—Estás loco. —Le dí un empujón negando
—Disculpa, quizás la esquizofrenia que sufro me hace ponerme un poco loco y aveces digo la verdad. Pero quiero hacerlo. Quiero ser alguien.
—Ya lo eres. Eres alguien importante.
Comencé a caminar con rapidez, no la suficientemente como para dañarme o cansarme rápido
—¿A que le temes?—Gritó—¿¡A qué!?
Me detuve, giré y me acerqué peligrosamente a él. Pude ver cómo se tenso completamente al ver mis ojos negros como la noche
—¿A qué le temo? Temo a que todo sea un sueño, que en realidad no tenga hijos ni un comprometido, temo a qué en verdad no seas mi hermano, temo a la vejez y al olvido, también temo en qué me quedé sola, o que Alexander me corte,o se comporte como idiota, también temo a qué mis hijos no me quieran o perder el bebé. También temo a contestarte todo esto, temo a qué sepas mi debilidad y te destrullas, también temo a bajar la cabeza y defraudar a mis padres. ¿Continuo?
—Y entre todas esas cosas, no le temes al mundo mítico. ¡Yo no quiero temer tampoco!
—¡No es así!¡No! El miedo se va cuando enfrentas las cosas cuando le hacen frente y obligas a aceptar la realidad. —Gritó con algunas lágrimas—En el camino puedes llorar, gritar, reír o hasta querer matar. Lo he pasado, y lo entiendo. Pero no creo que en convertirte en un ser lo superas, ¡Patañeas! Solo lograras tenerte miedo de ti mismo.
No contesta.
—¿Tienes miedo de vos mismo?
No contesta.
—¡RESPONDE!
—¿Crees que no temo de mí mismo?—Preguntó—¡VIVO SOLO CON 400 VOCES! NO TIENEN NINGÚN MALDITO DERECHO A DENEGAR ALGO QUE YO QUIERO HACER. QUIERO SER UN SER MÍTICO QUIERO SER QUIEN DA MIEDO, NO EL QUE TIENE MIEDO.
—Solo demuestras lo estúpido que te ves, pareces un niño consentido al que le nieguen un dulce. Eres patético, Caleb. —Susurre mirándolo neutral
Él me agarra de el pelo y me acorrala contra un árbol de mármol. Lo miré a los ojos demostrando dolor por su movimiento brusco.
—No me harás daño, eres mi mellizo.
—No. Pero 400 quiere que lo haga.
Siento un golpe en mi cabeza y caigo al suelo. Siento dolor en mi nuca y hasta en mis pies. Miró con la vista cansada a mi hermano quien me mira seríamente.
Él me saca las dagas y armas que tenía y se las guarda para luego comenzar a caminar.
Miré para abajo y ví como en mis piernas, mi ropa se comenzaba a teñir de rojo. Estaba teniendo una perdida.
—Ca-aleb, ayúdame —Susurre con voz casi inaudible.
Lo ví.
Lo ví irse sin mirar atrás y sin ni siquiera mostrar preocupación por mi. También ví como un lobo se paraba frente a él y aullaba. El lobo negro aullo fuertemente y luego ví a más lobos acercarse. Caleb asustado hizo pasos hacia atrás.
Alexander en su forma lobuna le gruñó haciendo que él caiga al suelo, Pero cuando mi comprometido me mira en esas circunstancias, sus orejas bajan y siento una gran tensión entre nosotros.
Pero la oscuridad me envolvió en sus brazos y me dormí prometiendome volver a despertar.
(...)
Abrí mis ojos lentamente, me encontraba en la habitación de Alexander. Puse una mano en mi abdomen y ví como ya estaba cambiada. Alexander por otro lado estaba sentado mirando por la ventana con las dos manos en su cabeza y los codos clavados en sus rodillas.
—Amor.—Lo llame, el gira rápidamente y al verme sonríe. Sonríe calidamente dandome un poco de seguridad. —¿Mi bebé?
—Él está bien.—Se sentó a mi lado y puso una mano en mi panza—Es fuerte, como la madre.
—¿Que pasó?
—Al cortar con la llamada, te salí a buscar atraves de nuestro vínculo de la marca. Al llegar, Caleb estaba muy tenso y lo enfrente al saber qué no estabas junto a él, luego miré el suelo y te encontré desangrada inconsciente. Juro que nunca sentí tanto pánico y paranoia en los quince minutos que te llevé en mis brazos.
—¿Él está bien?
—Oh, si. El médico me ha llamado; se diagnóstico es qué perdió el control gracias a que uno de sus voces le venía hablando sobre que te asesine. Escalofríante ¿No?
—Esto es una película de locos. Los odio a todos—Cerré mis ojos lentamente.
—Tranquila, mientras tú estés en reposo yo me encargaré de todo. De tu hermano, de los gemelos, del reinado y de ti misma. Yo te cuidare.
No necesito que me cuiden»pensé. Pero lo retire de mi mente rápidamente al volver a pensar mi situación.
—Gracias.
Sabía que Alexander no podría ser sutil con las cosas cometidas por Caleb. Aún qué sepa qué no lo hizo aproposito es muy rencoroso y no lo tratará tan bien. Aún qué por otra parte estaba bien, quizás una voz verdaderamente autoritaria y potente detenga a la inquietante cabecita de Caleb.
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Editado: 09.05.2018