—esta es la última… —dijo el hombre con una sonrisa siniestra en su boca, sus ojos tenían locura en ellos.
—es solo una niña —dijo ese lobo a su lado mirándolo con incredulidad. No sé cómo puedo entenderlo, pero lo hago, solo soy una espectadora en un evento que ya paso.
—por favor…no…—lloriqueo la niña mirando al hombre que sostenía el arma, las comisuras de su boca se levantaron dejando ver unos colmillos afilados.
—va a crecer, será un problema —sentencio como si eso justificara todo lo que estaba por hacer.
—¡he dicho que no! —el lobo se levantó en dos patas empujando al hombre quien luego se convirtió tambien en un lobo, comenzaron a luchar frente a la niña dándose salvajes mordidas.
—¡es una bruja! —gruño el lobo, negro volviendo a atacar de nuevo, la pequeña de cabellos negros se levantó y una luz desde todos lados comenzó a subir por sus piernas hasta sus pequeñas manos, de un tono verde paso a un morado igual que el mío.
—¡no lo es!, ¡es solo una niña! —ambos miraron a la pequeña la cual comenzaron a brillar sus ojos en un tono verde esmeralda hasta que el disparo de una bala llego.
Me quede incrédula mirando a la pequeña que miro asustada de dónde provino el disparo, un hombre corpulento sostenía un arma en sus manos, el dolor punzante en mi pecho, tambien comenzó a sangrar de la misma manera, pero no podía morir, lo sentí, no estaba muriendo.
—¡ineptos! ¡Casi los mata! —grito el hombre acercándose a los lobos que se transformaron rápidamente en humanos, ¡en humanos!, eran adolescentes. Me sentí asqueada de verlos, pero uno de ellos llamo mi atención, uno de ellos me resulto familiar.
—¡no tenías que matarla, papá! —era el lobo que la había defendido, se acercó a la pequeña e intento parar el sangrado. Comenzó a llorar viendo como la vida de la pequeña se iba apagando poco a poco.
—no voy a aceptar que un hijo mío tenga como pareja a una bruja, ¡eso es inaceptable! —me quede en shock, no sé cómo funcionen las cosas en este universo, pero no es normal que mates a… espera… ¿mato a toda la familia? Este hijo de puta…
—Evie… Evie… perdoname… —me rompió el corazón…quise llorar, pero miré de nuevo el rostro del culpable, ese maldito…
—donde lo vea… lo voy a
—Walter, no tienes remedio, tendrás que aprender por las malas —tomo al chico golpeándolo con el arma detrás de la nuca.
Mire atónita como de nuevo todo se volvió oscuro y el hilo en mi mano se le apagaba el brillo.
Evie… así se llamaba.
—¿Evie? ¿Evie, donde estás? —comencé a caminar de donde habían venido los hilos y por primera vez en no sé cuánto tiempo que estoy aquí, muy lejos se venía como una pequeña bola de estambre que cada vez se había más grande.
—¡EVIE! —Grité apenas llegar a esa gran bola brillante, comencé a intentar desenredar los hijos. Tan desesperadamente que uno de ellos en color rojo hizo que los demás cayeran al suelo dejando ver a una pequeña figura echa bolita.
Camine sobre esas líneas y tome en brazos a la pequeña, quien sollozaba.
—shh… no llores, estoy aquí —sus pequeños ojos verdes brillantes me miraron con temor. —vine para cuidarte, hare pagar a los que te hicieron daño. —sus ojos brillaron ahora con esperanza mientras me abrazo rápidamente del cuello. Correspondí a su abrazo sintiendo como si miles de agujas perforaran cada átomo de mi mente.
Así debía sentirse la unión de mentes, esta pequeña tenía que abandonar su cuerpo y dejarme tomar el control completo de lo que sea que ella tenga, es como un pequeño fragmento de su alma, escondido dentro de mí.
—gracias… —susurro antes de desvanecerse como polvo brillante en una brisa casi invisible.
Esas líneas de hilos comenzaron a levantarse, cada una resonaba diferente, era como tener los audífonos puestos, con una canción mezclada entre heavy metal, pop, jazz y música clásica, todo sin una armonía, me cubrí con ambas manos hasta que esa cosa tomo forma. La forma de un árbol.
Comenzó a tener una palpitación extraña, casi como un latido de corazón, con la misma curiosidad toque el tronco de este árbol color purpura respire con fuerza.
Parecía que estaba volando demasiado alto y demasiado rápido.
—vamos Evie, concentrate… tu puedes —cuando abrí los ojos allí estaba yo, como una espectadora, la pequeña se veía alegre frente a la mujer, quien tenía cierto color particular en sus ojos y en sus manos.
La pequeña Evie hizo levitar un jarrón mientras sonreía.
—eso, así… que buena niña —la mujer la abrazo, pero antes de que el objeto tocara la superficie de la mesa este simplemente se desplomo, antes de que cayera al suelo se detuvo, la mujer al lado de la pequeña con apenas el movimiento de un dedo hizo subir el jarrón sobre la mesa.
—eres increíble, mamá! —un mal sabor de boca me vino de repente, en todos mis viajes nunca he tenido una buena madre, todas están al borde de la locura, incluso las madrastras.
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Editado: 12.12.2024