Capítulo 8:
Escape
Mafer
Nuestros aposentos se encuentran en la cúspide de la cascada, donde la luz de la luna se refleja en el manto de agua que cubre una abertura alargada, con la apariencia de una enorme garra. Es como una ventana, y las cristalinas aguas reflejan una hermosa gama de colores por todas las paredes de la celda. En comparación con los calabozos de la corte oscura, esto es una maravillosa estadía como prisionera de las serpientes. Lo disfrutará si no temblará cada vez que escucho a alguna arrastrarse por el pasillo.
Las camas son profundos y perfectos óvalos en la pared de la caverna. Perfectamente diseñados, y cómodos.
—¿Por dónde vamos a salir? —pregunto en un susurro. Aferró la manta para que mis uñas no se encajen en mi piel cada vez que cierro las manos con excesiva fuerza.
Yira está cómodamente recostada en el agujero de cama que está justo frente al mío. La mordida de la serpiente le ha afectado mucho, el tono pálido de su piel no ha cambiado en nada desde que estamos aquí, que según mis cálculos son como dos días. Dos días en los que he dormitado, porque dormir como se debe no es algo que pueda permitirme estando en un nido de víboras.
Una mujer serpiente viene de cada cierto tiempo a atender a Yira, le han suministrado el antídoto, pero en muy pequeñas dosis, las suficientes para mantenerla con vida, pero no como para que ella se levante y se defienda. Por mí no se han preocupado mucho, justo en estos momentos no soy un peligro para nadie. Ni siquiera he puesto un pie fuera por miedo a pisar alguna serpiente, de cada cierto tiempo siento como si algo se arrastra por el suelo, quizás sea producto de mi fobia o sea verdad, pero no me he atrevido a comprobarlo. Con Yira en ese estado mi valentía en este nido de víboras ha desaparecido, haciéndome ser una inútil.
No tengo idea de donde puedan tener a mi hermano Cris y a Suri, todos nuestros planes se cayeron como un castillo de naipes ante un soplido. Llegamos como invitados y terminamos siendo prisioneros. Estar encerrada tendida en esta cama ha comenzado a impacientarme. Además, muchas cosas han estado rondando mi mente, como por ejemplo el hecho de que mi padre debe estar queriendo matarme por haber dejado la corte de verano en sus manos sin previo aviso.
—Ni idea, pero tenemos que salir de aquí —escuchar la voz de Yira me hace levantarme de un solo golpe. Cuando hice la pregunta en realidad no esperaba una respuesta por su parte.
—Ya era hora de que despertaras —expreso en voz baja.
—No has hecho mucho en mi ausencia, por lo visto —se queja ella, sentándose despacio en la cama.
—¿Qué esperabas que hiciera?, estamos encerradas, tu inconsciente y yo controlando mis fobias. En ocasiones siento como alguna serpiente se desliza por el suelo —digo aterra ante la simple visualización de un cuerpo alargado con una piel escamosa y colorida moverse en la oscuridad. Venir aquí fue una idea suicida, pero Susej necesitaba de ayuda y bueno, con Yira como un escudo, de alguna manera era seguro, pero con el cambio de los eventos termine acurrucándome en una cama hasta que ella despertara.
—Puedo imaginarlo —mueve sus piernas hasta quedar frente a mí con las piernas extendidas y una sonrisa en los labios.
Años atrás buscamos matarnos una a la otra, ahora nos cuidamos la espalda.
—Aún no estás completamente recuperada, ¿cómo saldremos de aquí? —pregunto cohibida por el miedo incontrolable.
—No estoy tan mal, quizás otra dosis de antídoto y estaré bien —dice un poco fatigada como si en vez de estar recostada en una cama hubiera estado corriendo un maratón.
Estoy por dar mi opinión ante su semblante cuando ambas nos ponemos alerta ante un ruido al que no le encontramos procedencia de inmediato. Viene de alguna parte entre las paredes rocosas, pero la caída de agua de la cascada enmascara el sonido. De lo que si estoy completamente segura es que no viene de la puerta.
—El ruido viene de allí —susurra Yira, poniendo sus pies en el suelo de puntillas, y caminando tambaleante hacia un pasillo tan estrecho como el que separa los óvalos en las paredes, un pasillo inexplorado por mi parte. La sigo, de puntillas también. Hay dos camas más que están vacías, pero perfectamente arregladas, dos pasos más y termina el pasillo. Y sí, es de allí de donde proviene el ruido, es mas, es como si la pared se fuera a caer a pedazos en cualquier momento. Intento acercarme porque hay como voces del otro lado, pero Yira me detiene.
—Mejor quédate atrás, podría ser una serpiente hambrienta —murmura casi que atragantándose de la risa.
—¿De verdad, Yira? No estoy para bromas. Me tiembla todo —me quejo en un hilo de voz.
Igual le hago caso, si su chiste se hace realidad, pues que se la coman a ella primero.
—A mí también —replica ella—, pero por otros motivos.
Ella apenas y se sostiene sobre sus pies.
—Ni se te ocurra desmayarte, es estás condiciones, no tengo fuerza ni para arrastrarte.
Ella se pega contra la pared, me doy cuenta de que a pesar de que el lugar es algo estrecho, ella ni se inmuta, el veneno que sigue recorriendo su cuerpo no le da cabida a detonar sus miedos.
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Editado: 28.09.2024