—Mamá, ella inició la pelea y yo solo me defendí.—traté de explicar pero mi madre no quería escucharme.
—Deja de meterte en problemas Celina.—dijo mi padre con un tono frío.—En estos tres días no saldrás de casa. Ve a tu habitación.
—Buenos noches.—apenas susurré saliendo de su habitación. No quería dormir, así que subí a la terraza.
—¡Susy yo te lo di todo. Respeté lo nuestro y esperé que tu hicieras lo mismo!—escuché gritar a mi vecino.—¡No, no voy a perdonarte! ¡Vete al infierno!—y entonces colgó.
Vaya, al parecer a mi vecino tampoco le va muy bien en el amor.—pensé.
No escuchaba nada. Imaginaba que se había ido a dormir ya que eran la una de la madrugada y yo aún seguía allí viendo la carretera desierta. Tomé mi celular junto a mis audífonos, y mientras continuaba mirando a la nada escuchaba "Déjame ir" de Morat.
Sin darme cuenta me había quedado dormida en la orilla de la terraza que dividía mi casa y la del vecino. Un fuerte viento me despertó bruscamente y caí hacia un costado.
¡Maldición!
Estaba colgando desde la terraza de mi casa a la de mi vecino.
—¿Celina estás bien?—oí decir a mi vecino.
—Oh lo siento. No pienses que intentaba entrar a tu casa, fue un accidente.—explicaba a toda velocidad.
—Llamaré la policía.—dijo serio mientras fruncía el ceño.
—¡No! ¡Por favor, de verdad fue un accidente!—supliqué nerviosa.
Petter estalló en risas.—Solo bromeaba.—respondió mientras me ayudaba a regresar a mi casa.
—Muy gracioso.—le respondí acomodándome en mi terraza para no volver a caer.
—¿Puedo saber qué hacías colgada en mi terraza como si quisieras meterte en mi casa? ¿O acaso querías llegar hasta mi habitación y hacerme algo?—preguntó con una mirada pícara.
Se veía tan atractivo, pero no tenía ganas de bromear.
—Me quedé dormida, el viento me asustó, desperté bruscamente y por eso colgaba de tu terraza.—dije sin interés de continuar la conversación.—Pero ¿tú dónde estabas?—pregunté recordando que pensaba que ya no estaba allí.
—Estaba sentado cuando te vi caer.—dijo, en su rostro ya no había diversión, más bien se veía decaído.
—¿Y qué hacías allí sentado?—curiosa pregunté.
—Pensando, Celina. Preguntándome la razón de por qué cuando le das todo a una persona no le basta, porqué cuando entregas todo de ti no lo valoran. Das amor y simplemente te dejan vacío.—sus ojos comenzaban a cristalizarse cada vez más con cada palabra que murmuraba.
—Haz terminado con tu novia ¿cierto?
—Me engañó con Jorge, mi mejor amigo.—dijo cubriéndose el rostro con sus manos.
—Se lo que se siente.—susurré.
—Carlos te hizo mucho daño, lo sé.—dijo mientras descubría su rostro y tomaba mi mano en una de las suyas.
Me puse helada y no por su comentario, sino por su tacto.
Tiene unas lindas manos...y muy suaves.—pensé.
—Ya no importa.—respondí cortante, pero en realidad aún dolía.
—Eres una chica muy linda y Carlos no supo valorar a una mujer como tú. No sufras por él Celi, no vale la pena.—sus palabras eran tan tiernas.
—Y tú eres un chico muy agradable, así que no sufras por ella.—murmuré respondiendo a su amabilidad.
—Iré a dormir, mañana tengo clases.—me informó mientras se despedía con la mano.
Oh...las clases.
Estaba suspendida y mamá estaría de pésimo humor estos tres días.
Sí, mejor me iré a dormir.—pensé bajando de mi terraza.