Eras un mujeriego, nunca pensé que tuvieras sentimientos hacia otra persona que no fuera de tu familia. No me podía imaginar que te enamorarías de alguien.
Cuando me lo dijiste, no pude contener la risa, era como uno de esos chistes malos que contabas de pequeño.
Estaba acostumbrado a verle con una chica diferente cada noche, cada mañana desayunaba con una distinta y se acostaba con otra.
Siempre las utilizaba para su placer y bienestar y al día siguiente las olvidaba...
Pero llegó ese día en el que por fin sentó cabeza.
¡Enhorabuena hermanito, por fin te casas!