Mi vida, ya no era mía, le pertenecía a mi secuestrador. Me ha tenido dos semanas encerrada, con las manos esposadas, mis muñecas estaban rojas, Ap solo venía a darme de comer. Si, ya había intentado escapar, pero al parecer la tenía cámaras, trampas por todos lados. Todas las dos semanas he llorado, como nunca lo había hecho.
Simplemente tenía que aceptar que la vida era injusta, y que yo estaba destinada estar secuestrada y cuando me entreguen mi destino es ser torturada y que luego me maten de la peor manera, eso es lo que me había dicho el hombre de cabello negro, mi secuestrador.
Supuestamente él estaba haciendo negocias para venderme a la persona que más le de dinero y que en estas dos semanas habían entrado más de veinte personas, ellas me querían, pero no de una manera bonita. Rogaba por salir de esta habitación, pero también le rogaba a mi secuestrador que ya me entregara, me había dicho que lo haría con un tal Cesar, pero él quería sacarle más dinero, cuanto estaban pagando por mí no sabía, ya se lo había preguntado y me ha esquivado la pregunta.
Doy vueltas en la habitación, recorriendo cada rincón de ella, ya sabía dónde estaba todo, al parecer había quedado grabado en mi mente hasta el color de cada cosa. Me estoy dando cuenta que ya me estoy a acostumbrando a esto, por lo general en estas dos semanas, todas las noches intentaba escapar y obvio todas eran fallidas. Pero hoy, hoy no voy a intentar escapar, solo dejare que llegue el momento en el que venga y me diga-hoy te entrego.
Voy al baño me miro al espejo, vaya que mi cabello a pesar de ser corto, estaba hecho un asco, intente pasar mis dedos por él, solo logre que mis muñecas, cabello me dolieran y que las esposas quedaran atrapadas en mi cabeza, después de varios intentos me rendí y me senté en la punta de la cama a esperar que desgraciado de mi secuestrador apareciera y me quitara el enriendo.
-¿Por qué tardaste tanto? -pregunte molesta, el me mira sus ojos van a mis manos que se encontraban arriba.
-Ahora que intentas, utilizar tu cabello como clip para sacar las esposas. -dijo mientras su seño se fruncía.
-No, solo intente cepillar mi cabello y esto es lo que paso, -trato de poner una media sonrisa y pude tonar que el también quería poner una.
Se acercó a mí y empezó a desbaratar mi lio. Trago grueso cuando me doy cuenta que s entrepierna está muy cerca de mi rostro, solo ruego que termine de sacar las esposas.
-Listo, -abro mis ojos ya que los había cerrado, -no intentes bobadas. –su tono de voz era molesto.
Sobo mis muñecas, se siente bien no tenerlas, me di cuenta que él pensaba ponérmelas de nuevo y eso yo no iba a permitir.
-No, espera -pongo una mano en alto. -prometo no intentar escapar. -lo mire con suplica y muy en serio, no iba a intentar escapar. Suspiró, asintió.
-Pero, si intentas algo, así sea una mínima cosa te ato hasta que no muevas ningún hueso. -trago grueso y asiento una y otra vez. -ahora, vamos a comer.
Ya había terminado de comer, Ap estaba pegado al celular, yo analizaba todo el lugar, el cual era muy aburrido. Miro mis muñecas, se encontraban horribles, miro al joven de cabello negro y por un momento me imagino tirándome encima de él, golpeándolo, insultándolo, haciéndole pagar por todo lo que me ha pasado, talvez no es toda su culpa, pero necesitaba desahogarme. Así que solo me levante de la silla el seguía en su celular mientras que yo planeaba como atacarlo, no sé qué me estaba poseyendo, mi respiración se aceleró, me acercaba despacio no quitaba mi vista de él.
En un momento imprevisto alza la mirada, me mira fijo como si estuviera adivinando lo que estoy planeando, abre su boca para hablar, pero no dejo que lo haga y me tiro enzima de él.
No servía de nada que yo le estuviera golpeando el solo se cubría y gruñía, yo, yo le dedicaba blasfemias que ni sabía que podía decir, no podía parar, aunque sé que él no sentía ni una pizca de dolor, hasta que me di cuenta que lagrimas se escapaban cada que le daba un golpe.
-Tranquila, -ante esas palabras pare y esta vez me lance a abrazarlo.
-¿Por qué me pasa esto?-mi voz se quebró y deje que mi corazón se desahogara.
Después de varios minutos me despegue de él. Tenía que parar esto, dejar de llorar, se supone que me va a entregar y después de eso, aunque ruegue moriré, pero era imposible no hacerlo. Me siento en el mueble y el vuelve a su celular, estar secuestrada es lo peor, aun cuando no intentas escapar porque sabes que es en vano. Mi vista va hacia el juego de futbolito, como es que recién me percato y se supone que ya recorrí todo el lugar, me acerco, tomé una pelota y la lance hacia riba a penas este cayo empecé a jugar, sola, ya era costumbre. Sin darme cuenta me encuentro gritando moviéndome de un lado al otro, recuerdo que mi padre y yo, los fines de semana jugábamos, apostábamos cualquier cosa, yo siempre ganaba.
-Gooooool, -grito y salto como loca, jugar sola no es tan malo, me preparo para la siguiente pelota, pero alguien del otro lado la toma antes de que esta caiga.
-¿Qué te parece si me uno? -me miraba desafiante, me daba miedo.
-Ok, pero apostemos -está sin duda era la peor idea.
-Quieres perder. -su mirada se vuelve aún más oscura, pero me quiero arriesgar.
-Tienes miedo, Ap.
-Si yo gano ¿qué obtengo? -su voz se escuchaba juguetona.
-Obvio lo que tu desees, -en que lio me estoy metiendo ¿Que deseara? no creo que quiera algo bueno.
-Tú lo dijiste luego no te arrepientas -trago grueso, estoy segura de que me arrepentiré, pero tengo que confiar más en mí, yo soy realmente muy buena en este juego.
-Si yo gano...
-Te enseño a pelear, -interrumpió, se supone que el debía decir, lo que tu desees al igual que yo lo hice, -eres muy mala en eso.
Tenía razón, soy mala en eso, pero quiero salir de aquí, y si ganaba eso era lo que iba a pedir.
-Hecho -sí, definitivamente, yo estaba loca.
Editado: 24.07.2019