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3: Sentimientos Fuertes

Alex dejó el pedazo de papel que hemos estado usando durante las últimas dos horas sobre mi cuaderno, le miré con fastidio sólo para encontrar que está mirando fijamente al profesor de matemáticas, asegurándose de que no nos vea pasar notas.

Tomé la nota y miré a mi alrededor antes de leerla.

'¿Por qué siempre buscas pelea?'

Doblé el papel y me lo guardé en el bolsillo mientras volvía a mirar al frente, retomando la clase. Ni cinco segundos después, Alex ya dejaba un nuevo papel sobre mi cuaderno y tiraba de mi manga para que le hiciera caso.

'No me ignores :('

No pude evitar la pequeña risa que me provocó, así que me encogí en mi lugar mientras él se paraba rígido en su asiento y miraba disimuladamente a nuestro alrededor.

Esta última semana había sido muy productiva en cuanto a conocer a Alex y descubrir su verdadera personalidad se refiere, y resultó que es el típico chico que nunca hace nada en clase y sólo hace chistes, interrumpe o hace avioncitos de papel... Lo contrario a mí, básicamente, porque hoy decidió que quería charlar mientras yo intento prestar atención a clase, pero por lo menos usa notas escritas y no intenta que usemos nuestra voz, porque lo que menos necesito es al profesor de matemáticas dándome tarea extra por hablar en clase.

Le había dado una nota diciéndole que dejara de molestar y me dejara prestar atención a clase de una vez, pero eso sólo me había conseguido que tirara de mi campera, mirara lo que hago por encima del hombro y hasta que empujara mi hombro de vez en cuando, causando que hiciera rayones en las hojas.

Si le pidiera que dejara de hacerlo enserio, estoy segura de que lo haría... Pero la verdad es que no me he divertido tanto en clase en años. 

Llevé mi mano con disimulo hacia su brazo y lo pellizqué, causando que golpeara su codo contra el respaldo de la silla. Mi pequeña venganza por hacerme reír. El profesor se volteó un segundo, haciendo que tomara mi lápiz y continuara copiando ejercicios como si nada, mientras Alex sólo mira su hoja y fije estar leyendo algo con fingido interés.

En cuanto se da la vuelta otra vez para continuar su explicación, algunos de nuestros compañeros se voltean a verme como si me hubiera salido otra cabeza mientras me recuesto contra el hombro de Alex e intento contener la risa. Mis hombros se sacuden mientras intento volver a la normalidad y Alex intenta no contagiarse de mí.

El timbre anunciando el final de la clase sonó justo en ese momento. Tan pronto como el ruido de sillas arrastrándose contra el suelo y la charla de mis compañeros comenzó a escucharse, ambos dimos rienda suelta a nuestra risa.

—¿¡Por qué rayos me pellizcaste?! — fue lo primero que me dijo mientras me recostaba contra el respaldo de mi silla, todavía riéndome.

—¡Me hiciste reír!

—¿¡Y por eso merezco un pellizco?!

Dejé de reírme en ese momento y le miré, poniendo la expresión más seria que pude conseguir. —Sí.

—Cruel — me respondió, arrastrando su silla y alcanzando su mochila del suelo.

—Molesto.

Comencé a preparar todas mis cosas para guardarlas en mi mochila. Alex terminó mucho antes que yo, así que solo se puso de pie y esperó a que acabara mientras mira por la ventana a mi lado. Una suave llovizna cae manchando los vidrios de la ventana, y el cielo está de un gris oscuro anunciando que sólo empeorará con el transcurrir de los minutos.

Comenzamos a caminar lado a lado en silencio mientras reviso mi teléfono, encontrandome sólo un mensaje de mi hermana diciéndome que me esperará bajo el árbol a un lado de la camioneta.

El brazo de alguien frente a mí hace que deje de caminar repentinamente mientras Alex sujeta mi brazo para asegurarse de que no me lo lleve por delante.

—Ustedes dos — el profesor de matemáticas se paró frente a nosotros y levantó su otra mano con dos fotocopias, extendiéndolas en nuestra dirección para que las tomemos. —, por hablar en clase van a hacer cinco ejercicios más cada uno, aparte de los que di hoy en clase a todos, y se los voy a calificar, así que les conviene entregarlos.

Miró fijamente a Alex al decir lo último, ya que él tiene la costumbre de no hacer mucho durante clase, y eso se hizo eviente aunque el profesor sólo lo haya tenido como alumno dos días esta primer semana. Alex simplemente tomó las dos fotocopias, me entregó una a mí y rodeó al profesor sin decirle nada. Yo preferí sonreírle antes de seguirlo.

—Te advertí que este profesor era estricto... — le reproché, alcanzándolo.

Él se encogió de hombros. —Que lo sea o no, no importa mucho. Son sólo cinco ejercicios más, ¿No? Qué más dá...

—Seguro lo decís porque sos bueno en matemáticas, pero yo las detesto — me quejé, doblando la fotocopia y guardandola en mi bolsillo.

Volví a levantar la mirada al escucharlo reír. —No, en realidad siempre se me dieron mal...

Puse los ojos en blanco. Doblamos en una esquina y divisé la salida. Antes de llegar a la puerta abierta ya distinguí el suelo húmedo debido a la lluvia un poco más fuerte que cuando salimos del salón de clases, pero antes de que pudiera detenerme para mirar hacia la calle y calcular por dónde caminar sin empaparme demasiado, Alex me tomó del brazo para detenerme.




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