Estaba en mi terraza impaciente esperando a Petter. Mis padres no estaban en casa, la tía Ruth nos cuidaba a Dani y a mí, así que aproveché y quedé con Petter para vernos en la terraza, como en aquella madrugada que él se pasó para la mía.
Sonreí con el recuerdo...fue la mejor madrugada, el mejor abrazo, el mejor momento con él.
—¡Petter, ven aquí!—los gritos del señor Carrera me sacaron de mi nube de pensamientos.
—¡¿Por qué papá!? ¡Explícame la razón por la cual no puedo estar con ella!—escuché a Petter gritar de vuelta.
—Simplemente no Petter, obedece.—los gritos del señor Carrera estaban haciendo eco en mi terraza. Esa discusión no iba a acabar bien.
—¡Estoy arto de que quieras controlar mi vida! ¡No voy a dejarla!
—Ella no es una buena chica Petter.—bufó.
—¡Habló el mejor hombre y padre!
¡Oh-oh!
Un fuerte golpe se escuchó.
—¡Te molesta la verdad!—chilló Petter. La señora Rosio les suplicaba que cesasen de discutir.
De la nada todo quedó en silencio, pensé que ya se habían calmado pero es cuando veo como Petter sale con su carro a toda velocidad. Eso me preocupó al instante. Lo intenté llamar pero su celular me daba apagado. Genial! Siempre era lo mismo.
—¡Es tu culpa! Lo has convertido en un niño berrinchudo—escuché al señor Carrera reclamar.
—¡¿Mi culpa!? Tú fuiste el que se alteró.—oh, la señora Rosio sí que estaba molesta.
Pero nadie iba tras él y me preocupé más todavía.
Petter conducía un Lamborghini, los fines de semana iba a pistas de carrera por lo tanto era un peligro al volante. Tenía miedo de que algo malo le sucediera.
Había pasado una hora y no tenía noticias de Petter. No sabía qué hacer, no conseguía localizarlo.
"...Y a dónde vamos a parar..."
Oh, mi celular estaba sonando.
—¿Sí?—contesté.
—Señorita, encontramos su contacto como número de emergencias en el celular de este chico. Él sufrió un accidente al cruzarse un auto en la avenida Petapa y está siendo trasladado al Hospital General.—eso fue todo para después colgar sin más.
Mi corazón había comenzado a latir más rápido de lo normal y mi cerebro no asimilaba lo que me acababan de informar.
—Celi no quiero interrumpir...¿Y Petter?—preguntó mi tía entrando en la terraza.
Yo estaba estática. No sabía qué hacer o qué decir.
—¿Celina que pasa?—preguntó mi tía angustiada.—¿Donde está Petter?
—En el hospital.—fue lo único que logré decir antes de tirarme a sus brazos echa un mar de lágrimas. No podía calmarme pero debía hacerlo, debía decirle a sus padres que Petter había sufrido un accidente y que estaba en el hospital.
—Mi vida, cálmate, explícame qué fue lo que pasó.—me pedía mi tía.
Conté entre sollozos lo que había pasado y mi tía me miraba con preocupación.
—Hay que decirles a sus padres, vamos.
La señora Rosio es la que abre la puerta, quién a pesar de todo nos pregunta con amabilidad:
—¿Qué pasa?
Yo no pude aguantarlo y comencé a llorar de nuevo, mi tía me abrazó y le explicó todo a la señora Carreras, esta inmediatamente llama a su esposo alarmada.
—¿En qué hospital está?
—En el General.—respondí.
Lo padres de Petter se fueron.
Yo quería ir con él pero aún no conduzco y mi tía no me dejaba tomar un taxi.
—Celina, trata de descansar. Petter estará bien.—hacía mi tía un vago intento para consolarme pero la angustia me podía.
—Tía, si le llega a pasar algo me muero.—sollocé con miles de lágrimas corriendo por mis mejillas sonrojadas.—¡¿Qué hago sin él!? ¡¿Qué me hago sin mi vecino!?
En medio de mi dolor me quedé dormida deseando que todo fuera un mal sueño del que pronto despertaría.