Después de media hora, entraron dos hombres y se llevaron el cadáver de Camilo, yo solo observaba el charco de sangre que había dejado; en un momento Verónica entró y me sujetó del cabello:
- Esto es tú culpa, mataste a Camilo. Me dijo llorando
Me arrojó al suelo y fue cuando vi en sus ojos que ella lo amaba, de repente entró un hombre, me sujetó de un brazo y me llevó a una habitación, era como un despacho, allí estaba sentado el hombre que me había comprado, el dueño del bar y un médico.
- Mi médico la revisará y voy a saber si aún es señorita. Dijo el hombre sin mirarme.
Yo seguía tratando de asimilar lo que había sucedido, ya no tenía fuerzas para nada, estaba permitiendo que hicieran conmigo lo que quisieran.
Me llevaron a un cuarto donde había una camilla.
- por favor despójese la falda, su ropa interior y recuéstese en la camilla. Dijo el médico mientras tomaba unos guantes plásticos
Estaba atónita.
- No le haré daño, solo quiero confirmar si es virgen.
- por supuesto que lo soy. Le respondí
- Pero yo debo confirmarlo, para que el señor Francisco este seguro.
- ¿El señor Francisco? Pregunté.
- Sí, su dueño. Me contestó el médico con su acento español
Él volvió a repetirme lo mismo, pero me asusté y traté de huir, entonces me sostuvo de un brazo y me dijo:
– no le haré daño, si no le revisó nos matarán a ambos, no voy a tocarle solo voy a observar.
Fue cuando comprendí que no era la única que estaba atrapada en ese mundo oscuro. Confié en él, después de todo ya no tenía nada que perder. Mientras él se ceñía sus guantes, me quité la falda y me recosté en la camilla. Después de unos segundos el médico me dijo que ya me podía poner la ropa, y mientras me vestía el médico salió, esperé sentada unos segundos y de repente entró el dueño del negocio
- Te vas con tu dueño. Me dijo, luego me sujetó de un brazo y me llevó hasta el pasillo donde me entregó al señor Francisco, entonces dos guardaespaldas de éste me sujetaron por ambos brazos.
Al fin estaba en la calle, veía a las personas que pasaba a mi alrededor y nadie se daba cuenta de mi dolor, traté de soltarme para escapar como lo había pensado, pero me sujetaron fuertemente, solo recuerdo que pisé a alguien y le di con la cabeza a un guardia y traté de huir, pero del carro al que me iban a entrar, salió una mujer alta de cabello corto lacio, algo flaca pero bastante fuerte y me dio con el codo en el vientre, sentí un fuerte dolor y no pude respirar, solo recuerdo que todo se puso oscuro.
Desperté en una habitación muy lujosa, más lujosa que la de la casa del bar, ésta tenía dos ventanas con cortinas blancas, una alfombra gris, un sillón y tres sillas de cuero alrededor de una mesa cerca de una ventana, una cómoda con su espejo, también tenía un baño privado y un armario; y tenía un aroma mucho mejor. Me levanté para abrir la puerta, pero al otro lado había un pasillo y estaban dos hombres vigilando. Volví a entrar en la habitación y traté de abrir las ventas, pero estaban cerradas, busqué en el baño y solo había una pequeña ventana, traté de romper una de ellas con una silla y fue un fracaso porque el vidrio era muy grueso, y aun que la hubiera roto estaba en un segundo piso y abajó me esperaban unos gorilas que el señor Francisco tenía como guardaespaldas por toda la casa. Las horas pasaron muy lentas, me dolía el estómago y comencé a desesperarme, entonces solo salí por la puerta de la habitación y corrí por el pasillo, los guardaespaldas corrieron detrás de mí, bajé por unas escaleras que llegaban a una antesala, cuando bajé las escaleras un guardia me sujetó de la cintura, grité que me soltaran, que por favor me dejaran ir, pero mis palabras hacían eco entre los espacios de la casa; en ese momento entró por la puerta principal el señor Francisco con la mujer que me había golpeado, los guardaespaldas me arrastraron por todo el pasillo y me encerraron con llave en la habitación.