Endemoniadas mariposas

El hada de colores (9)

Cada año, madame Lisa exhibía frente al edificio pagano una escultura capaz de realizar algo fantástico: flotar, escupir fuegos artificiales, moverse sola, era algo increíble e ingenioso. Lo que había organizado para este año no era la excepción: una pequeña hada sentada en una roca la cual brillaba de forma tan intensa y linda, sin necesidad de cables o baterías, estaba protegida por una reja de metal para evitar el tacto de manos muy curiosas.

—¡Ika, mira! Que hermoso. ¡¡Y cambia de color!! —La emoción de Lili era incontrolable, se podía ver en su cara que brillaba más por el amarillo que desprendía el hada.

—Cambia de acuerdo a las emociones de las personas que tiene cerca —Madame Lisa, una señora con tantos años como arrugas, encorvada y con una cabellera de plata se acercaba apoyada en una bella mujer—. Este año vinieron tarde, casi voy a cerrar las puertas del templo. ¿Y Misy?

—Discúlpenos, profesora, tuvimos que ir de compras primero, Misy le manda saludos y se disculpa por no haber venido. —Vinna llegaba por atrás junto con Akira, entre los dos cargaban cuatro vasos de leche caliente para combatir el frio.

—Es una pena —La anciana soltó un suspiro—. Ustedes serán mi última visita, he tenido molestos encuentros con mi colega Carlos —La señora se daba la vuelta de forma gruñona con la ayuda de su bastón humano—. Ven Lizbeth ayúdame a cerrar el enorme portón, ¿no les importara salir por la puerta trasera?

—Claro que no, madame. Y Misy quería venir, pero no le dieron permiso hasta tan tarde —Vinna le ofrecía uno de los vasos a su hermanita menor. La señora solo rio en su lenta caminata al portón—. Permítame le ayudo, sé que el portón principal es bastante pesado

—¿Ustedes la conocen? —preguntó de forma descarada Akira. La señora le daba curiosidad.

—¿A madame Lisa? Sí, fue profesora de Vinna y Misy cuando ellas estaban en primaria. —Lili dio un sorbo a su leche caliente después de responder.

—Suelta como esa sensación de ser sobrenatural. —Akira se recargaba en el barandal para apreciar el brillo del hada, la cual cambió a un azul opaco. Miró hacia atrás y pudo darse cuenta de cómo Ika y Lili habían perdido su emoción.

La castaña dio un gran suspiro para sacar el dolor. Tenía una fea sonrisa, incluso para gusto de Akira, por debajo de unos ojos tristes.

—¡¡Pero no lo sé con exactitud!! —Akira movía de izquierda a derecha sus manos para negar más—. Lo siento.

Lili respondió con su sonrisa rígida, para luego observar sus manos, se quitó sus guantes coloridos de lana; sabía que el portón le daría unos minutos antes de que Vinna volviera. Amaba a su hermana, pero tenía tanto miedo de contarle; no sabría cómo reaccionaría o qué haría, por querer protegerla podría llegar a perder la vida y eso la aterraba en silencio, prefería morir antes de ser la razón por la que su familia se lastimara. El hada brillaba intensa con un azul real.

Sintió el frio de la noche sobre sus palmas, la sensación era agradable, sobre todo porque habían sanado en gran medida. Lili miró encantada, se frotó las manos y experimentó lo suaves que eran.

—Es la magia del festival de Halloween. —Ika sonrió por verla más sanada y le ocasionó una carcajada a su amiga. Entre las dos le devolvieron el amarillo brillante al hada.

—No, es por… —El amarillento muchacho frenó el habla para recapacitar su argumento—. Que… la leche caliente tiene propiedades curativas. —Señaló la bebida y se dio vuelta rápido para notar como un ala y brazo del hada se volvían verde chillón. Hasta la pelinegra aceptó que fue una actuación graciosa.

—Ahora que lo recuerdo, no te hemos contado ninguno de los cuentos de Valle sin Sombra. —La dulce niña de lentes quería distraer la mente de la castaña, hacerla pensar en otra cosa para mantenerla alegre.

—¡¡Ika tiene razón!! —Lili empezó a buscar en su bolsa con las compras hechas en el festival—. Aquí está, bien ¿Cuál quieres que te lea, Akira?

—El perro leal, me gustaría ese.

Lili abrió el libro en el cuento pedido, llenó de aire sus pulmones y empezó a narrar con afición, incluso el hada estaba a la expectativa del cuento y le brindó un color blanco potente, así la narradora no forzaría la vista.

» Érase una vez, hace mucho tiempo, un pequeño perro vagando por el linde del bosque, sabía que no podía entrar al bosque porque era un lugar muy peligroso, siempre oía los rugidos de los animales salvajes en las noches.

» En uno de esos tantos días de vagar sin rumbo tuvo la desgracia de encontrarse con un animal salvaje, muy alejado de su hogar frondoso. El perro asustado se escondió entre los matorrales, pero justo por detrás apareció otro enorme animal salvaje. Fueron menos de unos segundos que tuvo para no ser comido y saltar, fue cuando el primer animal salvaje se percató de su presencia y también se abalanzó sobre él.

» Entonces, en ese momento un largo látigo jaló al perro y lo rescató de ser la cena. Era un cazador que merodeaba por las cercanías y vio al perro en peligro.

» Con su arma de caza y su látigo intentaba derrotar a los dos animales salvajes, pero la situación era muy dispareja, hasta que el pequeño perro atacó a unos de los animales salvajes, fue un martirio pelear contra esa fiera unos pocos segundos, todos sus instintos le decían que huyera, no quería morir, pero fue suficiente para darle la oportunidad al cazador de poder salir victorioso.

» Desde ese día el perro dejó de vagar y se unió al cazador, se convirtió en su mejor amigo y aunque era una deshonra como perro cazador, pues era muy cobarde, fue el fiel compañero del cazador y estuvo a su lado en sus mejores victorias como en sus peores derrotas.

» El tiempo pasó y el pequeño perro se convirtió en un enorme perro guardián de casa, y el mejor amigo del cazador del látigo. Vivían muy felices los dos en su pequeña cabaña a las afueras del pueblo y el perro tenía fácil su trabajo, pues nunca nada ni nadie iba a ese lugar, se pasaba el día echado en el porche a la espera de su amo. Hasta que un día la destrucción se apareció de frente.



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En el texto hay: demonios, obsesion, combates

Editado: 24.07.2022

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