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— ¡Está despertando! — Escucho una voz demasiado dulce, dejo de sentir bruscamente a esa entidad maligna, mi cuerpo mágicamente deja de doler y puedo abrir los ojos, lo primero que veo es un techo de madera, mi mirada barre el lugar, tres personas me rodean, un hombre y dos mujeres, son jóvenes, todos emanan pureza y paz, como lo que sentí hace unos minutos.
Bajo la mirada y me doy cuenta de que estoy flotando y sigo desnuda, ¿Cuánto tiempo paso?
— Más de dos horas, ¿Qué sentiste? —murmura el hombre, su mirada blanquecina me mira esperando respuestas, frunzo el ceño.
— ¿Por qué debería darle respuestas? — pregunto y él solo pasa por alto mi gran falta de respeto.
— Contesta, niña, ¿Qué sentiste? — Mi mirada viaja a la mujer bajita, al igual que el hombre, su cabello es negro, demasiado brillante, bajo de la fuerza invisible que me mantenía por los aires, miro mi cuerpo desnudo en un espejo cerca, veo un armario y no dudo en ir a él, cuando llego lo abro y busco en el algo decente que vestir, encuentro muchos vestidos todos en color blanco, que para sorpresa de todos combinan con el lugar, ¡Oh, sorpresa, todo es blanco!
Muebles blancos, paredes blancas, ¿Qué falta, paisajes blancos? Me pongo el vestido y miro por una ventana, ¡Otra sorpresa! El paisaje si es blanco, ¿Qué tienen estas personas con el blanco? El cielo es un azul claro tirando a blanco, al igual que el agua de la playa y la arena es blanca.
— Mamá dice que no debo de hablar con extraños. — Digo con una inocencia tan falsa como las extensiones de Diana. — Si me disculpan, me largo de aquí, el blanco me marea, no vendría nada mal una pintada, prueben con el negro o rojo, rojo sangre. — Digo con intenciones de hacerlos molestar. El hombre iré con fuerza.
— Esta chica me agrada. — las mujeres le dan una mala mirada, me miro al espejo unos segundos, el blanco siente bien en mí.
Intento conjurar un portal como lo hice antes, pero nada sucede, quedo como idiota frente a estas personas, vuelvo intentar, pero nada ocurre, tal vez sea una falla... ¡Oh, dioses! Perdí demasiada sangre y... ¡No, yo no perdí mi poder! Me rehusó a creer eso, es posible pero no pudo haber pasado.
— Déjate de juegos niña, ¿Con que derecho haces lo que te plazca en un lugar ajeno? — Murmura la última mujer, a diferencia de los demás, ella se ve un poco más joven y su cabello no es negro, es blanco brillante, sus ojos al igual que la de los demás son blanquecinos, algo parecidos al plateado.
— ¿Quiénes son y aún más importante, por qué no puedo usar mi magia? — Ignoro su pregunta. — ¿Dónde estoy?
— Fácil, ellos son tus antepasados y yo, soy la diosa Luna. — Murmura la mujer más joven, no puedo evitar sentirme apenada de mi comportamiento, anterior. — Y esto, es el lugar donde habitan la mayoría de los pocos druidas existentes, lugar donde provenía aquel druida que mataste sin compasión en aquel callejón, del cual, proviene lo que llamas tu magia.
Agrega molesta, hago un ademán con la mano, restándole importancia e intentando alejar la tensión de mi cuerpo al tiempo que intento explicarme, sin embargo, me lo impide.
— Aquella tarde, lo envié a ti para que te guiara al camino de la luz, estabas demasiado desviada y, lo estas, pero te subestime, eres un ser lleno de tanta maldad, pero a la vez albercas tanta luz en tu interior, la cual es consumida día tras día por esa oscuridad. — Explica con melancolía.
» Él era el mejor en mis filas y... mi hijo, él te traería hacia mí y, te explicaría todo. — Me debería sentir mal ¿No? Mate al hijo de la diosa luna
—Lo siento. — es lo único que puedo decir, me siento mal y tal vez sea por la conexión que la diosa tiene con cada uno de nosotros. ¡Me está manipulando! — Espero un segundo, ¿Mi otro compañero será igual de idiota que el que me dio? —pregunto sin poder contenerme.
— Adalia, hija, no te desvíes del camino correcto, tienes una misión aquí, todo depende de ti. — aconseja la señora bajita, ignorando mi pregunta.
— Te lo explicaré ahora, todo el mundo tiene un balance. Nos origine de la sangre de la diosa, en un festín después de matar animales salvajes, nací como Drácula, admito que no me controle y mate a miles y miles de personas a mi paso, dejando convertidos a muchas personas.
» La diosa Luna me contacto a través de sueños, me dio mi tarea en la vida, ordenar a todos los vampiros creados, cree un reino para todos los vampiros y vivimos en armonía, esa fue mi misión aquí y, la cumplí, niña, no fue fácil, pero valió la pena, evite nuestra extinción y a cambio, regalo a mis hijos una pareja destinada para pasar la eternidad. —dice el mismísimo Drácula de Bran, no se ve tan temible como lo cuentan es historias. Y parece que están completamente equivocadas.
— ¿Y yo tengo que mantener el balance? — Pregunto, eso sería emocionante, algo así como salvar el mundo, es demasiada adrenalina que vivir, ¿Dónde firmo?
— ¡Claro, que no! — Dice la pelinegra, la cual desconozco su nombre o, quien fue. — Soy el primer druida existente en el mundo, Marie.
— ¿Están leyendo mi mente? — les pregunto, todos asienten con la cabeza antes de volver a hablar.
— No, tu misión es una muy diferente y, lo que acabas de decir es mi trabajo. — Me explica la diosa luna con paciencia, la mera verdad yo me hubiera sacado a patadas del lugar y dejarme como una simple humana, por mi actitud anterior, -Sin contar que mate a su hijo, que ahora que lo pienso, era semis-dios al ser hijo de una diosa... eso quiere decir, que...- pero ella no, es amorosa y comprensiva, eso y más es la diosa luna.
— No, no tienes sangre de semidiós corriendo por tus venas y el sí era mi hijo, pero no de sangre, lo quería como a uno, él está bien, reencarno hace más de diez años, en fin, tu misión es limpiar el mundo de dos seres crueles. — La miro sin entender, pero de repente vuelvo a sentir la oscuridad envolviéndome. — Esa es tu oscuridad, eres tú misma, sientes tu poder. — ¿Yo soy esa oscuridad? Esto es complicado.
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Editado: 21.05.2023