Capitulo 3
Me despierto luego de una horrible pesadilla que desaparece de mi mente al abrir los ojos. Luego de arreglarme salgo de mi habitación y pego una mirada a todas las otras puertas y me percato de que la habitación de huéspedes donde dormía mi tía estaba abierta. Ella me dijo que cuando era niña ella dormía allí, que no siempre había sido su dormitorio ya que fue de mi padre antes, pero luego comenzó a tocar la guitarra y el ruido molestaba a los vecinos, por lo que la cambió por la mía que da a un terreno baldío. Se guardó la llave para que nadie entrase, mi padre mentía que era el cuarto de huéspedes a quiénes venían a almorzar o a pasar el rato, ya que nadie nunca se había quedado a dormir, excepto Benjamín, pero cuando lo hacía era sin planearlo.
Pienso en caminar hasta esa habitación. Pero primero ubico a Laura para estar al tanto de cuánto tiempo tendré para husmear allí. Me dirijo hasta la habitación, y no estaba allí. El baño estaba con la puerta cerrada pero no había indicios de alguien, Hasta que la escucho cantar en la cocina. Bajo los escalones de caracol lentamente evitando el chirrido de los peldaños de madera. De puntillas voy hasta el umbral de la cocina y efectivamente la encontré, preparando café a la vez que ponía dos panes en la tostadora.
Estaba conforme con que tardaría algún tiempo, así que, antes de entrar volví a mi habitación y acomodé la cama de modo que pareciese que estaba durmiendo. Su cuarto era rosa, con algunos globos pintados en las paredes, con posters de cantantes de la época que llenaban el lugar de aroma adolescente ;una cama con el respaldo de hierro y una cómoda con un espejo lleno de luces al estilo estrella de cine; un cuarto soñado. Cierro la puerta y busco en el armario. Además de ropas muy antiguas cubiertas con polvo, encuentro dentro de estas una carta muy vieja con sobre de avión; sin remitente ni destinatario, en su desarrollo tampoco había nombre alguno.
Cariño:
Lamento mucho lo de ayer. Sé que estuve mal, no era mi idea arruinarte de esa manera. La verdad es que no deseo volver a verte, solo arruino todo lo que tú con esfuerzo haces, y pierdes tu reputación. La gente se burla de ti y de mí cada vez que hacemos unos trabajos juntos, Hasta la misma profesora.
Sé que ella puede llegar a ser un tanto cruel, pero no la culpo; no sabes por todo lo que ha pasado. Te está lastimando porque ella ha confundido nuestra relación y cree que puede hacer de mí todo lo que ella desee. Me he encontrado en la calle a José, tu novio, según él. Tampoco quiero meterme entre ustedes dos. Es mejor que cada uno vuelva a su camino. Creo que será lo mejor.
Hasta Siempre.
Levanto la cabeza y miro a mí alrededor, como cuando termino de ver una película de terror sola y pienso que el fantasma de la película me está persiguiendo a mí. Guardo la carta en mi bolsillo, cuando ya estaba por salir veo asomar en la escalera un pompón rubio; por lo que cierro lentamente la puerta y me vuelvo a meter en el armario. Mi corazón palpitaba con la esperanza de que no me hubiese visto, escucho la puerta abrirse e intento respirar lo más silencioso posible hasta que la escucho decir “ juraría que vi algo entrar...Será tu espíritu que no quiere apartarse de mi lado? No, no me voy a volver loca, no. La ventana está abierta, creo que ha ido eso nada más”.
Luego de unos minutos escuchando al silencio y salgo tranquilamente al desayunador haciendo como si nada hubiese pasado. Laura me habla sobre su niñez y quiero escucharla, pero sin querer pierdo la llave de mi mente y me encierro en ella para analizar una y otra vez esa extraña carta con un millón de preguntas en la cabeza ¿estaría dirigida a ella? ¿Quién la habrá escrito? Tengo deseos de preguntarle, pero me contuve al saber que relacionará la carta con la habitación y finalmente descubrirá que he sido yo quien estaba husmeando en su antiguo cuarto.
Unos chasquidos hacen que salga del trance y que regrese al mundo real a escuchar claramente las memorias de mi tía. Mis ojos salen al patio para que imagine el columpio del que relata y a una inocente niña en el, también a un chico un poco más grande que ella jugando con espadas con el vecino. Pasan las horas para que termine de contar todas las travesuras que les hacían a las niñeras arrojándole excremento de perro o arena en los ojos.
Salgo al patio trasero y el sol alumbraba el imponente árbol que daba sombra además de una suave brisa que juega con mi pelo elevándolo en el aire. Me siento en sus raíces con un libro en mano, necesito olvidar todas las supersticiones que no toman mi cerebro como un hotel sino como un apartamento donde quieren quedarse a hacer desastre, y no se los quiero permitir. Luego de un rato una figura que se me acerca hace que levante la mirada y vea a mi amigo sentarse junto a mí, sin preguntar se acomoda para dormir con su cabeza en mi regazo y cierra sus ojos impidiendo que vea el azul de los mismos.
Pasado un tiempo cierro el libro y me hecho sobre el césped para mirar al cielo y volver a pensar en todo lo sucedido ¿Debería decirle? ¿Me ayudará? ¿Romperé la amistad? ¿Le interesará? Dejo de pensarlo, lo tomo de la mano y mirándole a la cara le relato sobre la carta que encontré en la habitación de mi Tía.