Encuentros bajo la lluvia

Capítulo 13

Desperté muy emocionada. El día estaba soleado, cálido, con un clima perfecto para un partido.

 

—¿Llevas todo?—preguntó mi padre. Sabia que era lo importante para mí el fútbol, por ello siempre me ha apoyado.

 

—¡Claro!—dije guiñándole un ojo.

 

—¡Anota muchos goles!—lo escuché decir mientras salía de casa.

 

—¡Lo haré por tí!—le lancé un beso para luego subirme al autobús.

 

—¿Lo invitaste?—preguntó Tere camino al campo.

 

—Si, dijo que ahí estaría.—mi voz mostraba todo lo nerviosa que estaba.

 

—Wow, debes lucirte—me ánimo.—¿Les dedicarás tus goles?

 

—Aún no hemos definido nuestra situación, somos solo amigos por el momento.—aclaré.

 

—Sé que cuando tenga la oportunidad te pedirá ser algo más que amigos.—aseguró Tere mientras entrábamos al campo.

 

Saludé a las chicas del equipo y no demoré en repasar las técnicas del juego. Sabíamos que no eran rivales fáciles. Nosotras éramos las campeonas del torneo de escuelas y ese día no lo pondríamos en duda.

 

Escuché a las chicas murmurar, miré hacia donde ellas estaban señalando y...Oh Jorge, estaba allí.

 

Se acercó a paso seguro hacia mí.

 

—Hola Celina.—saludó—No sabía que eras la capitana del equipo de futbolistas de la escuela de las secretarias.—por alguna rara razón me estaba poniendo nerviosa, era un chico realmente guapo, pero no mi tipo.

 

—Si lo soy.—asentí.—¿Qué haces aquí?—pregunté con curiosidad.

 

—Vine a ver a mi hermana.—explicó.—Es la portera de tu equipo rival.

 

—Que bien.—respondí cuando el árbitro nos llamó a todas para que fuéramos al centro de la cancha.—Debo irme, disfruta de el partido.

 

Corrí para incorporarme junto con mis compañeras. El árbitro dio las instrucciones mientras yo me distraía buscando a Petter pero no lo veía.

 

No está.—pensé.

 

El partido comenzó pero no lograba concentrarme. Creía que quería verme.

 

—¡Celina, juega!—gritaron mis compañeras notando mi desconcentración, no podía hacerlo si el no estaba ahí.

 

—¡Vamos vecina!—escuché que gritaban desde la parte alta de las gradas.

 

Petter...sí vino.—pensé.

 

Cómo si lo único que necesitaba para jugar era saber que el estaba ahí mirándome, tomé el balón llevándolo al corazón del área, dejé a tres rivales con medias vueltas y al ángulo anoté un gol.

 

Celebré con mi equipo, miré hacia las gradas y entonces lo volví a ver, me estaba sonriendo.

 

—Ese gol es para ti vecino.—susurré y seguí jugando.

 

El juego terminó, llevándonos nosotras la victoria a casa. Visualicé a Petter y me dispuse a caminar hacia él, pero Jorge obstruyó mi paso.

 

—Juegas muy bien, te felicito.—me apremió.—Además de bella dominas el balón a la perfección.

 

—Gracias por el gol.—escuché decir a Petter a mis espaldas dejándome sorprendida cuando me abrazó desde atrás.

 

¿Qué está haciendo?—pensé.

 

Jorge lo notó y rápidamente se despidió. Una vez solos me volteé hacia Petter.

 

—¿Y ese abrazo vecino?—pregunté mientras el me veía furioso.

 

—No sabía que interrumpía algo al abrazarte.—contestó a lo que yo intenté contener la risa. ¿Estaba celoso?

 

—¿Estás celoso Petter Carrera?—formulé la pregunta en voz alta mientras lo veía a los ojos, eran realmente lindos. Mi vista calló en sus labios haciéndome recordar nuestro beso, de inmediato un rubor cubrió mis mejillas.

 

—Se te antoja otro beso ¿verdad?—sonrió con superioridad y yo me puse nerviosa.—Pues pídeselo a Jorge.—fueron sus palabras antes de marcharse.

 

Mi vecino acababa de hacerme una escena de celos...no me lo podía creer.

 

—Pero Jorge no te importa ¿o sí?—preguntó Lilie luego de haberle contado sobre Petter y sus celos a mis amigas.

 

—No, es un chico lindo, pero no es mi tipo.—aclaré.—Además, Petter no tiene el derecho de celarme, no soy suya. Él ni siquiera a hablado sobre el beso.—me molestó más todavía al decirlo en voz alta.

 

—Tú saliste corriendo.—me recordó Tere.

 

Analicé sus palabras.

 

Tenía razón, fui yo la que salió huyendo...era yo la que tenía miedo.

 

—No quiero volver a sufrir por un hombre.—les dije, ellas me abrazaron demostrando que me entendían y yo se lo agradecí silenciosamente, era afortunada por tenerlas.

 

Salí de la ducha directo para la cama. El día estuvo agotador. El juego me dejó tres golpes nuevos en las piernas, dos raspones en los brazos y un vecino celoso.

 

Mañana hablaría con él, ya estaba muy cansada.




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