A la mañana siguiente, como a las ochos, ya todos estábamos listos: el señor Francisco, Selene y como cinco guardaespaldas que nos acompañaban; me despedí de María, ella estaba algo preocupada pero trataba de no demostrarlo.
Cuando llegamos al aeropuerto los socios nos estaban esperando, entramos en un avión privado, allí conocí a las familias de los socios, los más viejos tenían hijos pero no viajaban con nosotros, solo sus esposas, y de los más jóvenes iban sus novias. El vuelo se demoró tres horas así que comenzamos a conocernos un poco. Después de una hora me recosté en el hombro del señor Francisco para relajarme un poco, minutos después uno de los socios fue a ofrecernos comer algo en el bar del avión, así que ambos fuimos y yo me tomé un Martini, el señor Francisco me miró con asombro, pero yo me lo tomé muy tranquila.
Cuando nos levantamos él me abrazó recostando su mejilla con suavidad en mi pómulo
- Creí que no serias capaz. Me susurró al odio
- Todo por la seguridad de ambos, espero que no se enamore de esta mujer que solo es un espejismo que durara tres días. Respondí.
- Solo me interesas tú, Ana, mi Ana, la mujer que compré, pero que me hizo cambiar y se adueñó de mi corazón. Me dijo, entonces ambos nos miramos y sonreimos con complicidad al ver que todos nos miraban.
A las tres horas el avión aterrizó en un hangar privado, un carro muy lujoso nos llevó a un hotel cinco estrellas; nos alojamos en el mismo pasillo con los socios, en una suite con dos pisos; en el piso de abajo estaban las habitaciones de los guardaespaldas, el bar y una sala; arriba que daba el baño con un yacusi, y cuando la recepcionista nos dijo que solo había una habitación principal me puse muy nerviosa.
Cuando entramos a la habitación me deslumbré, realmente era hermosa y lujosa en color blanco y doradoro, algo demasiado para mí, pero sin embargo yo no paraba de pensar en que solo había una cama en la habitación, y el señor Francisco lo percibió.
- No te preocupes, tú dormirás en la cama y yo dormiré en el sofá. Respondió a mi rostro de preocupación.
- Está bien, voy a confiar en usted. Dije
En un momento bajó al primer piso para que yo pudiera cambiarme puesto que íbamos almorzar con los socios; vestí un vestido blanco acampanado de cintura ajustada y manga corta, muy hermoso, y nas sandalias sin tacón en color rosa palo, solté mi cabello en ondas con un sobrero de ceda color rosa pastel; el señor Francisco y yo llegamos tomados de la mano, almorzamos junto a la piscina; todos hablaron de diversos temas, pero yo me mantuve en silencio puesto que no lograba encajar en su mundo.
Las miradas del señor Francisco me acompañaban con una bonita sonrisa, y a cada segundo tomaba mi mano y la besaba.
Después del almuerzo los hombres se retiraron al bar y nosotras las mujeres fuimos de compras por toda la isla, no era algo apetecible, pero las damas me invitaron y no pude decir que no; el señor Francisco me llevó un bolso de mano color rosa.
- Hay varias tarjetas, las puedes usar. Selene te acompañara. Me dijo, y luego se despidió dándome un beso en la frente.
Comenzamos observando objetos de recuerdos en una plazoleta, compré algunos para María, su sobrina y Cesar; también compré unas gafas de sol, un sombrero y una cámara fotográfica. Después vi en una tienda muy lujosa un hermoso reloj de hombre, así que lo compré y lo envolví en una cajita de regalo para dárselo al señor Francisco.
De todas las mujeres yo fui la que menos compró, recuerdo que una de ellas me dijo
- Si tú no aprovechas y los exprimes a ellos, sus amantes lo harán.
No presté mucha atención; volvimos al hotel ya algo de noche, así que subí. El señor Francisco se estaba bañando, me preguntó que cómo me había ido y le respondí que bien.
- Organízate para que bajemos a cenar con los socios. Me dijo desde el baño.
Cuando estaba buscando mi ropa salió del baño envuelto en una toalla que le cubría de la cintura hasta las rodillas, me sentí algo incomoda, así que pasé por su lado con la mirada en el suelo y sin decir nada entré en el baño; después de unos minutos bajamos a cenar, todos hablaron durante la cena, y yo continuaba algo distraída.
- ¿Se siente bien? Me preguntó uno de los socios, entonces me volví con algo de asombro hacia ellos, creí que no se darían cuenta de que yo estaba allí.
- Sí, estoy bien. Es solo que esto me recuerda a mis padres
- ¿Murieron? Volvió a preguntarme, no sabía que responder así que mentí, ¡mentí! Qué clase de mujer me estaba volviendo.
- No, se separaron, es algo muy reciente y me está afectando un poco.
- ¿Y dónde viven ellos? Preguntó otro de ellos.
- México.
- ¿Y cómo se conocieron usted y el señor Francisco? Me preguntó una de las mujeres.
Miré al cielo con algo de remordimiento pues sabía muy bien lo que estaba haciendo, y no era bueno, pero aun así no me callé.
- En un bar, yo estaba bebiendo y comencé una pelea; el señor Francisco tan caballeroso me rescató, después de eso nos seguimos viendo.
- ¿Y ahora que están viviendo juntos, cuando van a casarse? Preguntó otra mujer, y aunque en su rostro había una sonrisa en el mío había confusión, puesto que no sabía que contestar.