Abro los ojos lentamente, la iluminación era prácticamente nula pero aún así podía ver las cosas en la habitación. Un ruido extraño me había respetado, como si una bolsa de papas hubiera caído al suelo. Me pongo de pie y tomó mi abrigo que estaba colgado. La reina se encontraba totalmente dormida a mi lado de la cama, viendola tan relajada se me hizo inevitable el no despertarla.
Salgo de la habitación y voy hacia la de huéspedes, lentamente mientras me refriego los ojos sintiendo mi vista nublada, la iluminación del pasillo estaba fatal. Al llegar, golpeó la puerta.
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Nadie responde.
—¿Rey?—Pregunté volviendo a golpear. Se escucha otro golpe seco. Abro la puerta lentamente con sumo cuidado por si veo algo que no quiero. La habitación se encuentra en total oscuridad tanta que siento que tengo los ojos cerrados. Busco el interruptor con mi mano y al encontrarlo lo aprieto.
La luz llega con rapidez, puedo observar como había bruscamente movimientos alado de la cama y grité cuando ví que era Alexander teniendo convulsiones.
Me acerco rápidamente a él, caigo a su lado y comienzo a tocar su batido cuerpo sin saber que hacer. De su boca salía sangre, demasiada sangre. Y hasta se ahogaba con ella.
—¡MAMÁ!—Grité fuertemente.
(...)
Apoyé mi cabeza contra la pared, mirando a todos en la sala de espera. La reina estaba como loca hipnotizando a los enfermeros para que les diga la verdad sobre lo que le sucedía a Alexander, sin embargo aún no había nadie que lo sepa con claridad. Los gemelos aún no habían llegado del castillo, la reina los había llamado y por como gritaba supe que era una conversación bastante alterada.
—Iré a la sala de los doctores. Seguramente saben algo estos imbéciles ¡La mejor clínica de Amsterdam y es una total mierda! ¡Son todos unos hijos de puta! —Besa mi frente y se va sin esperar contestación.
Veo como la figura física de la Reina se va, aún que paraba a todos el camino. ¿No se cansa? En estas cuatro horas que nos mantuvieron aquí, ella lleva hipnotizando a todos aquí.
—¿Usted es?—Un médico me señala con el dedo, que apenas salía de la habitación dónde habían internado a Alexander.
Me pongo de pie rápidamente mientras tropiezo con estos mismos, mi pelo alborotado cae sobre mí rostro y me entra a los ojos. Gimo al mismo tiempo que quito bruscamente mi cabello a mi lado y miro hacia al frente.
Y entonces llega el momento donde no sé cómo mierda llamarme. ¿Amalia, Amelie? ¿Dephal, Williams, Mclaren?
—Soy la Princesa Amelie.—Me crucé de brazos, él me mira sorprendido su boca se abre y libera gemidos—¿Cómo está mi padre?
—¿L-la prin-princesa pérdida?
—Si. Superenlo de una vez, algún día tenía que volver. ¿Cómo está mi padre?
—El Rey consumió sangre venenosa. Parece que la consumió hace una diez o nueve horas, pero empezó a actuar a último momento. Ruthless necklace al notar que esa sangre era veneno puro la exhaló de su organismo y es por eso que lo vió escupir y ahogarse con la sangre. Las convulsiones fueron provocadas por el mismo veneno. Entró en coma, pero según los estudios en un día podrá despertar.
—¿Puedo verlo?
—Por el momento no. Lo están transfiriendo a otra sala. Necesita hacerse más estudios.
—¿¡DÓNDE ESTÁ MI PADRE!? ¡MUÉVETE IMBÉCIL QUIERO VER A MI PADRE! ¡QUE TE MUEVAS! ¿ACASO NO SABES QUIEN SOY YO?—Se escucha a lo lejos
—Vayase antes que los príncipes lo maten—Susurre. Él médico prácticamente corrió.
Me giré y contemple la escena, estaba Dylan gritandole a un enfermero. No escuchaba los susurros del pobre hombre pero si los gritos de mi hermano. Matthew estaba más atrás hablando pacientemente con Katherine mientras movía las manos exageradamente.
Dylan tiene un brote, y le arranca la cabeza al pobre hombre. El cuerpo sin cabeza cae al suelo, las pocas personas que nos rodeaban comienzan a correr del miedo mientras que yo siento mi corazón latir con fuerza contra mis pulmones.
Entonces, Dylan clava su mirada completamente negra en mi.
Creo entraré en coma yo.
—¡TÚ! PEQUEÑA REVOLTOSA ¿QUÉ LE HICISTE A MI PADRE?—Camina a grandes zancadas en mi dirección.
Dios, sálvame.
—¡No te me acerques!—Grité, él siguió caminando. El pánico aumenta—ALEJATE DYLAN.—Grité de vuelta. —¡TE DIJE QUE NO TE ME ACERQUES!
Derrepente Dylan se detiene en seco, frunce el ceño y comienza a mirar hacia todos lados.
—¡Basta de juegos, Amelie!
Me concentré mirándolo fijamente, mi aura se comienza a proyectar mientras que siento un calor invadirme desde la espalda baja hasta mi cabeza. Los escalofríos en mi cabeza eran extraños pero placenteros a la vez, nunca antes había tenido escalofríos allí. Aunque cada minuto que pasaba mi cuerpo se cansaba cada vez más.