mejilla y luego solo me regaló una pequeña sonrisa. Solo me mordí el labio agachando la cabeza, luego observé a todos lados.
— ¿Dónde están Diego y tu tía? —. Mi tío despertó y están adentro con él —solo parpadeé y pasé saliva, entonces eso quería decir que estábamos solo él y yo.
—Oh me alegra mucho, creo que me dormí profundamente— intenté arreglarme mi horroroso pelo sintiendo la mirada de Patricio sobre mí sintiéndome incomoda.
De pronto una de sus manos llevó un mechó de mi pelo detrás de mi oreja y yo sentía mi corazón latir muy fuerte.
—Creo que te debo una explicación— susurró muy cerca de mi oído erizándome la piel y solo mordí mis labios y luego ese balde de agua helada cayó sobre mí al recordar lo que había pasado ayer, primero el beso y luego encontrar a Lucy en su habitación después de haber estado juntos, eso me duele.
—Creo que no hay nada que explicar Patricio— dije mirándolo parpadeando muy rápido como si eso evitara que me siga mirando de esa manera, esos ojos azules tan electrizantes que me acelera el ritmo cardiaco.
—Sí Mercy hay mucho de qué hablar y yo creo que es tiempo.
— ¿Tiempo? ¿A qué te refieres con eso? — se pasó la mano por el pelo y suspiró hondo, luego bajó su mano hasta su rostro frotándolo.
—Mercy, sé que somos mejores amigos, hace más de un año que nos conocemos, hablamos y mil cosas más que se te pueda ocurrir, pero hay algo más— abrí mi boca y ahora estoy más que segura de lo que estaba imaginando, Patricio siente algo por mí, tal vez no esté enamorada como yo lo estoy de él, pero de qué le pasa algo sí, pero entonces ¿Por qué esta con Lucy inoportuna? ¿Porque nunca me ha dicho sus sentimientos?
—Patricio yo… — ¡Mercy! — escuché que me llamaban, levanté mi mirada y era la señora García.
—Señora— exclamé levantándome con rapidez.
—Enrique quiere hablar contigo por favor— me pidió y yo solo me mordí el labio y asentí ligeramente, sin volver a mirar a Patricio, sintiéndome muy nerviosa, al abrir la puerta vi a Diego parado al lado de su padre, yo cerré lentamente la puerta y el señor García me sonrió.
—Hola Mercy— dijo extendiendo su brazo hacia mí. Lo quiero, lo aprecio mucho, ha sido como un padre para mí todo este tiempo, ha sido el mejor jefe del mundo y la mejor persona, aun no entiendo como las buenas personas tienen que pasar por estas cosas, por estas enfermedades.
— ¡Señor García! — dije acercándome a él y tomó mi mano, Diego estaba al otro lado de su cama.
—Mis dos hijos, no saben lo feliz que me hace que estén juntos, yo te dije desde un principio Diego que aquí mi niña Mercy era para ti, era para tu esposa, no hay mujer más digna que ella para ti, estoy seguro que serán muy felices.
Mi mente era un completo caos, el señor Enrique ¿Cuándo fue que envejeció tanto o la enfermedad lo ha carcomido tanto? ¡Por Dios! Diego que me observa con una pequeña mueca de sonrisa y las palabras de Patricio “Hay algo más”
—Antes de irme quiero verlos casados— pasé saliva.
—Usted no irá a ningún lado, al menos no ahora señor García, por favor no diga eso— dije con un nudo en mi garganta, él solo negó moviendo la cabeza.
—Es así lastimosamente mi querida Mercy— suspiró hondo—, ni todo el dinero del mundo puede comprar ni la salud, ni el amor. —Solo miré a Diego y él hizo una mueca de sonrisa.
—Denme esa alegría de verlos casados, de estar juntos, tú mi Mercy sé que lograras grandes cosas con mi hijo y tú Diego siéntete orgulloso de tener a una mujer tan excepcional como es ella.
El señor García ve tantas cosas buenas en mí y valoro tanto eso, pero no creo que sea tanto como dice, tengo muchos defectos, de hecho tengo más defectos que virtudes.
No salían las palabras de mi boca, aun no asimilo el hecho de casarme con Diego, de hecho no asimilo esa idea de casarme con alguien.
— ¿Y cuándo es la boda? Necesito que se casen antes de que mi estado de salud empeore por favor.
— ¡Papá! — dijo Diego y yo lo miré, no lo veía tampoco tan convencido de casarse.
—En unos meses— contesté mirándolo y el clavó sus ojos en mí.
—Qué alegría, estoy seguro que alcanzaré a verlos casarse, los quiero mucho— dijo besando mi mano y también el de su hijo.
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Editado: 17.05.2022