Enero Sombrío

Capítulo 2: La tía Laura

Capítulo 2: La tía Laura

Un rayo de sol que entra por mi ventana me hace abrir los ojos y mirar hacia arriba. Un poco perdida miro el techo de mi casa y luego miro hacia el reloj de pared redondo y con el borde rojo, muy simple que se encuentra siguiente a la puerta. 7:00 am. En la mesa de café, dos jugos de naranja recién exprimidos, tostadas, frascos nuevos de mermelada de fresa y nutella. Intenté levantarme pero dos brazos que rodeaban mi cintura me lo impedían. Efectivamente Benjamín estaba en uno de los más profundos sueños lo que indicaba que no había sido él.

Quise ver si algún sonido me indicaba que no estábamos solos, pero no había señal alguna. Hasta que veo una maleta parecida a la de mis padres, igual de antigua, marrón y llena de estampillas lo que impedía ver cuál era el color de la misma. Por un momento me sobresalto y debido a ello despierto a mi “Bello Durmiente”. Me rio mirándolo como se desperezaba en el suelo. Escucho pasos que provienen de arriba y luego veo bajar a una mujer joven, de cara delgada y cuerpo chico, con cabellos largos rubios y maltratados.

Al bajar la escalera en dos pasos llega a la sala donde estamos. Haciendo caso a mi imaginación se presenta como la famosa “Tía Laura”. Le observo un minuto y trato de recordar algo de ella cuando niña, pero me es imposible. Me acerco a la foto de un cumpleaños mío que estaba en la mesa de café, todos sonrientes alrededor de una mesa blanca. Mis abuelos paternos en una equina y lo maternos en la otra. En el centro una torta gigante con un “2” en el centro , la ambientación de WinniePooh así como la torta que según mamá había hecho mi tío Héctor que es repostero como si fuera la casa del osito. A mi lado, o mejor dicho siguiente a mi madre que me sostenía, mi tía Laura, joven, adolescente, con brackets y granos como todos y el pelo lacio y rojo natural. Mi hermana le había escrito a la foto “La Zanahoria” indicando con una flecha a la persona que me estaba hoy a mi lado y que me “Cuidaria”.

Benjamín se levanta y se presenta, pero cuando intento presentarme ella me abraza y dice :- pero como no me iba a acorar de la sobrina más inteligente que tengo. Trato de soltarme y esbozar una “Sonrisa” que no hacía caso a mis sentimientos. ¿Cómo querer a un pariente que ni siquiera conoces?. Laura trata de fingir que todo está bien dándome una “Sonrisa confiable” esa que todos utilizamos alguna vez para convencer al otro sobre algo, en especial yo lo ocupaba con mi padre para poder salir con mis amigas de noche tratando de eludir los peligros de la calle según mi padre.

Detrás de ella un perro pequeño, blanco, peludo y con unos ojos grandes y saltones que parecían salirse de su rostro. Me rio un poco al ver a un animal tan simpático. Aunque no me dura mucho al recordar que mi gato se encontraba arriba y no le agradaría nada tener a ese perro. Mi tía cree que se llevarán bien, aunque no lo creo. Lancelot es tranquilo y agradable con la gente, pero cuando ve a un perro no duda en pelear.

Para el anochecer en la casa solo quedamos Laura y yo . Ella prepara la comida mientras yo pongo la mesa. Me entristece que Benjamín se haya tenido que ir, con él me siento más segura ya que una extraña está en mi hogar, aunque en mi familia cada quién por su lado, todos extraños. En la mesa hay fideo y salsa sobre un mantel que cubría la mitad de la mesa, dos vasos, dos cuchillos y dos tenedores. Cuando mamá y papá estaban todas mis comidas eran en el bar de la cocina ya que en la mesa solo hay tres lugares, según mamá el dinero no daba a más y que comer en ese lugar no me mataría, pero me sentía viendo una comedia romántica donde todos eran felices excepto yo.

Nos sentamos en la mesa, enfrentada. La casa estaba en completo silencio ya que ni la tele se había prendido. Incómodamente Laura empieza a hablar y me comenta que viaja por todo el mundo y que no hay mejor vida que esa, yo sigo en silencio ya que me empieza a interesar lo que cuenta. Dice que todo empezó en un viaje en familia a las pirámides de Egipto. Me cuenta anécdotas de cuando mi papá cayó de un camello y me río imaginándome la situación. Le agarro confianza y le cuento de mi vida, del chico que conoció hoy y cuando todo parecía el comienzo de una historia donde yo era feliz veo como el viento sopla y se lleva la alegría con él. Intento volver sobre mis pasos con detalle para saber si de alguna forma la había herido, Hasta que se levanta y la sigo.

Sale al patio delantero donde las estrellas adornaban un azul que se parecía a un lienzo impregnado con tenues salpicaduras blancas. Se apoya en una de las diminutas columnas de la entrada. Le sacude un poco el polvo a la superficie y se queda observando. Me intriga saber qué es lo que contempla y la curiosidad aumenta cuando veo una lágrima rodar por su mejilla hasta aterrizar de una vez y para siempre en la columna. Me acerco y veo un corazón dibujado en el cemento donde ahora ella tenía apoyado sus codos, ese mismo lugar donde me había sentado miles de veces y miraba el cielo nocturno. Dentro del dicho corazón habían dos nombres: Mikel X Laura B.F. Mi interior pedía que la curiosidad se saciase, pero la situación no era la correcta.

Como si le hubiese dicho a mi tía lo que quería, ella sacó su teléfono y le dio vuelta. Sacó la funda de tela de jean y extrajo de su interior una foto vieja. Era a blanco y negro, en la misma calle donde vivo pero con otro aspecto, casi no la reconozco. Eran tres niños, los de las esquinas eran evidentemente mayores que el del medio. La niña era de ojos claros y de cabello dorado, el del otro extremo de rizos y el del medio era casi un bebé. Ella apunta al mayor de los varones y me dice “ese era Mike, mi mejor amigo. Vivía en esa casa”. Levanto la mirada para ver lo que me intrigaba desde niña, ya que llevaba observando ese lugar con mucha intriga desde que tengo uso de razón. Tratando de averiguar qué había pasado allí ya que era una casa hermosa, o lo fue en su tiempo , ya que los años se habían encargado de convertir el blanco de las paredes en negro oscuro , de cubrir el rojo de los tejados con moho, el verde del césped en un amarillo muy seco y los amores y los sueños en una película de terror y pesadillas.



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En el texto hay: amor

Editado: 27.02.2018

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